La navidad del 98, decidí pasarla en un
campamento SEM TERRA. El MST nació en el estado de Paraná en
Brasil, hace cerca de treinta años, compuesto originalmente por trabajadores
rurales sin tierra, organizados con el objetivo de hacer cumplir la ley de
reforma agraria del gobierno de Sarney que permitía que las grandes extensiones
de tierra improductiva fueran ocupadas para ser trabajadas.
A partir de allí los semterra enfrentaron
la injusticia de grandes terratenientes que contrataron asesinos para
enfrentarlos. En el 98 eran casi prohibidos. Yo quería conocerlos y se me
ocurrió hacer un intercambio de una función por la noche de navidad con ellos.
Me subieron a una carreta y empecé a
visitar uno a uno a los ocupantes. En medio de la nada, nos detuvimos en una
cabaña, había dentro dos hombres de unos cincuenta años, tomando mate.
Charlamos.
¿De qué pueden hablar un argentino y un
brasileño en su primer encuentro? ¿Futbol?
No, eso es el imaginario de los que miran la televisión en un sillón mientras pasan los canales con su control remoto. Piense. No son dos prototipos de sus países.
No, eso es el imaginario de los que miran la televisión en un sillón mientras pasan los canales con su control remoto. Piense. No son dos prototipos de sus países.
Yo era algo así como un joven que terminó hace un tiempo y está
viajando y, ellos dos hombres que han caminado con una valija desvencijada
durante meses, buscando un lugar donde poder trabajar la tierra sin ser
tratados como esclavos. Ellos han enfrentado los rifles con la templanza del
que ya ha perdido todo. Esos dos hombres hablaron conmigo y muchas veces vuelvo
a ese lugar de ensueños.
Uno me extendió el mate y después de confirmar que yo
era argentino me dijo asi:
“¿Cómo pudieron sobrellevar ese
sufrimiento?” Juro que no sabía de qué me hablaba. Lo
miré extrañado.
“Nosotros sentimos que eso era algo muy
triste vivirlo”, continuó diciendo. Ahí,
yo me perdí. Quedé sostenido en el aire, suspendido, mirando a este hombre, con
las manos rasgadas, la piel curtida y un saco que había vivido en otros
cuerpos.
Fue él quien me sacó de esa incertidumbre cuando agregó.
“Debe ser terrible vivir una guerra.
Nosotros nos entristecimos mucho por ustedes, por su pueblo. ¿Cuántos años ya
pasaron de la guerra de Malvinas?”
Publicado originalmente en "El Banfileño" por Sergio Mercurio
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