Entre aquel 16 de abril y el 20 de junio del 82, fui en soldado, combatiente, prisionero de guerra, nuevamente soldado, ex combatiente, y me tocó tener que vivir y hacer cosas que no se olvidan, durante y después de los combates.
Y siempre busqué encontrarle y darle un sentido a esas vivencias, por eso trataré de transmitir qué significado debería tener (para mi) la acción tan comentada de "Malvinizar".
Se habla mucho de "Malvinizar" sobre todo cerca de "los 2 de abril". Queda bien. Está bueno. "Garpa". Juntarse con veteranos de guerra, escucharlos contar detalles de sus vivencias en los combates, ver un desfile, poner la bandera, usar la escarapela y en general, escuchar y comentar "cosas de la guerra": del frío, del hambre, de los hechos heroicos de algunos combates, de los hechos vergonzoso de otros, y un poco esa cosa del David contra el Goliat que significó pelearle -en algunos momentos de igual a igual- a la OTAN.
"Malvinizar" - Sentimiento Popular y Nacional
"Malvinizar" es un término que se ha utilizado de diversas maneras desde su nacimiento en 1982, y es a menudo y en general asociado a la guerra, a los veteranos de guerra y a los actos de combate. Pero la guerra fue solo una parte del conflicto histórico por Malvinas, y “Malvinizar” debe tener para los argentinos una interpretación más amplia y significativa.
"Malvinizar" debe ser un llamado a la acción colectiva y consciente, una invitación para reflexionar sobre nuestra historia, para fortalecer nuestra identidad nacional utilizando la causa Malvinas como una bandera de unidad y de compromiso soberano hacia el futuro.
“Malvinizar" debe contribuir al proceso de construcción de conciencia nacional y popular en torno a la causa de las Islas Malvinas, identificándonos como pueblo y en defensa de temas comunes a todos que van mas allá de las banderías políticas y los gobiernos de turno.
No centrarse en la guerra: "Malvinizar" no debe limitarse solamente a recordar enfrentamientos bélicos o detalles técnicos de la contienda.
Debe enfocarnos en el análisis crítico de cómo se llegó a este conflicto histórico, quienes son los actores reales de ese conflicto, sus motivos, que decisiones se tomaron y cuando, que lecciones aprendimos. Debe promover la comprensión del verdadero conflicto para evitar repetir errores del pasado y corregir nuestros actos del presente.Reconocer el sentimiento de unidad nacional y pertenencia: Rescatar y reconocer el espíritu de unidad y solidaridad que despierta Malvinas y emergió espontaneamente durante la guerra (hasta sin medir consecuencias). Desde quienes tejieron bufandas hasta quienes donaron bienes, todos participaron con un sentido de causa común, demostrando que la defensa de lo propio puede manifestarse de múltiples formas, no solo en el campo de batalla.
Construcción de conciencia soberana: "Malvinizar" implica educar y sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de las Islas Malvinas, y de la soberania política, fomentando un sentimiento de pertenencia y compromiso con la Patria. Esto se logra mediante la difusión de información veraz y la promoción de un diálogo abierto que incluya diversas perspectivas y experiencias.
Transformación del discurso social: Superar las asociaciones negativas que vinculan las Malvinas exclusivamente con la dictadura, la represión o la derrota, apoyando intereses colonialistas externos fundamentalmente de EEUU o Reino Unido. El objetivo es reconfigurar el imaginario colectivo hacia una visión que reconozca la movilización popular, el apoyo masivo y la participación ciudadana como pilares fundamentales en la reivindicación de la soberanía y los lazos sociales.
Malvinizar: Un Sentir que Nos Une
"Malvinizar" no es una efeméride, ni quedarse pegado al recuerdo de los combates, de las acciones y las condiciones durante los mismos. Es, ante todo, entender que la causa Malvinas es del pueblo, no de los gobiernos ni de los intereses que la usaron para tapar otras miserias. Es entender “de que hablamos cuando hablamos de Malvinas”. Es mirarnos de frente en el espejo de nuestra historia, sin evitar ver lo que duele, pero también con orgullo por lo que nos une.
Porque cuando hablamos de Malvinas, no hablamos solo de soldados o de una guerra. Hablamos de nosotros los argentinos, del despojo colonialista y la connivencia de intereses locales de unos pocos, hablamos de nuestra historia, de nuestros sentimientos. Y si hablamos de la guerra no hablamos solo de los soldados, hablamos de señoras tejiendo bufandas, de pibes escribiendo cartas a los combatientes, de familias enteras colaborando con lo que tenía, de miles de inscriptos como voluntarios para defender la soberanía del Pais. Hablamos de un país que, por un momento, se sintió uno solo. Y eso es lo que tenemos que recuperar.
Malvinizar es hacer memoria, pero una memoria activa. No alcanza con nombrar a los héroes si no entendemos por qué fueron, cómo fueron, qué pasó después. No alcanza con ponerse la escarapela el 2 de abril, si despues repetimos los discursos armados de los que nos entregaron o traicionaron. Malvinizar es preguntar, cuestionar, contar, compartir. Es llevar la causa a la escuela, al trabajo, a la cancha, a la plaza.
También es desarmar ese discurso que nos quiere hacer creer que
Malvinas es un símbolo de la dictadura, del horror, del fracaso. No.
Las Malvinas son nuestras desde mucho antes y los avances
diplomáticos que se lograron a través de años fueron el fruto de la constancia y la presentación y defensa de los antecedentes
que sostienen nuestro reclamo en los foros internacionales, con el
apoyo y el entendimiento de la comunidad internacional, no con la
guerra.
Recordar a los caídos y a los que fuimos a defender la
recuperación de Malvinas, está bien, pero no debemos limitarnos
solamente a eso.
Malvinas tiene en la guerra la coincidencia
temporal y espacial de dictadores y patriotas, pero ninguna acción y
responsabilidad debe tapar o paliar a la otra. Justamente por eso hay
que hablarlo, reconocerlo, decirlo, escribirlo, difundirlo.
Malvinizar es construir soberanía desde abajo. No hace falta ser experto ni veterano. Basta con sentir que esa tierra es parte de lo que somos, que Malvinas es un símbolo de lo que somos, y actuar en consecuencia. Es educar, es luchar por la memoria de nuestros orígenes, es sentir y defender esa rebelión, esa insubordinación contra la opresión, que nos identifica como pueblo y nos movilizó ya en 1806 y 1807 en las invasiones inglesas y en 1810.
Es asumir las responsabilidades que todos tenemos en el conflicto de Malvinas desde 1833, es no rendirse ante el olvido ni ante el colonialismo que todavía hoy sigue entre nosotros, disfrazado de diplomacia, acuerdos comerciales y grandes negocios para pocos, y en Malvinas con la presencia militar de la OTAN.
Porque Malvinas no es pasado, es presente. Y también es futuro. Es una bandera que no se baja, porque no representa solo una guerra, sino un sentimiento popular y nacional, y una idea de país: justo, solidario, independiente. Un pueblo y un país que no se vende ni se entrega, que no olvida a sus hijos que pelean por lo que legítimamente sienten y reconocen que es suyo. Eso, en definitiva, debe ser Malvinizar: recuperar el sentimiento, el gesto colectivo, el abrazo de una sociedad que, en esta causa, se siente unida.
Y esa es una tarea de todos. Es rescatar y mantener el sentimiento y la reacción del pueblo en su conjunto, mostrando la capacidad de unirnos y de focalizarnos en la defensa de aquello que nos une como argentinos, de un bien común. La posibilidad de movilizarnos tras un sentimiento o una necesidad colectiva que identificamos y sentimos como propia.
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