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sábado, 7 de enero de 2023

“Para la mayoría de los soldados, ir a Malvinas fue una obligación moral, patriótica”

Testimonio de un "soldado" VG en el programa "Malvinas, 40 Historias" un programa de radio para malvinizar.


Cuando hablamos de "Malvinas" no hablamos solo de dos Islas, no hablamos solo de la guerra, cuando hablamos de Malvinas, en realidad hablamos de nosotros, de los Argentinos, de todos nosotros.

Porque Malvinas es un espejo fiel y cruel de nuestra sociedad.

Porque Malvinas nos recuerda permanentemente que es un tema pendiente que tenemos sin poder solucionar desde hace casi 200 años. 

En la historia de Malvinas, 
y no hablo de la guerra, se refleja toda nuestra historia como País, en ella podemos ver nuestras frustraciones, nuestros sueños, nuestro orgullo "herido", nuestro deseos, nuestros constantes "vaivenes".

Malvinas es un espejo en el que no a todos nos gusta mirarnos, porque es un espejo bastante cruel, que no miente.
Es un espejo que refleja "todo", nuestras verdades y nuestros engaños, nuestras grandezas y nuestras miserias, nuestros aciertos y nuestros errores, nuestras noblezas y nuestras bajezas, nuestras generosidades y nuestras mezquindades. Está todo en "Malvinas". Y en la guerra en particular está el pueblo y la dictadura.

Me parece que cuando uno habla de Malvinas hay que saber bien qué sentimiento nos provoca Malvinas, porque es desde el sentimiento que vamos a poder encarar un proyecto para recuperarlas. Hay que dejar de hablar de "causa Malvinas" y empezar a hablar de un "proyecto Malvinas", involucrándonos todos, tirando para el mismo lado mas allá de banderías e intereses sectoriales. 
Malvinas somos todos, y si no "sentimos Malvinas", no tiene sentido hablar de recuperarlas.

Reportaje completo Radiográfica

sábado, 3 de noviembre de 2018

Silvio Rodriguez - Dedicando "La Gaviota" a los caídos en la guerra de Malvinas

Siempre que escucho "La Gaviota" me emociono y se me pone la piel de gallina en algunos de sus párrafos, ya que considero, describe con la genialidad de los grandes, lo que es la muerte en una guerra. 

Había leído y escuchado que la venía tocando en Chile, Córdoba, el Luna, etc, y se me ocurrió escribir en el blog de Silvio:


CCH 2007 dijo...
Hola Silvio, como siempre esperando (como cada vez que puedo asistir) emocionarme y disfrutar de tu poesía, tu música, tu compromiso.
Está vez, será mañana en Avellaneda, recital al que asistiré con varios colegas ex combatientes, con los que luchamos en 1982 en Malvinas.
Te quería pedir si podés dedicar "La Gaviota" a nuestros compañeros caídos aquel 14 de junio a manos del ejército de la OTAN.
Si no podés, ningún problema, será más que suficiente el poder escucharla en vivo.
Sos un gigante. Mil gracias !!!!


Y el domingo 28, ahí estaba el enorme Silvio Rodriguez levantando mi pedido y dedicando la canción a los soldados caídos defendiendo las Malvinas....................




Pensé al pedirle la dedicatoria particularmente en la memoria de Diego Bellinzona, un compañero de "colimba" y de la guerra que se quedó lamentablemente en Malvinas, y que murió justamente cuando "corrían los días de fines de guerra" y "pasó una gaviota volando, volando, ........... y él que anduvo intacto, rodó por la tierra, huérfano, desnudo, herido, sangrando".

Gracias SILVIO !!!!!!  

viernes, 3 de febrero de 2017

Lejos de Malvinas (Por Sergio Mercurio)

La navidad del 98, decidí pasarla en un campamento SEM TERRA. El MST nació en el estado de Paraná en Brasil, hace cerca de treinta años, compuesto originalmente por trabajadores rurales sin tierra, organizados con el objetivo de hacer cumplir la ley de reforma agraria del gobierno de Sarney que permitía que las grandes extensiones de tierra improductiva fueran ocupadas para ser trabajadas.

A partir de allí los semterra enfrentaron la injusticia de grandes terratenientes que contrataron asesinos para enfrentarlos. En el 98 eran casi prohibidos. Yo quería conocerlos y se me ocurrió hacer un intercambio de una función por la noche de navidad con ellos.

Me subieron a una carreta y empecé a visitar uno a uno a los ocupantes. En medio de la nada, nos detuvimos en una cabaña, había dentro dos hombres de unos cincuenta años, tomando mate. Charlamos.

¿De qué pueden hablar un argentino y un brasileño en su primer encuentro? ¿Futbol? 
No, eso es el imaginario de los que miran la televisión en un sillón mientras pasan los canales con su control remoto. Piense. No son dos prototipos de sus países. 

Yo era algo así como un joven que terminó hace un tiempo y está viajando y, ellos dos hombres que han caminado con una valija desvencijada durante meses, buscando un lugar donde poder trabajar la tierra sin ser tratados como esclavos. Ellos han enfrentado los rifles con la templanza del que ya ha perdido todo. Esos dos hombres hablaron conmigo y muchas veces vuelvo a ese lugar de ensueños. 

Uno me extendió el mate y después de confirmar que yo era argentino me dijo asi:

“¿Cómo pudieron sobrellevar ese sufrimiento?” Juro que no sabía de qué me hablaba. Lo miré extrañado.

“Nosotros sentimos que eso era algo muy triste vivirlo”, continuó diciendo. Ahí, yo me perdí. Quedé sostenido en el aire, suspendido, mirando a este hombre, con las manos rasgadas, la piel curtida y un saco que había vivido en otros cuerpos. 

Fue él quien me sacó de esa incertidumbre cuando agregó.

“Debe ser terrible vivir una guerra. Nosotros nos entristecimos mucho por ustedes, por su pueblo. ¿Cuántos años ya pasaron de la guerra de Malvinas?”

Ahí caí en la cuenta de algo más profundo que los cálculos del año 82 al 98, caí en la cuenta, que yo no recordaba que mi país había estado en guerra, y sospeché que como yo, eran muchos los que no recordábamos uno de los momentos más tristes de nuestra historia y vino a mi la frase de Vicente Musto, “la única guerra ganada es la que no sucede”.


                                                        Publicado originalmente en "El Banfileño" por Sergio Mercurio

lunes, 11 de enero de 2016

Lo difícil de la guerra

Muchos nos consultan, sobre lo difícil que debe ser el momento en el que uno toma conciencia que va a matar, sobre lo angustiante que debe ser “apretar el gatillo” sabiendo que ese proyectil que uno dispara, probablemente se llevará consigo una o más vidas.

Apretar el gatillo es realmente muy simple, y más aún cuando se está bajo fuego enemigo.

Las "consecuencias", lo "pesado" viene después, cuando ya no hay disparos (como dice una conocida letra de Pink Floyd: Las llamas se apagaron, pero el dolor persiste.)

Porque el daño de la munición, no solo se hace "en los del otro lado", ese mismo proyectil que se dispara, termina hiriendo, termina impactando en mayor o menor grado en quien aprieta el gatillo.

De eso se habla cuando se dice que nadie vuelve (ileso, sano) de una guerra.

Es decir, no se sabe cuánto daño se hace al apretar un gatillo, pero tampoco cuanto daño "se está uno haciendo". No se toma conciencia y se actúa.

Se supone (o se hace creer) que existe una causa que es más valiosa que las vidas humanas en juego en ese momento. Y en definitiva más importante que las vidas humanas que se verán afectadas con posterioridad a la guerra.

En el combate la idea es que se actúe pero no se piense. Otros “piensan” por los soldados y les dicen que deben hacer, …………….. y les dicen que disparen.

Pasado el combate, el problema será del soldado que deberá aprender a vivir con “sus muertos” en la consciencia. Quizás de ahí se desprende el alto el índice de suicidios entre excombatientes (en el mundo).

Los “aplausos”, la "glorificación de la guerra", el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, y demás acciones "política y socialmente correctas" para los que vuelven del combate, se dan para que le sea más llevadero al soldado todo ese bagaje de cosas que se traen de la guerra y que se deberán llevar sobre las espaldas a partir de entonces.

Se dan para seguir convenciendo al (ex) soldado que haber defendido los intereses que defendió en la guerra valió la pena, aún a costa de su bienestar futuro (en realidad para disfrazar que su bienestar a pocos le importa frente a los intereses defendidos en la guerra).

Es necesario convencer a la persona de que es un héroe, y que está muy bien lo que hizo. Que los enemigos definidos en ese entorno merecían la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas -y ajenas a la guerra- también merecían sufrir.

Porque si se empieza a analizar de manera más macro, se puede llegar a conclusiones que atentan contra lo actuado, pues el conflicto es temporal (como los enemigos del momento) pero los daños son en la mayoría de los casos permanentes.

En el mismo acto de apretar el gatillo, está la condena a cumplir: el tener que vivir después con eso encima.

En la sociedad hay un mecanismo de castigo (o compensación) para quienes quitan una vida. En la guerra no.



CCH2007

martes, 22 de diciembre de 2015

Los "sentidos"

Me preguntaron hace unos días si el haber estado en combate "agudiza los sentidos".

Y sí, efectivamente, ante la situación de "peligro de muerte inminente", se agudizan los sentidos. 


No dudo que a todos los que estuvimos en esa situación nos pasó, (la vista, el oído, el "ver" de noche, el "oir" dormido, etc. etc.) y que mantuvimos esa "sensibilidad" mas allá del 82.

En mayor o menor tiempo cada quien, ya que en la medida que transcurre el tiempo y que se van viviendo situaciones mas "normales" -como todo animal ciudadano-, deja de ser necesario esa agudeza de sentidos para (sobre)vivir.

Llegando a los casos extremos de no ver una vaca a dos metros, ni a distinguir una bocina de un maullido de un gato.

Y creo que el tiempo que uno "prolonga" ese estado de "vigilia permanente" que se necesita durante el tiempo de combate, tiene que ver con el grado de superación e integración que cada uno logra en la posguerra.


Es decir está relacionado a cuanto pudo o no, el ex soldado "desprenderse" y "sobrellevar" el "efecto de la guerra" (de Malvinas en este caso) en su vida de posguerra. Con lograr el estar "aqui y ahora" y no seguir "pegado" en su rol de combate del 82.

Eso no significa dejar de "usar", consciente o inconscientemente, esos "truquitos" que uno aprende y que se hacen carne, cuando las situaciones lo ameritan (quizás el "olfatear" el peligro antes que otro, el no sobresaltarse ante el ruido de un disparo o una explosión, el estar atento a las salidas de emergencia en sitios cerrados, el identificar  inconscientemente que persona o personas serán las primeras a socorrer en caso de peligro, o que lugares son los mejores disponibles para protegerse y proteger a quienes están con nosotros, etc., etc.).

Pero hay otro tipo de sentidos que creo no equivocarme, se desarrollan durante combate, (en nuestro caso durante  la "gesta de Malvinas"), que no hay que dejar de lado.
Y estos sí son sentidos que no se pierden con los años, sino que por el contrario se van consolidando y agrandando.

Hablo del sentido de la amistad, del compañerismo, del deber cumplido, de los valores, de jugarse por un compañero, del respeto por los caídos y por los demás, del sentido de "patria" (o nación no sé bien la diferencia), del sentido de una causa justa, del sentido de la entrega, y algunos otros que seguro dejo de lado en este rápido recuento.


CCH2007

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Militares en Malvinas

HdP (*) hay en todas las latitudes, en todas las profesiones, en todas las corporaciones, en todos lados donde se agrupen seres humanos. 

El tema no es que existan HdP -porque eso es inevitable-, lo importante es que se hace con ellos. 

La gravedad de la situación cuando de crímenes se trata, pasa por el amparo que se les da a los HdP (sean quienes sean, sean del “bando” que sean). 
La gravedad pasa por las instituciones que apañan, encubren y defienden a HdP.

En Argentina hubo “civiles” HdP que no dudaron en matar para imponer una ideología, un modelo de país en el que supuestamente creían. 
Y también hubo "militares" HdP que teniendo TODO EL PODER del estado a su favor, no dudaron en contestar la violencia de la misma o de PEOR forma. 
Y desde luego en ese berenjenal, hubo políticos, empresarios, instituciones, corporaciones de HdP que amparados detrás de militares y de terroristas,  promovieron y "dejaron hacer" en su propio provecho, hundiendo al país en el peor momento de su historia.


La cuestión Malvinas está o debería estar fuera de esa discusión. 
La Guerra de Malvinas -lamentablemente- está manchada por esta discusión. 

Algunos de los actores de la Guerra de Malvinas (militares de grados y armas diversas) no tienen una historia limpia respecto a su accionar durante el PRN, y durante la guerra, por lo tanto si fueron HdP, en esos ámbitos, merecen ser juzgados y castigados por sus actos.

Una cosa no invalida la otra.

En la guerra pudo haber militares HdP, pero por suerte hubo muchos otros de los buenos, y entre ambos hay una coincidencia de tiempo y espacio. Y una causa nacional que los excede inmensamente a ambos y que no debe ensuciarse con unos, ni limpiarse con los otros.

En mi paso por la guerra de Malvinas conocí de los dos tipos de militares. Condeno a los HdP, saludo con respeto a los otros.

El desafío es identificar a unos y otros, y hacer que paguen los que deben por sus actos de traición, de terrorismo, de vandalismo, de corrupción y tantos otros ámbitos en lo que la "hijoputez" prolifere. Y celebrar la existencia de los buenos.

En lo personal el Ejército Argentino como "institución" no me simpatiza, creo que es el culpable de muchos de los males que padecemos como país, y apañó y cobijó delincuentes y asesinos, pero eso no quiere decir que quienes trabajan en ella sean todos corruptos o condenables. Para nada. Como en todos los lados, por suerte son mayoría los que actúan con entereza. A ellos mis respetos.

Malvinas no está exento de ambos tipo de actores (lamentablemente). 

CCH (2007)

(*) HdP: Hijos de Puta