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lunes, 26 de diciembre de 2022

"A los pibes de Scaloni que jamás olvidaré"

“En Argentina nací, tierra del Diego y Lionel, de los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”

La primera vez que escuché esta frase, fue cantada por los propios jugadores de la selección nacional en el vestuario de no recuerdo que partido, y desde luego me llamó mucho la atención que nombrasen a las Malvinas.

Busqué luego el video en las redes para volver a escuchar la letra y analizarla. Y ahí me pareció que era un párrafo tremendo, formidable, enorme, que me conmovió y me llenó de emoción.

Que se haga referencia a Malvinas en la primer estrofa de la canción, ligado a los nombres de Maradona y de Messi, que son tan fuertes, tan representativos, que ya funcionan como sinónimos de “lo argentino”; me puso la piel de gallina. 

Y no por mi condición de Veterano de Guerra. Como Argentino, que siente que Malvinas es una causa nacional, que Malvinas es algo unido a la pasión, al sentimiento popular. Un derecho que los argentinos debemos siempre reivindicar y mantener.

No hay dudas que Malvinas ocupa un lugar importante en el corazón de (la mayoría) de la gente, pero escuchar que nombren “a los pibes de Malvinas” en un contexto de tanto sentimiento, de tanta pasión , a un nivel tan cercano al de estos dos "gigantes" nacionales y populares, es un reconocimiento impresionante, impensado, increíble.

Porque se reconoce "a los pibes de Malvinas" desde una canción esencialmente popular, masiva, colectiva.
Una canción destinada a ser cantada por las hinchadas en estadios de futbol, que es y que será usada por la gente en manifestaciones populares, en festejos multitudinarios. En lugares comunes donde se junten argentinos con ganas de celebrar y de divertirse.

Es algo que toma una dimensión inmensa, tremenda.

Porque “esos pibes de Malvinas” que -cariñosa e inclusivamente- menciona la letra, son héroes  caídos en combate. Son aquellos a los que realmente no hay que olvidar.
Porque ellos cayeron defendiendo justamente el mandato popular “de la gente”.
Y se llevaron grabada en su memoria esa última imagen de todo un pueblo movilizado, unido, embanderado con la celeste y blanca llenando plazas y calles, vivando la recuperación de las Islas Malvinas, encolumnados todos juntos, tras una causa común, dejando de lado por un rato sus diferencias, reconociendo que hay motivos superiores a los sectoriales en los que podemos y debemos estar unidos. 

Por eso que esta letra de una canción tan “masiva”, tan “popular”, tan “de fiesta” los reconozca y los recuerde, es una genialidad.

Creo que es una de las mejores formas para que ellos pervivan en el recuerdo, que sigan vivos en el “folclore” popular y sigan llevando siempre adelante la bandera de la reivindicación de la soberanía Argentina sobre las Islas Malvinas.

Porque la canción pone de manifiesto que Malvinas “es” un sentimiento nacional y popular, que vive y vivirá en el pueblo que reivindicará y exigirá siempre nuestra soberanía en las islas.

Pienso que la canción desde la alegría, desde el sentimiento, desde la pasión, pulveriza el mensaje "anti Argentina" de esos pseudo intelectualoides que cuestionan “la mano de Dios” frente a los ingleses, que ven en el “Topo Gigio” de Messi una vulgaridad.

Y sobre todo minimiza, a la vez que expone y deja en ridículo, a algunos políticos que por ejemplo -sin siquiera ponerse colorados- propusieron entregar Malvinas a cambio de un lote de vacunas Pfizer. A otro que veía en las Islas Malvinas solo un gasto extra para el Estado. O a algunos diputados que sostienen que la guerra se perdió y que hay que dar vuelta la página y olvidarse de Malvinas.
En resumen, a esos pocos que reniegan de Malvinas, que preferirían ser una colonia antes que un país soberano, a aquellos que ni siquiera cuestionan que haya una base militar de la OTAN en la plataforma continental de Sudamérica, la canción les recuerda que el sentimiento del pueblo hacia Malvinas no caerá.  Que los caídos en combate siguen levantando la bandera de la soberanía.

Yo creo que mencionar “a los pibes de Malvinas” en “esta” canción, tiene un simbolismo y una proyección tan fuertes en el campo popular, como lo tiene en el campo político el haber incluido en la Constitución Argentina la cuestión Malvinas como cuestión de Estado.
Sin intentar comparar desde luego.

Simplemente GRACIAS "a los pibes de Scaloni que jamás olvidaré".


CCH - Diciembre 2022

viernes, 4 de junio de 2021

Reportaje Malvinas Causa Central

Comparto el reportaje / testimonio de lo vivido en (y post) Malvinas como soldado del GADA 601.

Ciclo de entrevistas del programa Malvinas Causa Central del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús, emitido por www.megafonunla.com.ar


martes, 15 de diciembre de 2020

Visitas a San Carlos y Darwin

San Carlos me animo a afirmar que es de los lugares más desoladores que uno pueda llegar a conocer.

Durante el lento traslado de unos 80 kilómetros desde Puerto Argentino, el paisaje es en extremo monótono y aburrido, y al llegar el viento huracanado y congelante es simplemente insoportable.

Se trata de un sitio "imposible". Un lugar "gris", del mismo gris de las imágenes sueltas con las que recordé Malvinas después de la guerra durante tantos años.

No hay mucho (casi nada) para ver. Nada para hacer. No hay “gente”. Solo casas dispersas y galpones. Algún comercio donde repararse con un café caliente, irreconocible entre la igualdad del caserío, salvo indicación previa que nos indique como llegar a ellos.

Un lugar difícil para quien no tenga bien definidas sus ganas de vivir. Podría ser algo así como “la Meca” de quienes estén dispuestos a pegarse un corchazo.

Es una excursión que se lleva casi todo un día por lo extenso y lento del recorrido, en cuyo trayecto se ven y hacen algunas paradas en algunos lugares donde se combatió (conviene llevar una vianda de viaje), y por ejemplo observar los restos de un helicóptero derribado y estratégicamente conservado para las fotos del turista.

En varias oportunidades podrán observarse, esparcidos entre rocas y pastizales, numerosas indicaciones, placas y cruces recordatorias colocados por los isleños que dan cuenta y recuerdan las bajas británicas de 1982.



Otra excursión ofrecida para realizar en otra jornada, ya que también se lleva casi todo el día, es la visita al cementerio Argentino en Darwin. Un capítulo aparte. 

También localizado estratégicamente en medio de la nada, y en el otro extremo de la Isla Soledad, el cementerio está “más allá de todo”.

Al acercarse a él se percibe una energía negativa fuerte (quizás la condición de Veterano de Guerra ayuda o influye mucho en eso), tristeza, desolación, dolor, es lo que se siente mientras se recorre ese lugar.

El cementerio de Darwin es un sitio sin tiempo, sin color; un “hueco” que quedó vacío en el universo.

El silencio sepulcral y el viento incesante de Malvinas parecen amplificarse (si eso fuera posible) en Darwin, y suman a la sensación de angustia y de desolación. Un silencio que atraviesa el alma. 

Las cruces y tumbas van pasando y afloran casi con igual velocidad los recuerdos de los cuerpos y las caras de compañeros que murieron inmerecida, dolorosa y tempranamente en la cerrada oscuridad de la guerra de 1982.

Darwin da cuenta del dolor arrasador de las guerras. La muerte en primera persona. La muerte con nombre y apellido. Las pérdidas y desgracias particulares que aparecen cuando se pasa del plano colectivo “del combate” al plano individual de “la muerte de Carlitos”. 

Ese plano de las personas con historias, con sueños, con proyectos, que quedaron truncados abruptamente en 1982; con familiares que conviven con el dolor de esas ausencias.

Ese plano en el que la gloria, una medalla o el título de héroe no alcanzan seguramente para justificar o paliar el dolor de una madre que perdió a su hijo. 

Darwin es Desolación, Dolor, Desazón, Tristeza.

Luego de Darwin y continuando con el “turismo bélico”, un paso obligado será Pradera del Ganso, un pequeño poblado en el que se puede apreciar un puñado de casas en donde la vida de sus pocos habitantes creo que depende casi exclusivamente de la calidad del wi-fi al que pueda acceder.

Más lejos Bahía Agradable nos recordará otro sitio de combates y pérdida de naves inglesas y nos hará pensar en que quizás sería muy bueno repensar el nombre del lugar (“agradable”). 

Ya de regreso en Puerto Argentino, lo mejor y más aconsejable será ir en busca de unas buenas cervezas (varias) y si aún quedan ganas se podrá visitar el Memorial Wood un pequeño bosque en la ciudad en el que cada árbol representa a un caído británico en la guerra del 82, único sitio en Malvinas donde uno podrá estar rodeado de árboles y arbustos verdes.

martes, 26 de mayo de 2020

25 de Mayo de 1982 -- Primera baja del GADA 601

Un VG compañero en las Islas me hizo acordar que hoy, hace 38 años se producía la primera muerte de un soldado de nuestro grupo (Ricardo Gurrieri del GADA 601) en Malvinas.

A mi me tocó ponerle el nombre a su cruz y fue ese nuestro primer "entierro de guerra".

Que momento de mierda.




Todavía hoy (38 años después) me acuerdo el ruido de las piedras pegando en la bolsa con los restos del cuerpo del flaco adentro del húmedo hoyo ........

Fue el primer "conocido" que se moría, era el primer muerto que "me llegó", el primer "caído" que tenía una familia, un grupo de amigos, una novia, un club al que pertenecía, una carrera por delante, una "historia" atrás
Los otros de los que llegaban noticias eran "números"...... "desconocidos"...... "datos"...... "nombres"........ este chabón era una "persona".

La tristeza, el veneno, la angustia, que me agarré ese día fue tremendo. Lo digo recién ahora, 38 años después.

Esa muerte, ese entierro fue para mi un cambio en la forma de ver y de pensar TODO. 
Un "click" enorme dentro de los tantos clicks que se dieron y que tuve en la guerra.

Era el contacto con el lado duro, con la mierda que son las guerras.....y en esa mierda estábamos todos metidos.

Ese entierro, esa muerte, le sacó de un plumazo todo el "velo de honorabilidad" y la enorme "sarazaza" con la que se habla y se venden las guerras (es decir la sanata con la que se tapa o justifica el mandar gente a morir en ellas).

Y fue una mierda, fue una tremenda cagada, me sentí realmente muy mal. Muy mal.

Me acuerdo que estábamos ahí y no podía entender ese final, ni para el flaco ni para ninguno de nosotros (o sea "los conocidos"), y no podía dejar de pensar en las reacciones de la gente -y en la mía propia- frente a esa muerte y esa "diferenciación" que existe entre "conocidos" y "don nadies". (Como ahora en la pandemia).

Y ahí quedaba al desnudo y en evidencia cruda y pura, que si no son de alguna manera "conocidos" los que se mueren.... no "duelen". 
Se comentan, .... sorprenden ..... se cuentan....... pero "hasta ahi"...... no mueven la aguja, no cambian nuestras rutinas. 

En aquel momento, no podía dejar de pensar que este flaco tenía "una historia" detrás, y una familia a cientos de kilómetros de Malvinas, que ni enterada estaba de la muerte repentina, injusta, traicionera, absurda del flaco, producto de un bombazo que ni siquiera habían tirado en ese momento

Y pensaba y sentía, que los sueños y proyecciones de esta persona para con su vida, y sus recuerdos, y sus relaciones, se iban con él adentro de una bolsa negra en un hoyo húmedo, identificado con una cruz de madera barata con su nombre que yo había escrito con un fibrón un rato antes......y que a eso se reducía todo. 
El mundo seguiría su marcha, y unos pocos notarían tiempo después, la ausencia de Gurrieri.

Y sentía que ese mismo horrible final impersonal, solitario, frío repentino, injusto, traicionero, absurdo .... era algo que nos podía pasar a cualquiera de los que ahí estábamos, en cualquier momento. 

Y no pude nunca dejar de sentir que eso de terminar en una bolsa en un pozo húmedo, reventado en pedazos, lejos de los familiares, de los verdaderos amigos, de los verdaderos afectos, lejos -muy lejos- de los planes que uno tenía trazados para realizar en su vida ..... no debería ser algo fácil de justificar ni por un gobierno, ni por una sociedad.

No me entraba en la cabeza. 
No era un final digno, ni esperado, ni merecido por el flaco (al que de última no conocía tan profundamente) ni por ninguno. No podía haber "algo" que justificase semejante final para una persona. Ni en una guerra.

Y pensé también (fuera de joda) entonces en los muertos del otro bando, y ahí me di cuenta en que tenían que ser igual que los nuestros.

O sea una locura, gente de ambos bandos matando y muriendo como perros, reventados, de ambos lados, ... dejando historias inconclusas, afectos lejanos destrozados, y siendo enterrados (en el mejor de los casos) de ambos lados, en soledad y en condiciones asquerosas, indignas.

La locura de la guerra.
 
Perfectos desconocidos muriendo y matando con el mismo absurdo y abrupto final.

Y fuera de joda, pensaba en ese momento lo horrible que sería estar adentro de esa bolsa y poder sentir el ruido de las piedras pegándote en la bolsa y en el cuerpo............y tratar de entender (desde dentro de la bolsa) de que manera una calle que llevase tu nombre, ..... una medalla, ..... un título de héroe, podría justificar semejante cagada. Imposible.

Feliz 25 de Mayo para todos.......y disculpen !!!!
CCH 25 de mayo de 2020

Un amigo después de la lectura de este relato, me hizo llegar hoy (26/5) una frase de Camus con la que no puedo menos que estar totalmente alineado y de acuerdo: "Hay causas por las que vale la pena morir, pero ninguna por la que valga la pena matar".

domingo, 17 de noviembre de 2019

20 de Noviembre. Malvinas y La Vuelta de Obligado

El 20 de noviembre se conmemora en Argentina el Día de la Soberanía Nacional en recuerdo de la batalla de la Vuelta de Obligado.

Se toma este hito como modelo y ejemplo por la participación decisiva que tuvo la población argentina en esa batalla cuando se vió amenazado el territorio nacional.

Podemos encontrar muchos paralelismos entre la Guerra de Malvinas de 1982 y la Batalla de la Vuelta de Obligado, (por los ingleses, porque perdimos, por la participación de la gente...).


Sin embargo, es notoria la voluntad sobre- todo desde los medios- de no rescatar, o incluso disimular, la decisiva participación que tuvo todo el pueblo argentino en la consecución y en el desarrollo de la Guerra de Malvinas.

Es evidente que se pretende hacer recordar esta guerra como el producto de una desacertada "última jugada" de un presidente de facto un tanto beodo, y no se la liga a un hecho histórico que tuvo el aval, la participación y el apoyo de toda la sociedad. Condenándola así, a la larga, al rechazo y al olvido.

Conozco muchos ex soldados que -como yo- al momento de empuñar un arma en la guerra del 82, lo hicimos porque estábamos convencidos de ser los referentes (o los portadores) del mandato de toda esa multitud que salió a las calles apoyando y vivando la recuperación violenta de Malvinas, movidos por el sentimiento de luchar por lo que es nuestro.
Teníamos detrás el respaldo de toda la sociedad unida por una causa común y nacional (la gente, los medios, los empresarios, los sindicatos, la iglesia, etc.).

En ningún momento usamos las armas pensando en Galtieri.

Por eso, si no asumimos la guerra de Malvinas como el hecho social que realmente fué, no quedará reflejada en la historia como un acontecimiento nacional.

Y si eso pasa, las muertes de Malvinas carecerán del sentido patriótico que realmente tuvieron.

CCH (Noviembre 2011)

sábado, 2 de marzo de 2019

Y se viene otro 2 de Abril....

La guerra es un hecho colectivo que afecta a toda una Nación, y a la que se llega por un interés concreto de un gobierno determinado que busca un rédito o una ganancia específica (de tipo comercial, territorial, política, estratégica o similar) en un momento y escenario político concreto. 
Para obtener ese rédito o ganancia el grupo de personas que integran el gobierno necesita del apoyo colectivo, del consentimiento, de la aprobación de la sociedad que se verá involucrada en esa guerra y acompañará esa decisión. 

Para tener ese aval, ese apoyo, el gobierno utilizará a su favor el sentimiento nacionalista y patriota de la población para alcanzar el objetivo buscado (otras veces se encargará de fomentar y aprovechar los miedos, el fanatismo, el odio creando un enemigo). 
De esa forma la gente permitirá encarar/apoyar la lucha armada, en pos de un "beneficio colectivo" para toda la sociedad.

La "gente común" (esa que se levanta todos los días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, enviar a sus hijos al colegio, etc.) movida desde "lo colectivo", desde el "bien común", y/o por sentimientos de miedo, odio, o fanatismo, no evaluará a conciencia las consecuencias "individuales" que esa guerra "colectiva" les traerá a muchos de sus integrantes. 
Prevalece en general -no inocentemente- el "beneficio colectivo" por sobre las consecuencias individuales con las que muchos de los miembros de esa sociedad deberán convivir de por vida. Y que desde luego nadie expone -ni aclara- a la hora de fomentar un hecho armado de esas características. 




La mayoría de la "gente común" seguirá con sus vidas y leerá sobre los efectos de la guerra como una estadística (con sus decenas, cientos o miles de muertos "desconocidos", ignotos) y sus resultados en términos de pérdidas y ganancias según sea analizado el bando de los contrincantes
Mayoría de gente común que no tendrá un hijo, un padre, un hermano, un familiar muerto por haber participado en la guerra. "Gente común"  que no deberá convivir luego con las secuelas irreversibles producto de los combates. 
Que verá esa guerra como "historia", ajena, lejana en sus afectos y sentimientos personales. 
Que leerá, hablará y se interesará por la guerra en relación a las acciones de combate, a los aviones y barcos derribados, a los ataques y al número de muertos de un bando y del otro, naturalizando la muerte y la destrucción por no verse afectados de manera directa por las consecuencias de la guerra

Gente que seguirá con su vida  sin grandes cambios, se levantará todos los días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, enviar a sus hijos al colegio, etc., y seguramente leerán alguna vez algunos nombres desconocidos de los muertos de la guerra en una lápida, en un monumento, en un cenotafio. 

Y habrá también otro grupo más chico "de gente común" -en esa misma sociedad- que después de la guerra también se levantará todos los días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, criar a sus hijos, etc. Pero que lo hará con un gusto bastante mas amargo, coexistiendo con el dolor, con las ausencias, con las heridas "individuales", concretas y directas, que les dejó la guerra 

Es esa "gente común" que convivirá desde la época de la guerra con un hueco en la mesa familiar, con habitaciones cerradas devenidas en templos, con alguna foto de un pibe/joven vestido de colimba -o de "milico"- como último recuerdo de ese ser querido que ya no está con ellos.

Gente que vivirá y sentirá la guerra como una tragedia, como un hecho desgraciado y fatal, que trajo a sus familias, a sus casas, consecuencias que tienen "nombre y apellido"; ausencias, angustias, dolores y heridas que sangrarán de por vida

Gente que no tiene mucho que celebrar en esas fechas en que la sociedad rememora las guerras, y que merecería de parte del resto de la sociedad, todo el respeto y todo el acompañamiento en su dolor.  

Ese grupo merece que aunque sea una vez -una sola vez-, el resto de la sociedad haga el esfuerzo de ponerse realmente por unos minutos -solo por unos minutos- en su lugar y desde ahí trate de comprender ¿de qué forma un acto en un cuartel militar, un desfile, el título de "héroe" para el caído , una placa, una calle con su nombre, una medalla, un discurso emotivo, .... podrían compensar el dolor, la ausencia, el vacío, de ese hijo, de ese padre, de ese afecto que ya no está por haber muerto en combate? 

Quizás este 2 de abril sea una buena oportunidad para hacerlo, y dejar de hablar de "logros" militares para empezar a hablar seriamente de las consecuencias individuales que tienen las guerras en las personas, en las familias, en el vecino de al lado, y quizás así, tratar de evitarlas/rechazarlas en un futuro en el mismo momento de ser planteadas.  

Porque una guerra no es algo que valga la pena "conmemorar o evocar" salvo que sea para prevenir futuras guerras, y para honrar realmente a los caídos

Al ver a los Veteranos se ve a quienes tuvimos la suerte de volver del frente, pero no se ve a los caídos. 
Habría que tratar de ver a los que no están, y pensar en las familias de los caídos que conviven en la posguerra, con el dolor, las ausencias, las muertes despiadadas, que generan las guerras en las personas de carne y hueso. 

Pensar y ponerse por rato en el lugar de toda en esa " gente común" anónima, que a pesar del dolor y las ausencias se levanta todos los  días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, y llorar en silencio a sus hijos y familiares que ya no tiene a su lado como consecuencia de la guerra



CCH ex combatiente (Marzo de 1998)

lunes, 13 de agosto de 2018

Visita a las islas, 36 años después.

El azar, el destino o vaya uno a saber qué, hicieron que el 16 de abril de 1982 llegase a Malvinas como "soldado" de la artillería de defensa anti aérea del Ejército (fecha en la que ya me correspondería haber estado licenciado y de baja del mismo).
Unos días después, entre el 1 de Mayo y el 14 de Junio, pasé de un plumazo a ser "combatiente" entre los (demasiado frecuentes para mi gusto) ataques y bombardeos de los británicos, que provocaron entre los nuestros (entre tantas otras cosas como miedos, fríos, hambres, dolores, etc., etc.): muchos heridos, demasiados muertos, enormes angustias, tremendos desamparos, repudiables y condenables bajezas y traiciones (en general de cuadros y mandos), y también destacadas y memorables acciones y entregas de otros y de varios soldados que realmente lucharon con un profundo sentimiento de pertenencia por la "Causa Malvinas".
Finalmente y sin tiempo de asimilar semejantes cambios de roles, entre el 14 y el 20 de junio me gradué y ejercí como "prisionero de guerra", hasta que seguramente cansados ya de vernos, los soldados ingleses nos subieron al "Norland" con rumbo marítimo a Puerto Madryn.

Tantos cambios y semejantes vivencias de esos locos días hicieron desde luego que ni se me ocurriese, y mucho menos sintiese deseo alguno, de volver a las Islas Malvinas.
Pensar en un regreso solo sucedía cuando alguien puntualmente me consultaba al respecto, o cuando surgía el tema en alguna conversación. Ni era una opción.

Volver ...... ¿"Por que"?, .......¿"Para que"? ......¿"Con que necesidad"? ......... ¿"Con qué motivo"? ......
eran cosas que se me cruzaban por la cabeza para tratar de fundamentar una respuesta cuando ese alguien me consultaba o cuando alguno hablaba de un regreso a Malvinas. Y la verdad es que ante estos planteos, no encontré nunca una respuesta lógica que me tentase a volver a poner un pie en la fría, húmeda y blanda turba de las Islas.

Algunas pocas razones que fundamentaban mis respuestas a las preguntas mencionadas y que justificaban mi postura de no "querer volver a pisar Malvinas" (desde luego separando lo mas objetivamente posible todo aquello relacionado a mis "vivencias bélicas") eran:
  • Se trata de un lugar que no tiene mayores atractivos "turísticos" como para hacer que uno elija Malvinas frente a casi cualquier otro destino en el mundo.  Tienen un clima que no se disfruta precisamente, si no mas bien que se sufre en cualquier momento del año; es "horrible": frío, ventoso, húmedo, cambiante, que azota y condiciona la vida, y se refleja en la cara y las actitudes de los lugareños (sean ellos legítimos o no).
  • La vez que estuve en Malvinas no la pasé para nada bien, ya que allí (entre otras cosas) tuve que enterrar a amigos en bolsas y en pedazos, estuve demasiados días en riesgo real de muerte y bajo fuego enemigo, sentí en los huesos lo que era el frío y el hambre, tuve convivir con milicos que en el peor momento demostraron lo que eran: traidores, basuras y cobardes (cierto es que hubo otros que sí estuvieron a la altura de los hechos). Y también en "esos locos días de guerra" tuve el honor y el orgullo de poder experimentar la hermandad, la colaboración, la entrega y el valor que nacen (seguramente de la desesperación, la desolación, el desamparo y el miedo) entre los combatientes; hermandad que se prolonga mucho mas allá de un alto el fuego. Pero que en mi caso no alcanzaban para inclinar la balanza y plantear un regreso.
  • Las Malvinas están lamentablemente habitadas por una mayoría de gente que repudia mi presencia (y desde luego y con razones de sobra, yo repudio la de ellos) y la verdad es que revuelve un poco las tripas el tener que estar con estos personajes aunque sea poco tiempo y aguantarse el verlos allí. Los "kelpers" desprecian y odian a "todos los argentinos" y a todo "lo argentino" (reconozco que en 1982 contribuí seguramente a ese asco hacia nosotros, ...... y que al pensar en eso no puedo evitar alegrarme, ya que mi repudio hacia ellos es enorme). 

  • En función de la disponibilidad de vuelos hay que estar como mínimo una semana en las Islas: ¿"Que hacer una semana entera en Malvinas"?  Se trata de un lugar donde no abundan las actividades (sean atractivas o no, ....... ni siquiera hay actividades feas para hacer) ni lugares para visitar -o en los que estar- que generen expectativas de pasarla bien.
  • Por la misma plata y teniendo que hacerse sellar el pasaporte, uno puede pasar una grata e inolvidable semana por ejemplo en alguna playa del Caribe. 
Es decir si alguien no está muy convencido de ir -o no se lleva muy bien con uno mismo-, el tener que convivir con el aburrimiento, la monotonía, el clima horrible, y la soporífera y adormecedora geografía de las islas, potenciará sin dudas cualquier riesgo de despertar o magnificar alguna conducta o tendencia suicida. (Vale el comentario que siempre mantuve como teoría, que en Malvinas no hay árboles para que los habitantes no se cuelguen a la tercer semana de vivir allí). 

Nunca sentí la necesidad de volver, ni pensaba hacerlo
Pero reconozco que con el correr de los años y con el aumento de noticias y comentarios de visitas a las Islas Malvinas realizadas por Veteranos de Guerra, me hice algunos planteos respecto a los sentimientos y emociones que el regreso a las Islas generaba en ellos y que yo evidentemente no tenía, ni sentía.


Estaba convencido que no tenia "heridas -ni ciclos, o temas pendientes- que cerrar" en Malvinas, como muchos decían que representa un viaje a las islas para un Veterano de Guerra. ¿Era un "bicho raro" por eso?
¿Había cerrado de tal manera el tema Malvinas en mi cabeza que no me representaba nada el tener que volver? ¿O por el contrario no había manejado lo suficientemente bien el tema de la guerra y estaba "tapando" algo que quizás una visita a la Islas podía despertar, y ese era en realidad el rechazo inconsciente a un regreso?

Algunas dudas que me planteaba eran por ejemplo: 
  • ¿Porqué para mi no representaba nada volver a las Islas y para tantos Veteranos de Guerra ese viaje era casi un objetivo de sus vidas? ¿Que pasaba por sus cabezas que por la mía no? (Nunca participé en centros de veteranos de guerra, ni de actos conmemorativos cuando éstos se hacían -o hacen- en "ámbitos militares" como cuarteles o dependencias similares. Si mantuve contactos con compañeros puntuales y conocidos y no entendía ese deseo de volver de algunos).
  • ¿Que era para ellos lo "movilizante" de volver a Malvinas? ¿Porqué, si habíamos estado en la misma guerra, había tantos que querían volver a las islas y a mi, el regresar, "no me movía la aguja"? ¿Tan bien la habían pasado que querían volver?
  • ¿Que necesidad tenían o sentían que los impulsaba a desear regresar y encontrar "su posición", "su trinchera" en los combates de 1982? ¿Para que? ¿Necesitaban tomarse fotos en (o de) "su posición" para demostrar o demostrarse que "habían estado en la guerra"? ¿No le alcanzaban los recuerdos?
  • ¿Que objetivo buscaban al pensar en recorrer y escarbar la turba con el afán de encontrar -para fotografiar o tratar de traerse- restos de balas, zapatillas, lonas, latas podridas, o cualquier cosa material de aquellos locos días de la guerra? Si lo realmente importante que dejamos en la islas, lo irrecuperable, no son cosas materiales, ¿que significado tenía entonces buscar y traerse un poco de turba, un trozo de tela, una vaina podrida? 
  • Muchos hablaban de una necesidad de "cerrar heridas", desde luego eso es algo muy personal pero.... ¿Que encontrarían en Malvinas que los ayudase a cerrarlas? ¿Que pensaban encontrar en ese lugar como cura de las mismas? ¿Que vivencia positiva se produciría al estar de nuevo en un lugar donde la pasamos tan mal, con tanta muerte?
Y en este entorno de cuestiones y planteos, el azar nuevamente "metió la cola" en mi vida, y a casi 36 años del aquel duro alto el fuego en la Guerra resulté elegido ganador en un sorteo entre Veteranos para realizar un viaje de una semana a las Islas Malvinas. 

Otra vez frente a mi, Malvinas como destino no buscado (pero ahora con todas las ventajas de poder decir que no y en un escenario muy distinto al de 1982).

Dudé. Dudé mucho en aceptar el viaje "del regreso" y pensé muchas veces en renunciar al premio.
H
asta que me dí cuenta que en realidad no iba a "volver", pues no podía volver a un lugar que no conocía. 

Mi recuerdo de las Islas (36 años después) era muy vago, y se trataba en realidad de piezas sueltas de un rompecabezas muy complejo, imágenes a veces difusas y mezcladas de lugares que pocas veces encajaban entre si. 
"Flashes" que sin mucho orden cronológico y/o espacial, aparecían y desaparecían de mi cabeza. 
No 
podía tratarse de "un regreso", pues de la guerra no quedaba nada (por suerte) y por otro lado no recordaba o podía armar en mi cabeza una imagen de lo que eran las Islas Malvinas.

En 1982 poco tiempo e interés dediqué a observar "las Islas". No estaba precisamente en un viaje de turismo y solo me importaba de Malvinas la robustez del pozo que nos protegía del fuego enemigo, el asegurarnos alimento y abrigo, la integridad del grupo con el que estaba, y desde luego recibir y enviar noticias de y a los seres queridos de los que estaba tan lejos. 
Si eso estaba ocurriendo en Malvinas o en Nepal poco importaba. Frente a lo que estábamos viviendo, solo pretendía hacer lo que había que hacer y que esa locura terminase de la mejor forma posible y cuanto antes, para regresar a esa vida que a los 20 años merecía estar viviendo en paz en mi querido Banfield, rodeado de mis afectos y no de milicos y pólvora.

Asumí entonces que el destino o el azar me daba la oportunidad de ir a "conocer" las Islas Malvinas 36 años después de haberlas defendido en una guerra. La curiosidad pudo mas, y a eso fuí, respiré hondo y el 10 de marzo de 2018 ahí estaba yo en un avión de LATAM proveniente de Chile, junto a otros nueve veteranos (también "ganadores" en ese mismo sorteo) cruzando la poca distancia que separa Río Gallegos de Malvinas.

Viajé para conocer, para observar Malvinas y sobre para "observarme" entre veteranos y en Malvinas, 36 años después de una guerra no elegida en la que tuve vivencias muy fuertes de las que aun desconozco secuelas y consecuencias. Confié nuevamente en el destino, en el azar, en Dios (*), me propuse "estar abierto" a lo que sea pudiese surgir en ese viaje y me fui.

Y ya en Malvinas pude constatar que mucho de lo que creía recordar de las Islas y de sus pobladores era realmente bastante peor de como lo recordaba. No así de la guerra.

Lo primero que pude observar en el vuelo y sobre todo al llegar fué la euforia y emoción que despierta en los argentinos el viajar a las Islas Malvinas. Esa euforia y emoción se "respiraba" ya en el aeropuerto de Río Gallegos, en la cabina del avión y se contagiaba y expandía en el resto del pasaje, y se comprobaba cada vez que uno se cruzaba con compatriotas ya recorriendo las islas. Las Islas Malvinas son sin duda alguna, muchísimo mas importantes como "símbolo" o como "sentimiento" para el pueblo Argentino que como territorio o destino en sí mismo (dejando de lado desde luego la importancia de su ubicación estratégica, recursos naturales y económicos, etc.)


Malvinas recibe a sus visitantes dentro de una moderna y enorme base militar (casi tan grande como la propia ciudad de Puerto Argentino) que pone a las claras para el visitante la importancia que los ingleses dan a las Islas, y asimismo da muestra que el golpe recibido por sus fuerzas armadas en la guerra del 82, evidentemente fue muy fuerte y no quieren volver a tener que pasar por algo similar.

Ya en la combi que nos llevaba a Puerto Argentino constaté lo que mas o menos recordaba respecto a lo monótona y aburrida que es la geografía de MalvinasSe mire para donde se mire, el paisaje se reduce a unas pocas elevaciones rodeadas o atravesadas de literales "ríos de piedras" y ralos pastizales amarillos, doblados por el prácticamente constante viento helado, que hace que esos yuyos no sobrepasen los 20 centímetros de altura. Todo ese "hermoso" paisaje rodeado y mezclado con grandes extensiones de blanda y húmeda turba malvinense. Me había olvidado (y ella misma se encargó de hacérmelo notar) como la turba se hunde lentamente por el propio peso cuando uno se para sobre ella, permitiendo y favoreciendo el progresivo humedecimiento de calzados, medias y finalmente pies. Una porquería.

Reconozco con sorpresa que visité y conocí también algunas playas muy lindas y pintorescas (Surf Bay, la zona de Gypsy Cove, Elephant, y alguna que otra) que no tenía registradas. Playas de arenas blancas y un mar celeste, rodeadas en algunos casos de un verde tupido y oscuro. Playas desde luego inutilizables como tales por el clima gélido y huracanado de las Islas, que todo lo estropea; pero que son muy lindas para la vista y la fotografía.  



Una cosa que en seguida me llamó la atención fueron "los colores" de Malvinas es decir de la ciudad, del agua, de los montes, de los pastizales, de las piedras.... que juraría eran solo grises en 1982 durante la guerra. En ese momento no puedo asegurar que haya visto "colores": todo era gris. Y los vagos recuerdos también fueron durante tantos años en blanco y negro.


Puerto Argentino da la impresión de ser una ciudad muerta o abandonada a juzgar por la poca actividad que tiene y ofrece, y por la casi nula presencia de personas en sus calles. La vida en en Puerto Argentino transcurre puertas adentro, en el encierro. Probablemente debido al adverso clima, la actividad en sus calles se limita a algunos automóviles que esporádicamente las atraviesan en muy cortos viajes que realizan los lugareños para trasladarse de una casa a otra, o a un supermercado, o alguna de sus tabernas (nadie camina). Desde las cuatro de la tarde solo el viento pasea por las calles. Solo los restaurants de los hoteles (se cena desde las seis de la tarde y hasta las nueve) y un par de tabernas quedan iluminados y con algo de actividad en la temprana y oscura noche malvinera. Pasadas las diez, es un cementerio.
Los pocos comercios de recuerdos que existen para proveer de chucherías a los visitantes de los cruceros, abren sus puertas solo un par de horas al día coincidiendo con la presencia de los pasajeros de estos barcos en sus calles. 

La ciudad la recorrí todos los días y algunas noches (son ocho cuadras por cuatro), y todas las veces me sentí "ajeno", "externo" a la misma. No era ni la sentía como "mi lugar", ni como una ciudad "argentina". Daba lo mismo que fuese Puerto Argentino (se siente "muy, muy Stanley") o en alguna ciudad isleña europea, sajona. Las Islas son nuestras, pero lo que permitimos se establezca en ellas, nada tiene que ver con nosotros.

La población de las Islas esta constituida principalmente por personas mayores que son quienes en general viven resentidos por la guerra y pendientes aun hoy, de la presencia y actividades de Argentinos que visiten las islas.  Presencia que desde luego rechazan de lleno y que muy a su pesar, no pueden evitar pero desearían hacerlo. Y por otro número de niños y pre adolescentes solo visibles en los horarios de ingreso y/o salida escolar, ya que al pasar a la adolescencia la mayoría de los jóvenes emigra y directamente (si puede) no vuelve, o lo hace ya (si no les queda otra) al ser muy mayores. 

La población de edad "adulta" (o activa) en Puerto Argentino está conformada por muchos (quizás demasiados) chilenos, que si bien se sienten súbditos de la corona y se consideran pertenecientes a la realeza británica, son quienes realizan realmente las tareas de servicios (remises, limpieza, albañilería, jardinería y atención en hoteles, supermercados y tabernas). También hay, en menor medida, otras minorías de sudamericanos emigrados dedicados también a los servicios que los kelpers no quieren hacer. Mi sensación es que de seguir con esta tendencia los chilenos serán mayoría en las islas en un par de generaciones. Aunque los propietarios de las estancias, casas y terrenos siguen siendo "nativos kelpers". (Y los verdaderos propietarios de las Islas, nosotros).

La visita a los sitios de combate, contribuyen al sustento de muchos de estos "extra kelpers" que viven en las islas, ya que son ellos quienes ofrecen a cambio de unos cientos de libras, visitas guiadas de habla hispana a (SIC) "los puntos donde se libraron las peores y mas crudas batallas" (Algunos hasta garantizan visualizar "sangre" de 1982 por un par de libras mas). 

Por lo que pude ver en esa semana de estadía en la que recorrí a pie fundamentalmente los alrededores de Puerto Argentino, la zona el viejo aeropuerto y alguno de los montes cercanos, es que tienen un circuito "preparado" para el turismo que no se condice del todo con los lugares ocupados realmente por las tropas argentinas en 1982. En ese circuito han hecho algunos pozos y trincheras "ad hoc" de fácil acceso para que el turista desprevenido y ávido del recuerdo "histórico", se saque en ellos la foto de rigor en lo que fue "el último campo de batalla artesanal del siglo XX".

Recorrer los sitios que realmente ocupamos en 1982 durante la guerra, lugares donde realmente hubo combates, y donde estuvimos, y ver en ellos como mudos testigos de aquel entonces restos de latas y hierros oxidados, cueros de lo que pudieron ser algún día borceguíes, vainas de municiones, telas, pozos y marcas de las explosiones convertidos en pozos inundados, restos de lo que fueron puestos de defensa argentinos, me hizo sentir (ahora en 2018) extraño y lejano a todo ese paisaje, me supe "ajeno" a los recuerdos de esos campos. Me costó  mucho "verme" en esos lugares hace tanto tiempo. Sabiendo que estuve allí me costó reconocerme en ese lugar.


Percibí que si bien estuve en combate en esos lugares en 1982 realmente se trató de un rol, un personaje que me tocó representar en aquel momento, a pedido de toda una sociedad y de un ejército que me tenía por ley entre sus filas. Y que ese personaje, ese rol que tuve durante la guerra poco o nada tenía que ver conmigo. La guerra transforma, cambia, aleja a la persona de sus principios, de sus creencias, y de sus valores; cada disparo, cada día de combate, cada caído, cada muerto separan "al soldado" de la "persona" que lo representa. Y ahora había tal distancia entre ambos que era imposible casi relacionarlos.

Constaté estando ahí, que ese rol estaba muerto y que no habían quedado temas pendientes que cerrar con él, nada que reprocharle, nada que agradecerle o recriminarle, ninguna culpa, ningún arrepentimiento. Me queda 
su recuerdo desde luego, pero evidentemente había hecho el duelo de manera correcta, y estaba en paz con esa "pérdida". Por eso seguramente no sentía necesidad alguna de volver. Y me sentí en paz conmigo mismo.

Ese rol, ese personaje, "el yo soldado" podía estar tranquilamente enterrado en algún sitio junto a los hierros oxidados, las latas, las vainas, los restos de borceguíes y los hoyos de tantas bombas inundados que estaban ahora frente a mis ojos, y no había necesidad alguna de revolver para encontrar algo suyo. Mientras realizaba ese peregrinaje obligado por lo que fueron "nuestros campos de batalla", la sensación era como la de transitar un viejo y abandonado cementerio.

Mas allá de todo lo indicado, en lo que refiere a "lo externo", debo decir que se nota demasiado la vigilancia y el seguimiento que agentes de seguridad o del ejercito, hacen (espero que solamente) a los grupos de Veteranos de Guerra Argentinos que recorren las islas en sus visitas. 
Seguramente podrían hacerlo mejor, es decir de manera mas disimulada, pero entiendo que es parte del intimidamiento que pretenden. Ayudados voluntariamente quizás por algunos de estos kelpers aburridos y resentidos, pero siempre atentos, a lo que algún "argie" pueda hacer o piensan que iría a hacer. Nada de banderas celestes y blancas, nada que recuerde que argentina es la propietaria de esas islas y estuvo ahí para recuperarlas en 1982.

Es muy fácil ver camionetas, jeeps, automóviles que se estacionan en medio de la nada y desde los que un solitario conductor observa con modernos prismáticos la presencia y actividad del "o grupo o visitante indeseado", y cada tanto con el celular o radio en mano reporta seguramente lo que sucede (o sea ....... "nada").
Entiendo que son ellos quienes (una vez que el o los visitantes abandonan el lugar) revisan y retiran inmediatamente cualquier cosa que "el argie" haya dejado a modo de recuerdo o tributo sobre alguna "posición", piedra o pozo de zorro reconocido. Ningún indicio o recuerdo argentino quieren -ni permiten- que quede (solo los colocados por ellos o el ejercito "britt" recordando sus bajas).
También, y sobre todo en las afueras de la ciudad, uno nota (y ve) las miradas silenciosas que desde detrás de las cortinas de las ventanas observan y controlan el paso del visitante. Son muy aburridos.

San Carlos me animo a afirmar que es de los peores lugares que uno pueda llegar a conocer.
El viento huracanado y congelante es simplemente insoportable (y eso que era marzo). Se trata de un sitio "imposible", un lugar "gris", del mismo gris con el que conocí y recordé por años las imágenes sueltas de Malvinas. Nada para ver, nada para hacer un lugar ideal para pegarse un corchazo. Sinceramente mis respetos y reconocimiento a quienes les toco defender y luchar en ese lugar. 

Mas allá del cementerio británico de San Carlos, por todos los lugares en los que se combatió, se observan 
esparcidos entre rocas y pastizales, numerosas indicaciones, placas y cruces colocados por los ingleses que dan cuenta y recuerdan las bajas que tuvieron en sus tropas en 1982. 

El cementerio Argentino en Darwin es un capitulo aparte y se encuentra estratégicamente en medio de la nada, alejado de todo. Al acercarse se percibe y siente una energía negativa tremenda.
Tristeza, desolación, dolor, y muerte acompañan al visitante en cada minuto que uno pisa ese lugar. El silencio sepulcral  y el viento que no cesa nunca, parecen amplificarse (si eso fuera posible) en Darwin, y ayudan a la sensación de angustia y de desolación. Es como que todo el silencio característico de quienes combatieron en una guerra (que se manifiesta en las posguerras), se hubiese juntado y quedado en ese lugar. Un silencio que atraviesa el alma. Un silencio mortal en contraposición a los sonidos también mortales pero ensordecedores de las explosiones, los disparos y los gritos escuchados hacía casi 36 años y que de a ratos volvían a aparecer en mi cabeza. Darwin es un sitio sin tiempo, sin color, y sin sonido.

Las tumbas van pasando y afloran casi con igual velocidad los recuerdos de tantos cuerpos y caras iluminados por los flashes anaranjados, rojizos de los disparos y las explosiones en la cerrada oscuridad de 1982. Caras de desesperación y de dolor, ojos vacíos, bocas abiertas en un grito desgarrador silenciado abruptamente y congelado para siempre por la sorpresiva, traicionera e inoportuna muerte. Darwin es Desolacion, Dolor, Desazón, Tristeza.





Estuve allí exactamente una semana antes de la visita de los familiares de los caídos al cementerio de Darwin; fue duro recorrer las tumbas y leer los nombres (ya identificados) de tantos compañeros que murieron inmerecida, dolorosa y tempranamente, "lejos -muy lejos- de aquella gloria con la que habíamos jurado morir" (pero deseando realmente "vivir"). 
Esa gloria de la que hablan los libros, los medios, la sociedad, y que desde luego ni los combatientes ni los caídos disfrutarán jamás. Esa gloria usada como mala excusa para tratar de justificar los daños irreparables y las pérdidas humanas de las guerras. Imposible no pensar en esas familias que desde hacía ya casi 36 años vivían tratando de darle un sentido a la abrupta e incomprensible ausencia de sus seres queridos, supliendo su presencia familiar con una foto de un muchacho vestido de militar congelado en el tiempo.
En Darwin sale a la luz, aflora, el dolor arrasador de  las guerras. Lo que no se dice, lo que se esconde. Las consecuencias particulares, las pérdidas y desgracias personales que aparecen cuando se pasa del plano colectivo al plano individual, ese plano en el que existen nombres y apellidos. Ese plano en el que la gloria, o el título de héroe no alcanzan nunca para justificar o paliar el dolor a una madre frente a esa muerte particular que le ha tocado en suerte.

No mucho mas para contar de Malvinas, poco que ver, poco que hacer; quien quiera ir, adelante, yo no lo recomendaría como destino turístico. Malvinas vale mucho mas por lo que representa, por lo simbólico, pero es sin dudas "un destino" para los argentinos.

Lo extraño, lo incomprensible es que (salvo en el cementerio de Darwin del que salí realmente con un gusto muy amargo en la boca) y pese a no tener nada realmente atractivo (la cerveza barata y en enorme variedad de etiquetas hoy podría llegar a ser algo a favor de Malvinas) lo cierto es que esa semana en las islas se me pasó muy rápido y me sentí bien. Ajeno, lejano en muchas ocasiones, pero bien, en paz. Será que estando en Malvinas y a pesar de todo, los argentinos "nos sentimos en casa".

Sé que este viaje es el último que haré en mi vida a las Islas, ahora si estoy seguro de no querer volver ("Tacháme la doble"), pero reconozco que me sirvió y fue muy positivo; fue un "dar vuelta de pagina" definitivo, y creo que todos los veteranos que viajamos, cada uno a su manera y según sus necesidades o sentimientos, sacó provecho del viaje.  

CCH Marzo 2018

(*) Aclaro que durante la guerra si bien confiaba en Dios no me atrevía a rezarle o a pedirle nada, pues consideraba que al estar violando el mandamiento "no matarás" no estábamos en condiciones de realizar ningún pedido. (Si le rezaba a la Virgen que seguramente debía estar conmovida como madre). 


domingo, 24 de junio de 2018

11 de Junio 2018

Video realizado con motivo de la segunda celebración del Día del Héroe de Malvinas Banfileño, con muchas fotos de mi viaje a Malvinas en Marzo de este año y toda la onda y el laburo de la gente de Soy de Banfield.

Gracias Rodo !!!


viernes, 16 de junio de 2017

11 de Junio Día del Héroe de Malvinas Banfileño

El 14 de junio de 1982 terminaba la guerra de Malvinas con su tendal de caídos, heridos, y sobrevivientes, ese día comenzaba también la posguerra. A partir de ese día y con el tiempo, muchos de esos caídos, heridos y/o sobrevivientes serían reconocidos como héroes.

El tema es que en general 
se destaca con ese "honorable título" a quienes contribuyeron con sus acciones de combate a matar o generar daños considerables al enemigo.  
Y la duda es -ya que es la sociedad la que usa ese titulo para reconocer a quien quiera- ¿que tipo de héroes queremos tener en Argentina, o mas localmente, en Banfield ?.  

Creo que en el ámbito militar puede tener cierto sentido el distinguir aquellas personas y acciones que provocan daño, destrucción y muerte, pero en un entorno más “civil” considero que lo que debe aprovecharse y destacarse de las guerras son aquellos hechos y acciones que sirvan a la comunidad, que tengan aplicación en la vida diaria. 



Hechos que sirvan de ejemplo, que puedan ser replicados, que sumen al día a día, que muestren la entrega, el compañerismo, la abnegación, la solidaridad que surgen cuando se está unido y luchando por un ideal justo, cuando existe cohesión y apoyo en los grupos y se avanza en pos de lograr un objetivo común.

Se “va a la guerra” para defender intereses “comunes”, “superiores” (¿?) que nos inculcan desde chicos como muy importantes, pero cuando “se está en la guerra” nadie se acuerda de ellos, y por lo que se lucha es por la propia vida y por la de los compañeros. No existe otra cosa. 
Y es ahí cuando surgen la entrega, el compañerismo, la “abnegación” de los que yo creo son los verdaderos y rescatables “héroes”.

Estos héroes no son temibles gladiadores, ni eximios guerreros. No son “rambos o terminators”. Son seres “tremendamente humanos” a los que no les importa arriesgar o llegar incluso a perder su vida por salvar a otros, por apoyar a sus compañeros, por no abandonarlos. Personas que jamás traicionarían sus principios y creencias, convencidas de que lo que buscan es para el bien de todos. 

Eso creo es lo que debiera ser reconocido por la sociedad ("civil"). 

Los militares que alaben su armamento, y la destrucción y la muerte que pueden lograr con ellos. Para eso están despues de todo. 

Creo que desde la “civilidad” debemos destacar otras cosas, otros valores que sirvan para construir, para unir, para crecer, para ser mejores.

Por eso, el caso de Marcelo Daniel Massad debe ser reconocido y recordado siempre, porque él cayó en la noche del 11 de junio de 1982 cuando por su propia iniciativa, por sus creencias, por sus valores, prefirió ir a avisar a un grupo de compañeros que no habían escuchado la voz de replegarse ante la fuerte y feroz ofensiva enemiga. 

No era una opción para Marcelo Daniel Massad, en esos días soldado, salvarse él y abandonar a su suerte a parte de su equipo.

Marcelo fue alcanzado esa noche por fuego enemigo cuando se disponía a seguir a sus compañeros, a los que había ido a buscar arriesgando su vida para que ellos también se pudiesen replegar y salvarse. Ellos pudieron hacerlo, él no tuvo esa suerte.

Por eso considero tan importante la movida realizada este domingo para instaurar el 11 de Junio como Día del Héroe de Malvinas Banfileño en memoria del soldado Marcelo Daniel Massad.

La propuesta (100 % "civil" y bien alejada de los cuarteles) fue impulsada por la agrupación Soy de Banfield y promovida por varias organizaciones culturales del barrio, tuvo el apoyo y participación de múltiples grupos sociales.  

Durante la jornada se realizaron cuadros y murales que quedarán expuestos en la estación de trenes del Ferrocarril Roca de Banfield, y en la terminal de transferencia de pasajeros adjunta a la misma. 

Participaron en las pintadas artistas locales entre los que se destacan Jorge Gionco y Checho Perrone, y varias agrupaciones Banfileñas como Solo Banfield y Banfileños del Roca.

Se realizó también la proyección de la película “Locos de la Bandera” de Julio Cardoso, y el especial “MP3, Islas Malvinas” producido por Cesar Canessa. 

La jornada contó con la cobertura radial completa por parte de la radio “Ecos de Malvinas”, de la Secundaria 3 “Héroes de Malvinas” que trabaja constantemente en la memoria sobre el tema Malvinas. 

Se llevó a cabo un taller de barriletes para que participen los más chicos, con motivos banfileños y malvineros y pinturas alusivas a la paz y a Malvinas. 

Y desde luego no faltaron choripanes para todos para acompañar la jornada.







“Papi, andá hablar al club, deciles que me guarden el puesto de arquero, cuando vuelva quiero defender los colores del club así como ahora estoy defendiendo la patria” había escrito unos días antes de caer en Malvinas Marcelo en una carta a sus padres. 
Un ejemplo.


CCH