Carlos Esteban Plá fue "mi mayor" durante la colimba en el año 1981 y también durante la Guerra de Malvinas en el 82. Concretamente fue quien "me cagó la guerra" diciéndome aquel 25 de Mayo, que íbamos a terminar como prisioneros, que nada se podía hacer, que la guerra estaba perdida y que lo único que él quería era volverse y que lo asciendan de grado para retirarse.
Algunos años después me enteré que había sido subjefe de Jefatura de la Policía de San Luis en 1976 cuando era Capitán del Ejército. Allí, dos días después que Pla reconociera que Graciela Fiochetti (estudiante de 21 años de edad) estuvo detenida en un operativo policial en la ciudad de La Toma y en la propia Jefatura de Policía, el cadáver de la joven apareció en las Salinas del Bebedero quemado desde el pecho hasta la frente y sin manos.
Graciela Fiochetti, sufrió torturas en la comisaria de La Toma y en la Jefatura policial de San Luis de la que Pla era responsable. Desde esa jefatura fue trasladada junto a otro joven (Sandro Santana Alcaraz) a un descampado en el que fueron puestos de rodillas, vendados y maniatados. Allí, luego de preguntarles a los gritos si iban a hablar, el Capitán Plá les disparó un tiro en la nuca a cada uno. Plá a modo de disculpa, dijo después que Graciela “estaba muy metida en la subversión".
En 2009 el Tribunal Oral Federal de San Luis condenó a prisión perpetua con inhabilitación absoluta y en cárcel común a Carlos Esteban Plá por delitos de lesa humanidad cometidos en el asesinato de la estudiante Graciela Fiochetti, y las desapariciones y asesinatos de Pedro Valentín Ledezma y Sandro Santana Alcaráz y los tormentos sufridos por Víctor Carlos Fernández.
Desde luego no hay que generalizar, pero no me vengan con que hay milicos que por haber estado en la Guerra de Malvinas merecen respeto.
#NUNCAMAS
#MEMORIA #MALVINAS
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domingo, 24 de marzo de 2019
viernes, 15 de enero de 2016
Relatos de Malvinas
No comparto -o no me parecen correctas- las “formas” de los relatos
que a menudo se hacen cuando se trata de hechos bélicos de la Guerra de
Malvinas.
Aclaro que para nada reniego, ni niego (por el contrario, respeto mucho) lo
actuado por muchos soldados y cuadros durante la guerra. Es un motivo de orgullo haber participado
en los combates por Malvinas en el 82 y haber compartido con muchos VG vivencias
y acciones inolvidables.
No comparto cuando esos relatos se hacen cuasi “novelándolos”, con
descripciones retóricas dignas de ser incluidas en la revista Billiken, donde parece
que se cuentan las acciones de guerra como si fuesen algo "casi deseable", hasta
con ciertos visos de "romanticismo"; o cuando hacen parecer que San Martín y Belgrano quedan a la altura de un poroto ante la valentía y abnegación
que muchos dicen haber tenido.
Simplemente porque no se condice con lo
que yo ví -y viví- en los sesenta y pico de días que estuve en Malvinas (y durante
los combates).
No “siento” como real cuando se
presentan los hechos tan “idílicamente”, cuando se “maquilla” tanto la situación.
En lugar de:
……"esa fría mañana, algunas gaviotas sobrevolaban nuestras posiciones, el cielo plomizo y el helado aire de Malvinas endurecían aún más nuestros rostros, y sentíamos en la sangre el impulso sanmartiniano ante el vil invasor.......",
Considero que se acerca más o que describe mejor el estado de ánimo y la situación que se vivía:
...." estábamos con el barro hasta las pel#tas, se nos agotaban las municiones, y le tirábamos a lo que se ponía enfrente (y si era inglés …..mejor)”,……o “no sentíamos si hacia frio o calor, no dábamos mas, pero seguíamos poniendo el hombro, teníamos miedo y nos dábamos fuerza y ánimo entre todos, ...".
……"esa fría mañana, algunas gaviotas sobrevolaban nuestras posiciones, el cielo plomizo y el helado aire de Malvinas endurecían aún más nuestros rostros, y sentíamos en la sangre el impulso sanmartiniano ante el vil invasor.......",
Considero que se acerca más o que describe mejor el estado de ánimo y la situación que se vivía:
...." estábamos con el barro hasta las pel#tas, se nos agotaban las municiones, y le tirábamos a lo que se ponía enfrente (y si era inglés …..mejor)”,……o “no sentíamos si hacia frio o calor, no dábamos mas, pero seguíamos poniendo el hombro, teníamos miedo y nos dábamos fuerza y ánimo entre todos, ...".
Tampoco la descripción que hace ver a los VGM como eximios guerreros, o que pareciera que se estaba a gusto con la batalla, y no sentía miedo o temor en esos momentos.
Miedo
-según la real academia española- es una sensación de alerta y angustia por
la presencia de un peligro o mal, sea real o imaginario.
Quien
diga que no sintió miedo en la guerra, en los combates, en los bombardeos,……. con
todo mis respetos: “No le creo”.
Todos
tuvimos miedo, pero ahí estuvimos, nos quedamos, desde luego cada quien con diferentes grados de
temor e incertidumbre; pero "apretamos
los dientes", e hicimos lo que pudimos, supimos y consideramos que debíamos hacer,...... y fuimos para adelante.
Es decir, reitero, respeto 100 % lo actuado, vivido y sentido por el grueso de los VG, pero creo que “maquillar” los relatos no los hace más creíbles o memorables.
Es decir, reitero, respeto 100 % lo actuado, vivido y sentido por el grueso de los VG, pero creo que “maquillar” los relatos no los hace más creíbles o memorables.
CCH2007
lunes, 11 de enero de 2016
Lo difícil de la guerra
Muchos nos consultan, sobre lo difícil que debe ser el momento en el que uno toma conciencia que va a matar, sobre lo angustiante que debe ser “apretar el gatillo” sabiendo que ese proyectil que uno dispara, probablemente se llevará consigo una o más vidas.
Apretar el gatillo es realmente muy simple, y más aún cuando se está bajo fuego enemigo.
Las "consecuencias", lo "pesado" viene después, cuando ya no hay disparos (como dice una conocida letra de Pink Floyd: Las llamas se apagaron, pero el dolor persiste.)
Porque el daño de la munición, no solo se hace "en los del otro lado", ese mismo proyectil que se dispara, termina hiriendo, termina impactando en mayor o menor grado en quien aprieta el gatillo.
De eso se habla cuando se dice que nadie vuelve (ileso, sano) de una guerra.
Es decir, no se sabe cuánto daño se hace al apretar un gatillo, pero tampoco cuanto daño "se está uno haciendo". No se toma conciencia y se actúa.
Se supone (o se hace creer) que existe una causa que es más valiosa que las vidas humanas en juego en ese momento. Y en definitiva más importante que las vidas humanas que se verán afectadas con posterioridad a la guerra.
En el combate la idea es que se actúe pero no se piense. Otros “piensan” por los soldados y les dicen que deben hacer, …………….. y les dicen que disparen.
Pasado el combate, el problema será del soldado que deberá aprender a vivir con “sus muertos” en la consciencia. Quizás de ahí se desprende el alto el índice de suicidios entre excombatientes (en el mundo).
Los “aplausos”, la "glorificación de la guerra", el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, y demás acciones "política y socialmente correctas" para los que vuelven del combate, se dan para que le sea más llevadero al soldado todo ese bagaje de cosas que se traen de la guerra y que se deberán llevar sobre las espaldas a partir de entonces.
Se dan para seguir convenciendo al (ex) soldado que haber defendido los intereses que defendió en la guerra valió la pena, aún a costa de su bienestar futuro (en realidad para disfrazar que su bienestar a pocos le importa frente a los intereses defendidos en la guerra).
Es necesario convencer a la persona de que es un héroe, y que está muy bien lo que hizo. Que los enemigos definidos en ese entorno merecían la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas -y ajenas a la guerra- también merecían sufrir.
Porque si se empieza a analizar de manera más macro, se puede llegar a conclusiones que atentan contra lo actuado, pues el conflicto es temporal (como los enemigos del momento) pero los daños son en la mayoría de los casos permanentes.
En el mismo acto de apretar el gatillo, está la condena a cumplir: el tener que vivir después con eso encima.
En la sociedad hay un mecanismo de castigo (o compensación) para quienes quitan una vida. En la guerra no.
CCH2007
Apretar el gatillo es realmente muy simple, y más aún cuando se está bajo fuego enemigo.
Las "consecuencias", lo "pesado" viene después, cuando ya no hay disparos (como dice una conocida letra de Pink Floyd: Las llamas se apagaron, pero el dolor persiste.)
Porque el daño de la munición, no solo se hace "en los del otro lado", ese mismo proyectil que se dispara, termina hiriendo, termina impactando en mayor o menor grado en quien aprieta el gatillo.
De eso se habla cuando se dice que nadie vuelve (ileso, sano) de una guerra.
Es decir, no se sabe cuánto daño se hace al apretar un gatillo, pero tampoco cuanto daño "se está uno haciendo". No se toma conciencia y se actúa.
Se supone (o se hace creer) que existe una causa que es más valiosa que las vidas humanas en juego en ese momento. Y en definitiva más importante que las vidas humanas que se verán afectadas con posterioridad a la guerra.
En el combate la idea es que se actúe pero no se piense. Otros “piensan” por los soldados y les dicen que deben hacer, …………….. y les dicen que disparen.
Pasado el combate, el problema será del soldado que deberá aprender a vivir con “sus muertos” en la consciencia. Quizás de ahí se desprende el alto el índice de suicidios entre excombatientes (en el mundo).
Los “aplausos”, la "glorificación de la guerra", el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, y demás acciones "política y socialmente correctas" para los que vuelven del combate, se dan para que le sea más llevadero al soldado todo ese bagaje de cosas que se traen de la guerra y que se deberán llevar sobre las espaldas a partir de entonces.
Se dan para seguir convenciendo al (ex) soldado que haber defendido los intereses que defendió en la guerra valió la pena, aún a costa de su bienestar futuro (en realidad para disfrazar que su bienestar a pocos le importa frente a los intereses defendidos en la guerra).
Es necesario convencer a la persona de que es un héroe, y que está muy bien lo que hizo. Que los enemigos definidos en ese entorno merecían la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas -y ajenas a la guerra- también merecían sufrir.
Porque si se empieza a analizar de manera más macro, se puede llegar a conclusiones que atentan contra lo actuado, pues el conflicto es temporal (como los enemigos del momento) pero los daños son en la mayoría de los casos permanentes.
En el mismo acto de apretar el gatillo, está la condena a cumplir: el tener que vivir después con eso encima.
En la sociedad hay un mecanismo de castigo (o compensación) para quienes quitan una vida. En la guerra no.
CCH2007
martes, 22 de diciembre de 2015
Los "sentidos"
Me preguntaron hace unos días si el haber estado en combate "agudiza los sentidos".
Y sí, efectivamente, ante la situación de "peligro de muerte inminente", se agudizan los sentidos.
No dudo que a todos los que estuvimos en esa situación nos pasó, (la vista, el oído, el "ver" de noche, el "oir" dormido, etc. etc.) y que mantuvimos esa "sensibilidad" mas allá del 82.
En mayor o menor tiempo cada quien, ya que en la medida que transcurre el tiempo y que se van viviendo situaciones mas "normales" -como todo animal ciudadano-, deja de ser necesario esa agudeza de sentidos para (sobre)vivir.
Llegando a los casos extremos de no ver una vaca a dos metros, ni a distinguir una bocina de un maullido de un gato.
Y creo que el tiempo que uno "prolonga" ese estado de "vigilia permanente" que se necesita durante el tiempo de combate, tiene que ver con el grado de superación e integración que cada uno logra en la posguerra.
Es decir está relacionado a cuanto pudo o no, el ex soldado "desprenderse" y "sobrellevar" el "efecto de la guerra" (de Malvinas en este caso) en su vida de posguerra. Con lograr el estar "aqui y ahora" y no seguir "pegado" en su rol de combate del 82.
Eso no significa dejar de "usar", consciente o inconscientemente, esos "truquitos" que uno aprende y que se hacen carne, cuando las situaciones lo ameritan (quizás el "olfatear" el peligro antes que otro, el no sobresaltarse ante el ruido de un disparo o una explosión, el estar atento a las salidas de emergencia en sitios cerrados, el identificar inconscientemente que persona o personas serán las primeras a socorrer en caso de peligro, o que lugares son los mejores disponibles para protegerse y proteger a quienes están con nosotros, etc., etc.).
Pero hay otro tipo de sentidos que creo no equivocarme, se desarrollan durante combate, (en nuestro caso durante la "gesta de Malvinas"), que no hay que dejar de lado.
Y estos sí son sentidos que no se pierden con los años, sino que por el contrario se van consolidando y agrandando.
Hablo del sentido de la amistad, del compañerismo, del deber cumplido, de los valores, de jugarse por un compañero, del respeto por los caídos y por los demás, del sentido de "patria" (o nación no sé bien la diferencia), del sentido de una causa justa, del sentido de la entrega, y algunos otros que seguro dejo de lado en este rápido recuento.
CCH2007
Y sí, efectivamente, ante la situación de "peligro de muerte inminente", se agudizan los sentidos.
No dudo que a todos los que estuvimos en esa situación nos pasó, (la vista, el oído, el "ver" de noche, el "oir" dormido, etc. etc.) y que mantuvimos esa "sensibilidad" mas allá del 82.
En mayor o menor tiempo cada quien, ya que en la medida que transcurre el tiempo y que se van viviendo situaciones mas "normales" -como todo animal ciudadano-, deja de ser necesario esa agudeza de sentidos para (sobre)vivir.
Llegando a los casos extremos de no ver una vaca a dos metros, ni a distinguir una bocina de un maullido de un gato.
Y creo que el tiempo que uno "prolonga" ese estado de "vigilia permanente" que se necesita durante el tiempo de combate, tiene que ver con el grado de superación e integración que cada uno logra en la posguerra.
Es decir está relacionado a cuanto pudo o no, el ex soldado "desprenderse" y "sobrellevar" el "efecto de la guerra" (de Malvinas en este caso) en su vida de posguerra. Con lograr el estar "aqui y ahora" y no seguir "pegado" en su rol de combate del 82.
Eso no significa dejar de "usar", consciente o inconscientemente, esos "truquitos" que uno aprende y que se hacen carne, cuando las situaciones lo ameritan (quizás el "olfatear" el peligro antes que otro, el no sobresaltarse ante el ruido de un disparo o una explosión, el estar atento a las salidas de emergencia en sitios cerrados, el identificar inconscientemente que persona o personas serán las primeras a socorrer en caso de peligro, o que lugares son los mejores disponibles para protegerse y proteger a quienes están con nosotros, etc., etc.).
Pero hay otro tipo de sentidos que creo no equivocarme, se desarrollan durante combate, (en nuestro caso durante la "gesta de Malvinas"), que no hay que dejar de lado.
Y estos sí son sentidos que no se pierden con los años, sino que por el contrario se van consolidando y agrandando.
Hablo del sentido de la amistad, del compañerismo, del deber cumplido, de los valores, de jugarse por un compañero, del respeto por los caídos y por los demás, del sentido de "patria" (o nación no sé bien la diferencia), del sentido de una causa justa, del sentido de la entrega, y algunos otros que seguro dejo de lado en este rápido recuento.
CCH2007
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martes, 24 de noviembre de 2015
Que tendrá que ver Dios con las guerras.
A la mayoría de los dioses se les atribuye desde la antigüedad más remota, la potestad sobre la vida y la muerte de los seres vivientes (en particular de los humanos), y se imputa muchas veces a decisiones divinas la continuidad o no de "la vida", ya sea la de uno o las de millones de esos seres.
Cuando los seres humanos pretendemos asumir esa potestad y decidimos nosotros la continuidad o no de la vida de uno, cientos, o miles de personas (desde luego con acciones y decisiones humanas, que cuidan y velan por intereses humanos), no tiene sustento alguno el atribuir a los dioses o a intereses divinos la justificación de esas decisiones y acciones.
La guerra se vende con un marketing muy bien preparado y aceptado, para que los soldados a los que les toca ir al combate, no sólo no se rebelen, sino que además crean y estén convencidos que vale la pena matar y morir por las causas que sean hayan desencadenado esa guerra. Y a veces nos quieren hacer creer que esas causas tienen el aval de las divinidades.
De hecho, es normal que se bendigan las armas antes de ser utilizadas en el combate, y la presencia de ministros religiosos (que mas allá de dar soporte espiritual al combatiente) pareciera dar una justificación, o un aval, a las causas que desataron el conflicto.
Es cuanto menos cuestionable (o sería realmente preocupante) que a los dioses les importe -o peor ....que avalen- que se le quite la vida (por ellos creada) a una persona o a miles, justificando esa acción en causas de límites geopolíticos, o intereses económicos o creencias religiosas, ya que el mundo fue creado -en principio por ellos mismos- sin países, ni gobiernos, ni religiones.
Para justificar entonces que alguien pueda matar a un semejante, se usa por un lado el marketing de la guerra, y por otro se crea un ámbito de desesperación y acorralamiento en el que sumerge a la persona para que en el combate pueda asesinar sin remordimientos a quien se considere que represente una amenaza para su vida y la de sus compañeros.
Porque si nos alejamos de los intereses humanos (de ninguna manera "divinos") con los que se trata de justificar esas muertes; estamos frente a acciones que en otras circunstancias serían calificadas directamente como homicidios (o asesinatos según fuesen los intereses en juego). Pero las muertes en los casos de guerra se califican o consideran como gloriosas, pues como dijimos se realizan en cuidado de intereses políticos, económicos, religiosos, etc. (humanos, todos ellos muy humanos).
En la vida en sociedad este tipo de acciones (matar a otro) no reciben “condena” legal cuando se puede demostrar que fueron en legítima defensa, o para evitar un mal mayor, o porque se estaba cumpliendo una orden (La guerra encaja perfectamente en estas acepciones). En el combate armado tampoco, es mas.... se las fomenta y se las aplaude.
Pero que “legalmente” no se reciba condena no significa que la persona no sea “responsable” (¿culpable?) del hecho material, de esa muerte.
No se va preso por la muerte provocada en esas "determinadas" circunstancias, pero quien la llevó a cabo, está identificado y llevará por siempre el peso de esa muerte en sus espaldas.
¿Entenderán los dioses estas “Justificaciones” legales?
¿Aceptarán los dioses los motivos por los que se le quita la vida a un semejante?
¿Qué le preguntarán los dioses a esas personas que mataron a otros cuando llegue la hora de enfrentarse a ellos y ya no existan, ni tengan sentido alguno, los límites geográficos, los intereses políticos, e incluso las diferencias religiosas?
¿Habrá premio o castigo?
¿O habrá que arrepentirse primero?
Pero ¿porque arrepentirse si nos habían dicho que era algo bueno ir a la guerra? ¿no era algo que ennoblecía? ¿Dios no estaba de nuestro lado?
CCH2007
Cuando los seres humanos pretendemos asumir esa potestad y decidimos nosotros la continuidad o no de la vida de uno, cientos, o miles de personas (desde luego con acciones y decisiones humanas, que cuidan y velan por intereses humanos), no tiene sustento alguno el atribuir a los dioses o a intereses divinos la justificación de esas decisiones y acciones.
La guerra se vende con un marketing muy bien preparado y aceptado, para que los soldados a los que les toca ir al combate, no sólo no se rebelen, sino que además crean y estén convencidos que vale la pena matar y morir por las causas que sean hayan desencadenado esa guerra. Y a veces nos quieren hacer creer que esas causas tienen el aval de las divinidades.
De hecho, es normal que se bendigan las armas antes de ser utilizadas en el combate, y la presencia de ministros religiosos (que mas allá de dar soporte espiritual al combatiente) pareciera dar una justificación, o un aval, a las causas que desataron el conflicto.
Es cuanto menos cuestionable (o sería realmente preocupante) que a los dioses les importe -o peor ....que avalen- que se le quite la vida (por ellos creada) a una persona o a miles, justificando esa acción en causas de límites geopolíticos, o intereses económicos o creencias religiosas, ya que el mundo fue creado -en principio por ellos mismos- sin países, ni gobiernos, ni religiones.
Para justificar entonces que alguien pueda matar a un semejante, se usa por un lado el marketing de la guerra, y por otro se crea un ámbito de desesperación y acorralamiento en el que sumerge a la persona para que en el combate pueda asesinar sin remordimientos a quien se considere que represente una amenaza para su vida y la de sus compañeros.
Porque si nos alejamos de los intereses humanos (de ninguna manera "divinos") con los que se trata de justificar esas muertes; estamos frente a acciones que en otras circunstancias serían calificadas directamente como homicidios (o asesinatos según fuesen los intereses en juego). Pero las muertes en los casos de guerra se califican o consideran como gloriosas, pues como dijimos se realizan en cuidado de intereses políticos, económicos, religiosos, etc. (humanos, todos ellos muy humanos).
En la vida en sociedad este tipo de acciones (matar a otro) no reciben “condena” legal cuando se puede demostrar que fueron en legítima defensa, o para evitar un mal mayor, o porque se estaba cumpliendo una orden (La guerra encaja perfectamente en estas acepciones). En el combate armado tampoco, es mas.... se las fomenta y se las aplaude.
Pero que “legalmente” no se reciba condena no significa que la persona no sea “responsable” (¿culpable?) del hecho material, de esa muerte.
No se va preso por la muerte provocada en esas "determinadas" circunstancias, pero quien la llevó a cabo, está identificado y llevará por siempre el peso de esa muerte en sus espaldas.
¿Entenderán los dioses estas “Justificaciones” legales?
¿Aceptarán los dioses los motivos por los que se le quita la vida a un semejante?
¿Qué le preguntarán los dioses a esas personas que mataron a otros cuando llegue la hora de enfrentarse a ellos y ya no existan, ni tengan sentido alguno, los límites geográficos, los intereses políticos, e incluso las diferencias religiosas?
¿Habrá premio o castigo?
¿O habrá que arrepentirse primero?
Pero ¿porque arrepentirse si nos habían dicho que era algo bueno ir a la guerra? ¿no era algo que ennoblecía? ¿Dios no estaba de nuestro lado?
CCH2007
sábado, 25 de abril de 2015
Que se piensa al disparar ?
Me preguntaron hace un tiempo, sobre lo difícil que debe ser ese momento en el que uno toma conciencia que va a matar. Sobre lo angustiante que debe ser “apretar el gatillo” sabiendo el daño que provocará ese proyectil que uno dispara al impactar sobre otra persona.
Para nada. Es facilísimo. No hay análisis. No se piensa en el daño que ese proyectil generará. Al contrario se dispara y se desea es que ese proyectil “genere” daño.
Apretar el gatillo es lo mas simple y elemental del mundo en esas circunstancias (Cuando se está bajo fuego enemigo y con riesgo de vida, no es momento de filosofar).
En esos momentos simplemente se dispara (con lo que uno tenga a mano, sea el arma que fuere, y se le dispara a lo que se ponga “enfrente de uno”), sabiendo que el que está enfrentándonos también desea quitarnos la vida o hacernos el mayor daño posible.
Solo cuenta el riesgo de vida. Solo cuenta que el que dispare primero y acierte, tendrá mas posibilidades de seguir vivo.
Quizás en esto se base el “lema” del servicio militar de que el soldado no piensa, el soldado obedece.
Y ese “lema” aplicado a estos casos, se sostiene a sabiendas de que lo difícil, lo complejo para el que dispara vendrá después, cuando ya los combates hayan pasado, cuando la “guerra” haya terminado (si es que acaso existiese un final de una guerra para los que combaten en ellas).
Pues el daño que esos proyectiles generan se manifiestan a ambos lados de la boca del fusil. Hay daños desde luego en quienes recibirán ese proyectil, pero también habrá secuelas y daños en quienes los dispararon. Nadie vuelve (sano) de una guerra.
El objetivo de ese “lema” creo es justamente que no se piense (al disparar por ejemplo) sobre todo en el daño que "uno mismo se está haciendo". Y a su vez en que mas adelante se evite analizar lo realizado.
Puede ser difícil vivir tomando consciencia de los daños realizados; si fuese fácil, no sería tan alto el índice de suicidios entre ex combatientes.
También el hecho de los aplausos y la "glorificación" de la guerra, el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, la búsqueda de reconocimiento por lo realizado en pos de "intereses superiores", se hace para que sea mas llevadero todo ese "bagaje de cosas" con el que uno se carga en la guerra y que se llevará consigo de por vida. Ya que desde luego ese "bagaje de cosas" no encaja en general con lo que se era, se creía y se aceptaba como correcto en la vida civil. Ámbito en el que luego de disparar uno debe volver a re-insertarse para continuar con su vida, lejos de las armas.
Si en el frente de combate se piensa y analiza lo que se está haciendo, puede suceder que se llegue a conclusiones que no convengan a los intereses en juego en ese momento, y que se descubra que no todos los del otro lado merezcan la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas tampoco merezcan el sufrimiento.
Hecho que queda demostrado cuando en la posguerra se realizan encuentros de ex combatientes de ambos bandos y surge la camaradería al reconocerse ambos como personas que debieron pasar por el mismo horror pero desde distintos lados de la boca del fusil que se empuña.
El soldado no piensa, el soldado obedece: obedece el mandato que la sociedad le impone a sabiendas del daño que se le está provocando (y por eso se le exige al soldado que no piense).
CCH
Para nada. Es facilísimo. No hay análisis. No se piensa en el daño que ese proyectil generará. Al contrario se dispara y se desea es que ese proyectil “genere” daño.
Apretar el gatillo es lo mas simple y elemental del mundo en esas circunstancias (Cuando se está bajo fuego enemigo y con riesgo de vida, no es momento de filosofar).
En esos momentos simplemente se dispara (con lo que uno tenga a mano, sea el arma que fuere, y se le dispara a lo que se ponga “enfrente de uno”), sabiendo que el que está enfrentándonos también desea quitarnos la vida o hacernos el mayor daño posible.
Solo cuenta el riesgo de vida. Solo cuenta que el que dispare primero y acierte, tendrá mas posibilidades de seguir vivo.
Quizás en esto se base el “lema” del servicio militar de que el soldado no piensa, el soldado obedece.
Y ese “lema” aplicado a estos casos, se sostiene a sabiendas de que lo difícil, lo complejo para el que dispara vendrá después, cuando ya los combates hayan pasado, cuando la “guerra” haya terminado (si es que acaso existiese un final de una guerra para los que combaten en ellas).
Pues el daño que esos proyectiles generan se manifiestan a ambos lados de la boca del fusil. Hay daños desde luego en quienes recibirán ese proyectil, pero también habrá secuelas y daños en quienes los dispararon. Nadie vuelve (sano) de una guerra.
El objetivo de ese “lema” creo es justamente que no se piense (al disparar por ejemplo) sobre todo en el daño que "uno mismo se está haciendo". Y a su vez en que mas adelante se evite analizar lo realizado.
Puede ser difícil vivir tomando consciencia de los daños realizados; si fuese fácil, no sería tan alto el índice de suicidios entre ex combatientes.
También el hecho de los aplausos y la "glorificación" de la guerra, el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, la búsqueda de reconocimiento por lo realizado en pos de "intereses superiores", se hace para que sea mas llevadero todo ese "bagaje de cosas" con el que uno se carga en la guerra y que se llevará consigo de por vida. Ya que desde luego ese "bagaje de cosas" no encaja en general con lo que se era, se creía y se aceptaba como correcto en la vida civil. Ámbito en el que luego de disparar uno debe volver a re-insertarse para continuar con su vida, lejos de las armas.
Si en el frente de combate se piensa y analiza lo que se está haciendo, puede suceder que se llegue a conclusiones que no convengan a los intereses en juego en ese momento, y que se descubra que no todos los del otro lado merezcan la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas tampoco merezcan el sufrimiento.
Hecho que queda demostrado cuando en la posguerra se realizan encuentros de ex combatientes de ambos bandos y surge la camaradería al reconocerse ambos como personas que debieron pasar por el mismo horror pero desde distintos lados de la boca del fusil que se empuña.
El soldado no piensa, el soldado obedece: obedece el mandato que la sociedad le impone a sabiendas del daño que se le está provocando (y por eso se le exige al soldado que no piense).
CCH
domingo, 5 de abril de 2015
No somos héroes
Yo no elegí ir a Malvinas para defenderlas en una guerra; no decidí ni pretendí
asumir el rol de representar a la voluntad popular empuñando y disparando un
arma contra los ingleses. Pero simplemente me tocó, y lo hice (o hice lo mejor que pude).
No quise, no deseaba, no fue mi propia elección, pasar los que fueron 67 días de los más terribles de mi vida. Pero no me arrepiento de haberlos pasado.
No deseé sinceramente hacer las cosas que tuve que hacer, jamás hubiese elegido pasar por lo que pasé, sentir lo que sentí. No quise perder los amigos que perdí. Pero lo enfrenté con entereza, con dolor, y no aflojé. No había realmente muchas opciones.
No quise tentar a la muerte de esa forma. No "elegí" estar allí, nunca lo hubiese hecho. Pero entendí que era necesario, que era lo que en ese momento debía hacer y se esperaba de mi.
Y fuí, y me quedé, y sumé mis manos, mis ganas, mis broncas, y compartí miedos, y ansiedades, y llantos, y risas, y angustias, y dolores.
No estaba dispuesto a dar mi vida a cambio de nada. Lo que mas deseaba era salir de allí vivo cuanto antes, lograr el objetivo y volver lo mas entero posible.
No soy un héroe, solo viví una experiencia difícil, dolorosa que como tal hay que analizarla una vez superada.
Y una guerra, como un gran desafío, es siempre a la distancia más sorteable de lo que parece desde afuera. Hay una gran cuota de azar en ello.
En la guerra el contacto sostenido con la muerte, la destrucción y el dolor, la incertidumbre de seguir vivo al minuto siguiente, el estar luchando por la vida, el recuerdo de los seres queridos; hace valorar y añorar las cosas más simples y elementales.
Cuando no se está ni siquiera en la base de la pirámide de las necesidades (de Maslow), se valora el estar vivo, se añora hacer las cosas de todos los días, sentirse sano, estar a salvo, tener cerca a sus afectos, compartir los sentimientos con ellos. Uno toma conciencia de lo que realmente tiene valor. Dormir, reír, comer, un beso, una caricia, una voz amiga de aliento y contención, la familia, la amistad, un deporte, una película, una canción, son en esos momentos “lujos”, “sueños”, “deseos” inalcanzables y que solo un milagro podría devolver a uno.
No quise, no deseaba, no fue mi propia elección, pasar los que fueron 67 días de los más terribles de mi vida. Pero no me arrepiento de haberlos pasado.
No deseé sinceramente hacer las cosas que tuve que hacer, jamás hubiese elegido pasar por lo que pasé, sentir lo que sentí. No quise perder los amigos que perdí. Pero lo enfrenté con entereza, con dolor, y no aflojé. No había realmente muchas opciones.
No quise tentar a la muerte de esa forma. No "elegí" estar allí, nunca lo hubiese hecho. Pero entendí que era necesario, que era lo que en ese momento debía hacer y se esperaba de mi.
Y fuí, y me quedé, y sumé mis manos, mis ganas, mis broncas, y compartí miedos, y ansiedades, y llantos, y risas, y angustias, y dolores.
No estaba dispuesto a dar mi vida a cambio de nada. Lo que mas deseaba era salir de allí vivo cuanto antes, lograr el objetivo y volver lo mas entero posible.
No soy un héroe, solo viví una experiencia difícil, dolorosa que como tal hay que analizarla una vez superada.
Y una guerra, como un gran desafío, es siempre a la distancia más sorteable de lo que parece desde afuera. Hay una gran cuota de azar en ello.
En la guerra el contacto sostenido con la muerte, la destrucción y el dolor, la incertidumbre de seguir vivo al minuto siguiente, el estar luchando por la vida, el recuerdo de los seres queridos; hace valorar y añorar las cosas más simples y elementales.
Cuando no se está ni siquiera en la base de la pirámide de las necesidades (de Maslow), se valora el estar vivo, se añora hacer las cosas de todos los días, sentirse sano, estar a salvo, tener cerca a sus afectos, compartir los sentimientos con ellos. Uno toma conciencia de lo que realmente tiene valor. Dormir, reír, comer, un beso, una caricia, una voz amiga de aliento y contención, la familia, la amistad, un deporte, una película, una canción, son en esos momentos “lujos”, “sueños”, “deseos” inalcanzables y que solo un milagro podría devolver a uno.
Y en estas competencias difíciles, duras, tremendas, se aprende que casi siempre es mas valioso el camino recorrido, que el objetivo que estaba al final del mismo.
Y que desde luego está bueno alcanzar objetivos, pero que lo que realmente nos transforma, y nos mejora (ya que toda competencia es en realidad con uno mismo, buscamos alcanzar y superar los límites que uno se propone) es la preparación, y el camino que transitamos para alcanzarlos.
Y como en toda competencia en la que uno se dispone a participar, la guerra se supera cuando se actúa
convencido de que lo que se está haciendo es lo correcto.
Cuando se actúa siguiendo el corazón y la intuición, aportando el mejor esfuerzo; "dejando todo" por la meta planteada, el resultado o el objetivo es importante pero no es todo.
Cuando se actúa siguiendo el corazón y la intuición, aportando el mejor esfuerzo; "dejando todo" por la meta planteada, el resultado o el objetivo es importante pero no es todo.
Y se hace carne que siempre vale esfuerzo realizado cuando lo que nos mueve es un sentimiento genuino, aun cuando no se llegue al objetivo planteado; o cuando el mismo parezca
imposible o inalcanzable.
Porque el verdadero valor, el beneficio real, de la competencia no está en el objetivo es sí mismo (es muy bueno y gratificante lograrlo –desde luego-), porque "lo valioso que nos queda" luego de competir no es el objetivo, si no nuestra propia superación.
El objetivo en tal caso solo nos recuerda que "pudimos".
Porque el verdadero valor, el beneficio real, de la competencia no está en el objetivo es sí mismo (es muy bueno y gratificante lograrlo –desde luego-), porque "lo valioso que nos queda" luego de competir no es el objetivo, si no nuestra propia superación.
El objetivo en tal caso solo nos recuerda que "pudimos".
No somos héroes, somos personas que hicimos lo
que cualquier otra hubiese hecho en esa misma situación.
Pudimos superar una prueba difícil que se nos
puso en el camino, aunque no hayamos alcanzado el objetivo. Estamos de vuelta.
Y al mirar hacia atrás, podemos decir que todo valió la pena,
porque hoy tenemos mas o menos todo aquello que tanto añorábamos hace 33 años y que parecían imposibles: amigos,
amores, afectos, estamos vivos, tenemos salud, una casa, una familia y tenemos las ganas y la
convicción para seguir adelante. Aprendimos.
Tenemos hoy las cosas que realmente se siente que tienen valor cuando no se tiene nada, y cuando se puede perder lo mas valioso que uno tiene que es la vida.
Tenemos las cosas que nos llevaremos cuando tengamos que dejar este mundo.
Tenemos el honor y el orgullo de haber vivido aquellos terribles 65 días y la vivencia de haberlo hecho con valor y en equipo, de haber estado a la altura de las circunstancias.
Tenemos mucho por delante, pasamos por muchas cosas, nadie sabe que sucederá mañana, preocupémonos por el hoy. Tenemos hoy las cosas que realmente se siente que tienen valor cuando no se tiene nada, y cuando se puede perder lo mas valioso que uno tiene que es la vida.
Tenemos las cosas que nos llevaremos cuando tengamos que dejar este mundo.
Tenemos el honor y el orgullo de haber vivido aquellos terribles 65 días y la vivencia de haberlo hecho con valor y en equipo, de haber estado a la altura de las circunstancias.
CCH
viernes, 2 de enero de 2015
Conocer lo actuado en Malvinas
Malvinas movilizó espontáneamente a toda la sociedad y nos unió tras un objetivo común, confirmando que hay intereses que debemos defender más allá de aspectos personales o sectoriales. Más de 200.000 civiles se ofrecieron de voluntarios para ir a Malvinas.
La Guerra de Malvinas es el producto de la responsabilidad, el compromiso, la unión y el respaldo de toda la sociedad.
Ese compromiso, esa unidad y ese respaldo de la sociedad en su conjunto, fue para la gran mayoría de los combatientes (y para mi como soldado en ese momento), el aval, el justificativo y la motivación para empuñar y disparar un arma en la guerra.
Muchos soldados y militares estuvieron a la altura de los hechos, y su desempeño es reconocido incluso por los propios ingleses.
La Guerra de Malvinas es el producto de la responsabilidad, el compromiso, la unión y el respaldo de toda la sociedad.
Por esa unión, por ese apoyo, y por el honor y la enorme responsabilidad que representa defender los intereses de toda la sociedad, muchos dejaron su vida en las Malvinas.
Ese compromiso, esa unidad y ese respaldo de la sociedad en su conjunto, fue para la gran mayoría de los combatientes (y para mi como soldado en ese momento), el aval, el justificativo y la motivación para empuñar y disparar un arma en la guerra.
Muchos soldados y militares estuvieron a la altura de los hechos, y su desempeño es reconocido incluso por los propios ingleses.
Existe con el correr de los años y gracias a la difusión de lo actuado en Malvinas, un sentimiento creciente de respeto, de reconocimiento y de agradecimiento de la sociedad hacia sus soldados combatientes y hacia esos militares que se sabe estuvieron a la altura de los acontecimientos.
Conocer lo realizado de Malvinas, por quienes asumieron el honor y la responsabilidad de representar a todo un país en la Guerra, debería fortalecernos como sociedad, como nación.
Por otro lado, la dictadura militar que gobernó el país en esa época, atomizó a la sociedad y quebró al país. Es primordial conocer también e identificar a los responsables y su repudiable accionar durante los años mas oscuros de represión y tortura que tuvimos en nuestra historia en Argentina.
Y es justificado y necesario el repudio y la condena hacia esos militares (y civiles) que tuvieron un desempeño aberrante, y desprestigiaron las instituciones que les dieron cabida, los cobijaron y en varios casos, los protegieron.
Pero Malvinas y dictadura no son la misma cosa: coexistieron en el tiempo y tuvieron algunos actores en común. Y no se deben mezclar alegremente ambas cosas.
Adentrarse en la historia de Malvinas, conocer los hechos y las acciones de muchos de sus protagonistas, hace que Malvinas sea un motivo de orgullo y no de lamento. Mucho menos de vergüenza.
Las islas Malvinas son nuestras. Muchos protagonistas y hechos honorables que sucedieron en 1982, también.
No permitamos que por unos cuantos impresentables se empañe y se oculte, condenando al olvido, lo realizado en Malvinas con honor y con orgullo por muchos que actuamos conscientes de estar representando a toda la sociedad y empuñamos un arma sintiendo que ese era el mandato del pueblo y las instituciones.
Conocer lo realizado de Malvinas, por quienes asumieron el honor y la responsabilidad de representar a todo un país en la Guerra, debería fortalecernos como sociedad, como nación.
Por otro lado, la dictadura militar que gobernó el país en esa época, atomizó a la sociedad y quebró al país. Es primordial conocer también e identificar a los responsables y su repudiable accionar durante los años mas oscuros de represión y tortura que tuvimos en nuestra historia en Argentina.
Y es justificado y necesario el repudio y la condena hacia esos militares (y civiles) que tuvieron un desempeño aberrante, y desprestigiaron las instituciones que les dieron cabida, los cobijaron y en varios casos, los protegieron.
Pero Malvinas y dictadura no son la misma cosa: coexistieron en el tiempo y tuvieron algunos actores en común. Y no se deben mezclar alegremente ambas cosas.
Adentrarse en la historia de Malvinas, conocer los hechos y las acciones de muchos de sus protagonistas, hace que Malvinas sea un motivo de orgullo y no de lamento. Mucho menos de vergüenza.
Las islas Malvinas son nuestras. Muchos protagonistas y hechos honorables que sucedieron en 1982, también.
No permitamos que por unos cuantos impresentables se empañe y se oculte, condenando al olvido, lo realizado en Malvinas con honor y con orgullo por muchos que actuamos conscientes de estar representando a toda la sociedad y empuñamos un arma sintiendo que ese era el mandato del pueblo y las instituciones.
CCH (julio 2003)
jueves, 16 de octubre de 2014
Que se aprende en la guerra
Que morir en combate lo único que te transforma es en cadáver (no en héroe),
Que no ofrendas tu vida en el combate (sino que te la quita una munición enemiga),
Que la guerra no es ninguna gesta honorífica (es una experiencia traumática sin parangón),
Que el combate no te hace ni mas guapo (un mono con un FAL en las manos puede hacer maravillas), ni mas hombre (hombre te definen las pelotas que la naturaleza ha provisto para ese fin),
Que no sobrevive al combate el mejor, ni el mas preparado (sino el que tiene mas suerte),
Que no hay ganadores entre los que combaten (los únicos que ganan son los que impulsan las guerras y las viven desde lejos, lucran con las muertes),
Que no es un campo de honor el de combate, (sino que es el lugar en el que se expone a jóvenes a una situación extrema y desesperada con riesgo de muerte),
Que lo que se defiende en el combate es por sobre todas las cosas la propia vida y la de los compañeros y no los conceptos etéreos intangibles y políticamente correctos de Patria, Soberanía, Bandera, etc. Se "va" a la guerra a luchar por ellos, pero cuando "se está" en la guerra se lucha por la vida.
Que los olores a carne quemada y mutilada, o los gritos desgarradores de dolor de los compañeros no se borran con el alto el fuego (persisten en la memoria a pesar de los esfuerzos por olvidarlos).
Que es muy perverso que desde el poder político y económico se "glorifique" o "ennoblezca" el participar de una guerra, ocultando las terribles consecuencias que acarrea el combate para quienes participan en él.
Que la guerra poco tiene que ver con lo que se ve en las películas.
Que la guerra es un recurso de última al que se llega por la estupidez infinita del ser humano, por su incapacidad para resolver sus propios conflictos, y por la desmedida ambición de intereses económicos y réditos políticos que nunca, jamás, se miden ni medirán en vidas humanas.
Que los soldados son (y fuimos) la moneda de cambio con la que se paga el costo de las guerras.
Que el "reconocimiento" al ex combatiente, seguramente proviene de un "remordimiento" de la sociedad por haberlo enviado a la guerra.
Que si mato en la guerra para defender algo que supuestamente es de todos, está bien y me aplauden y felicitan, pero si mato por defender a mi familia está mal y me acusan y me condenan.
Que si en lugar de enseñar en la guerra que "el soldado no piensa, el soldado obedece", le enseñaran a pensar, seguramente se evitarían muchas guerras.
"La primer víctima de la guerra es la verdad" (dicen), pero en realidad la gran víctima es la "identidad". La guerra destroza la identidad de los combatientes. Nadie "regresa" de una guerra. Se regresa siendo "otro".
Y también se aprende que cuando uno deja lo mejor de sí en pos de lograr un objetivo, cuando está convencido de porque compite, y lo hace de manera limpia, no importa el resultado.
Y que palabras como Honor, Dignidad, Respeto, Hermandad, Sacrificio, Dolor, Orgullo, Traición, toman otro sentido que muy difícilmente sea entendido por quienes no tuvieron la opción de combatir en un frente de batalla representando a toda una sociedad y defendiendo un interés común.
CCH
jueves, 2 de octubre de 2014
Fin de la Causa Malvinas
"Causa" es por definición el motivo, el origen, el fundamento de una acción; el deseo, la necesidad que nos impulsa a hacer algo.
Ahora bien, con las ganas, con el deseo, con un motivo justificado, no alcanzaremos nunca los objetivos que nos planteemos. No obtendremos nunca resultados.
Para alcanzar una meta, hay que convertir la causa, el deseo, en un “Proyecto”, pues un proyecto involucra un plan, una estrategia, actores, recursos, sponsors, plazos, etc.
Si queremos lograr algo, alcanzar una meta, un objetivo, debemos prepararnos, planificar, elaborar un plan de acción, elegir los mejores recursos, entrenar, analizar las posibles consecuencias, los entornos, las alianzas, considerar otros puntos de vista, etc.
En el caso de Malvinas hablamos hace ya más de 100 años de la “Causa”, de defender la “causa”, de mantener viva la “causa”, del alcance nacional de la “causa” y otros conceptos por el estilo. La “causa Malvinas” existe, es casi “innata” en los argentinos; tiene "vida propia", se defiende sola. Creo que es hora de decir basta y dejar de hablar de la “Causa Malvinas”
A la guerra de Malvinas, fuimos con un objetivo claro, con una meta clara: recuperarlas (y eso era casi lo único claro que teníamos).
Luchamos por alcanzar esa meta con el corazón, "con las ganas", con el sentimiento, con “las tripas”. Y demostramos que con eso “bélicamente” estuvimos a la altura de las circunstancias (ya que fuimos reconocidos en ese rol por nuestros propios enemigos).
Nos movía un noble y fuerte sentimiento. ¿Las recuperamos? ¿Cumplimos el objetivo?: Lamentablemente “no”, y eso nos costó muchas vidas.
Quienes murieron lo hicieron con -y por- la imagen de la unión de toda la sociedad, dejaron sus vidas por defender un objetivo común. Pelearon con y por un sentimiento.
De ellos tenemos que aprender a que vale la pena el esfuerzo, el dar lo mejor de uno cuando se está convencido del motivo por el que se lucha, y cuando se busca alcanzar un objetivo común que nos motiva.
De la experiencia colectiva, tenemos que aprender que no hay soluciones mágicas; que está muy bien “sentir” “desear” algo, ya que esos sentimientos serán el motor de nuestras acciones, pero que alcanzar una meta (sobre todo una gran meta) lleva consigo un gran esfuerzo previo, que es necesario elaborar un plan, prepararse, involucrar a los mejores recursos, ordenarse, planificar, diagramar, conocer las limitaciones, fortalezas y flaquezas propias y del contrincante, hacer alianzas, y muchos otros etcéteras.
De esa manera, convencidos, con un buen plan, alcanzado el objetivo propuesto o no, estaremos en mejores condiciones que antes de intentarlo, seremos “mejores” que antes, habremos “crecido” en el intento.
Porque la mejora, lo valioso, el crecimiento real, se da normalmente en el camino que se recorre para alcanzar una meta y no precisamente al alcanzarla.
Se “gana” en el proceso y se corona el esfuerzo al obtener la meta. Y se puede "ganar" sin alcanzar los objetivos propuestos.
Y si no se puede obtener la meta, dolerá desde luego, pero se estará (mejor) preparado para volver a intentarlo, y motivará a otros para que lo intenten.
Creo que ya es hora de dejar de hablar de la Causa Malvinas y empezar de una vez por todas a pensar y dar forma a un Proyecto Malvinas.
Si seguimos hablando de la causa, Malvinas seguirá siendo un deseo, una aspiración y seguiremos presos de nuestra incompetencia para recuperarlas, presos de nuestra propia indiferencia e inacción hacia la islas por tantos años y presos de pretender evitar nuestra responsabilidad en la guerra de 1982 y sus consecuencias. Seguiremos esperando que alguien, un día, nos dé una receta o una solución mágica para recuperarlas. Ese "alguien" fue Galtieri el 2 de abril de 1982 al que todos le creímos, y apoyamos, y todos estuvimos de acuerdo en ir a la guerra contra Inglaterra.
Está claro que ése no fué el mejor camino. Los veteranos de guerra somos la muestra viviente de lo que un día estuvimos todos convencidos que era lo correcto hacer. Somos parte de las consecuencias de una decisión quizás facilista y apresurada. Somos la prueba y el resultado de acciones que decidimos realizar sin mucha preparación ni planificación.
Malvinas y la guerra es responsabilidad de toda la sociedad. La posguerra y lo que queramos hacer a futuro respecto a las Islas Malvinas también. Por eso dejemos de lado por un tiempo la “causa”, y pensemos en formas activas y productivas de involucrarnos para definir entre todos un “Proyecto Malvinas”.
CCH2007
Ahora bien, con las ganas, con el deseo, con un motivo justificado, no alcanzaremos nunca los objetivos que nos planteemos. No obtendremos nunca resultados.
Para alcanzar una meta, hay que convertir la causa, el deseo, en un “Proyecto”, pues un proyecto involucra un plan, una estrategia, actores, recursos, sponsors, plazos, etc.
Si queremos lograr algo, alcanzar una meta, un objetivo, debemos prepararnos, planificar, elaborar un plan de acción, elegir los mejores recursos, entrenar, analizar las posibles consecuencias, los entornos, las alianzas, considerar otros puntos de vista, etc.
En el caso de Malvinas hablamos hace ya más de 100 años de la “Causa”, de defender la “causa”, de mantener viva la “causa”, del alcance nacional de la “causa” y otros conceptos por el estilo. La “causa Malvinas” existe, es casi “innata” en los argentinos; tiene "vida propia", se defiende sola. Creo que es hora de decir basta y dejar de hablar de la “Causa Malvinas”
A la guerra de Malvinas, fuimos con un objetivo claro, con una meta clara: recuperarlas (y eso era casi lo único claro que teníamos).
Luchamos por alcanzar esa meta con el corazón, "con las ganas", con el sentimiento, con “las tripas”. Y demostramos que con eso “bélicamente” estuvimos a la altura de las circunstancias (ya que fuimos reconocidos en ese rol por nuestros propios enemigos).
Nos movía un noble y fuerte sentimiento. ¿Las recuperamos? ¿Cumplimos el objetivo?: Lamentablemente “no”, y eso nos costó muchas vidas.
Quienes murieron lo hicieron con -y por- la imagen de la unión de toda la sociedad, dejaron sus vidas por defender un objetivo común. Pelearon con y por un sentimiento.
De ellos tenemos que aprender a que vale la pena el esfuerzo, el dar lo mejor de uno cuando se está convencido del motivo por el que se lucha, y cuando se busca alcanzar un objetivo común que nos motiva.
De la experiencia colectiva, tenemos que aprender que no hay soluciones mágicas; que está muy bien “sentir” “desear” algo, ya que esos sentimientos serán el motor de nuestras acciones, pero que alcanzar una meta (sobre todo una gran meta) lleva consigo un gran esfuerzo previo, que es necesario elaborar un plan, prepararse, involucrar a los mejores recursos, ordenarse, planificar, diagramar, conocer las limitaciones, fortalezas y flaquezas propias y del contrincante, hacer alianzas, y muchos otros etcéteras.
De esa manera, convencidos, con un buen plan, alcanzado el objetivo propuesto o no, estaremos en mejores condiciones que antes de intentarlo, seremos “mejores” que antes, habremos “crecido” en el intento.
Porque la mejora, lo valioso, el crecimiento real, se da normalmente en el camino que se recorre para alcanzar una meta y no precisamente al alcanzarla.
Se “gana” en el proceso y se corona el esfuerzo al obtener la meta. Y se puede "ganar" sin alcanzar los objetivos propuestos.
Y si no se puede obtener la meta, dolerá desde luego, pero se estará (mejor) preparado para volver a intentarlo, y motivará a otros para que lo intenten.
Creo que ya es hora de dejar de hablar de la Causa Malvinas y empezar de una vez por todas a pensar y dar forma a un Proyecto Malvinas.
Si seguimos hablando de la causa, Malvinas seguirá siendo un deseo, una aspiración y seguiremos presos de nuestra incompetencia para recuperarlas, presos de nuestra propia indiferencia e inacción hacia la islas por tantos años y presos de pretender evitar nuestra responsabilidad en la guerra de 1982 y sus consecuencias. Seguiremos esperando que alguien, un día, nos dé una receta o una solución mágica para recuperarlas. Ese "alguien" fue Galtieri el 2 de abril de 1982 al que todos le creímos, y apoyamos, y todos estuvimos de acuerdo en ir a la guerra contra Inglaterra.
Está claro que ése no fué el mejor camino. Los veteranos de guerra somos la muestra viviente de lo que un día estuvimos todos convencidos que era lo correcto hacer. Somos parte de las consecuencias de una decisión quizás facilista y apresurada. Somos la prueba y el resultado de acciones que decidimos realizar sin mucha preparación ni planificación.
Malvinas y la guerra es responsabilidad de toda la sociedad. La posguerra y lo que queramos hacer a futuro respecto a las Islas Malvinas también. Por eso dejemos de lado por un tiempo la “causa”, y pensemos en formas activas y productivas de involucrarnos para definir entre todos un “Proyecto Malvinas”.
CCH2007
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