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viernes, 4 de junio de 2021

Reportaje Malvinas Causa Central

Comparto el reportaje / testimonio de lo vivido en (y post) Malvinas como soldado del GADA 601.

Ciclo de entrevistas del programa Malvinas Causa Central del Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús, emitido por www.megafonunla.com.ar


martes, 15 de diciembre de 2020

Visitas a San Carlos y Darwin

San Carlos me animo a afirmar que es de los lugares más desoladores que uno pueda llegar a conocer.

Durante el lento traslado de unos 80 kilómetros desde Puerto Argentino, el paisaje es en extremo monótono y aburrido, y al llegar el viento huracanado y congelante es simplemente insoportable.

Se trata de un sitio "imposible". Un lugar "gris", del mismo gris de las imágenes sueltas con las que recordé Malvinas después de la guerra durante tantos años.

No hay mucho (casi nada) para ver. Nada para hacer. No hay “gente”. Solo casas dispersas y galpones. Algún comercio donde repararse con un café caliente, irreconocible entre la igualdad del caserío, salvo indicación previa que nos indique como llegar a ellos.

Un lugar difícil para quien no tenga bien definidas sus ganas de vivir. Podría ser algo así como “la Meca” de quienes estén dispuestos a pegarse un corchazo.

Es una excursión que se lleva casi todo un día por lo extenso y lento del recorrido, en cuyo trayecto se ven y hacen algunas paradas en algunos lugares donde se combatió (conviene llevar una vianda de viaje), y por ejemplo observar los restos de un helicóptero derribado y estratégicamente conservado para las fotos del turista.

En varias oportunidades podrán observarse, esparcidos entre rocas y pastizales, numerosas indicaciones, placas y cruces recordatorias colocados por los isleños que dan cuenta y recuerdan las bajas británicas de 1982.



Otra excursión ofrecida para realizar en otra jornada, ya que también se lleva casi todo el día, es la visita al cementerio Argentino en Darwin. Un capítulo aparte. 

También localizado estratégicamente en medio de la nada, y en el otro extremo de la Isla Soledad, el cementerio está “más allá de todo”.

Al acercarse a él se percibe una energía negativa fuerte (quizás la condición de Veterano de Guerra ayuda o influye mucho en eso), tristeza, desolación, dolor, es lo que se siente mientras se recorre ese lugar.

El cementerio de Darwin es un sitio sin tiempo, sin color; un “hueco” que quedó vacío en el universo.

El silencio sepulcral y el viento incesante de Malvinas parecen amplificarse (si eso fuera posible) en Darwin, y suman a la sensación de angustia y de desolación. Un silencio que atraviesa el alma. 

Las cruces y tumbas van pasando y afloran casi con igual velocidad los recuerdos de los cuerpos y las caras de compañeros que murieron inmerecida, dolorosa y tempranamente en la cerrada oscuridad de la guerra de 1982.

Darwin da cuenta del dolor arrasador de las guerras. La muerte en primera persona. La muerte con nombre y apellido. Las pérdidas y desgracias particulares que aparecen cuando se pasa del plano colectivo “del combate” al plano individual de “la muerte de Carlitos”. 

Ese plano de las personas con historias, con sueños, con proyectos, que quedaron truncados abruptamente en 1982; con familiares que conviven con el dolor de esas ausencias.

Ese plano en el que la gloria, una medalla o el título de héroe no alcanzan seguramente para justificar o paliar el dolor de una madre que perdió a su hijo. 

Darwin es Desolación, Dolor, Desazón, Tristeza.

Luego de Darwin y continuando con el “turismo bélico”, un paso obligado será Pradera del Ganso, un pequeño poblado en el que se puede apreciar un puñado de casas en donde la vida de sus pocos habitantes creo que depende casi exclusivamente de la calidad del wi-fi al que pueda acceder.

Más lejos Bahía Agradable nos recordará otro sitio de combates y pérdida de naves inglesas y nos hará pensar en que quizás sería muy bueno repensar el nombre del lugar (“agradable”). 

Ya de regreso en Puerto Argentino, lo mejor y más aconsejable será ir en busca de unas buenas cervezas (varias) y si aún quedan ganas se podrá visitar el Memorial Wood un pequeño bosque en la ciudad en el que cada árbol representa a un caído británico en la guerra del 82, único sitio en Malvinas donde uno podrá estar rodeado de árboles y arbustos verdes.

martes, 26 de mayo de 2020

25 de Mayo de 1982 -- Primera baja del GADA 601

Un VG compañero en las Islas me hizo acordar que hoy, hace 38 años se producía la primera muerte de un soldado de nuestro grupo (Ricardo Gurrieri del GADA 601) en Malvinas.

A mi me tocó ponerle el nombre a su cruz y fue ese nuestro primer "entierro de guerra".

Que momento de mierda.




Todavía hoy (38 años después) me acuerdo el ruido de las piedras pegando en la bolsa con los restos del cuerpo del flaco adentro del húmedo hoyo ........

Fue el primer "conocido" que se moría, era el primer muerto que "me llegó", el primer "caído" que tenía una familia, un grupo de amigos, una novia, un club al que pertenecía, una carrera por delante, una "historia" atrás
Los otros de los que llegaban noticias eran "números"...... "desconocidos"...... "datos"...... "nombres"........ este chabón era una "persona".

La tristeza, el veneno, la angustia, que me agarré ese día fue tremendo. Lo digo recién ahora, 38 años después.

Esa muerte, ese entierro fue para mi un cambio en la forma de ver y de pensar TODO. 
Un "click" enorme dentro de los tantos clicks que se dieron y que tuve en la guerra.

Era el contacto con el lado duro, con la mierda que son las guerras.....y en esa mierda estábamos todos metidos.

Ese entierro, esa muerte, le sacó de un plumazo todo el "velo de honorabilidad" y la enorme "sarazaza" con la que se habla y se venden las guerras (es decir la sanata con la que se tapa o justifica el mandar gente a morir en ellas).

Y fue una mierda, fue una tremenda cagada, me sentí realmente muy mal. Muy mal.

Me acuerdo que estábamos ahí y no podía entender ese final, ni para el flaco ni para ninguno de nosotros (o sea "los conocidos"), y no podía dejar de pensar en las reacciones de la gente -y en la mía propia- frente a esa muerte y esa "diferenciación" que existe entre "conocidos" y "don nadies". (Como ahora en la pandemia).

Y ahí quedaba al desnudo y en evidencia cruda y pura, que si no son de alguna manera "conocidos" los que se mueren.... no "duelen". 
Se comentan, .... sorprenden ..... se cuentan....... pero "hasta ahi"...... no mueven la aguja, no cambian nuestras rutinas. 

En aquel momento, no podía dejar de pensar que este flaco tenía "una historia" detrás, y una familia a cientos de kilómetros de Malvinas, que ni enterada estaba de la muerte repentina, injusta, traicionera, absurda del flaco, producto de un bombazo que ni siquiera habían tirado en ese momento

Y pensaba y sentía, que los sueños y proyecciones de esta persona para con su vida, y sus recuerdos, y sus relaciones, se iban con él adentro de una bolsa negra en un hoyo húmedo, identificado con una cruz de madera barata con su nombre que yo había escrito con un fibrón un rato antes......y que a eso se reducía todo. 
El mundo seguiría su marcha, y unos pocos notarían tiempo después, la ausencia de Gurrieri.

Y sentía que ese mismo horrible final impersonal, solitario, frío repentino, injusto, traicionero, absurdo .... era algo que nos podía pasar a cualquiera de los que ahí estábamos, en cualquier momento. 

Y no pude nunca dejar de sentir que eso de terminar en una bolsa en un pozo húmedo, reventado en pedazos, lejos de los familiares, de los verdaderos amigos, de los verdaderos afectos, lejos -muy lejos- de los planes que uno tenía trazados para realizar en su vida ..... no debería ser algo fácil de justificar ni por un gobierno, ni por una sociedad.

No me entraba en la cabeza. 
No era un final digno, ni esperado, ni merecido por el flaco (al que de última no conocía tan profundamente) ni por ninguno. No podía haber "algo" que justificase semejante final para una persona. Ni en una guerra.

Y pensé también (fuera de joda) entonces en los muertos del otro bando, y ahí me di cuenta en que tenían que ser igual que los nuestros.

O sea una locura, gente de ambos bandos matando y muriendo como perros, reventados, de ambos lados, ... dejando historias inconclusas, afectos lejanos destrozados, y siendo enterrados (en el mejor de los casos) de ambos lados, en soledad y en condiciones asquerosas, indignas.

La locura de la guerra.
 
Perfectos desconocidos muriendo y matando con el mismo absurdo y abrupto final.

Y fuera de joda, pensaba en ese momento lo horrible que sería estar adentro de esa bolsa y poder sentir el ruido de las piedras pegándote en la bolsa y en el cuerpo............y tratar de entender (desde dentro de la bolsa) de que manera una calle que llevase tu nombre, ..... una medalla, ..... un título de héroe, podría justificar semejante cagada. Imposible.

Feliz 25 de Mayo para todos.......y disculpen !!!!
CCH 25 de mayo de 2020

Un amigo después de la lectura de este relato, me hizo llegar hoy (26/5) una frase de Camus con la que no puedo menos que estar totalmente alineado y de acuerdo: "Hay causas por las que vale la pena morir, pero ninguna por la que valga la pena matar".

domingo, 17 de noviembre de 2019

20 de Noviembre. Malvinas y La Vuelta de Obligado

El 20 de noviembre se conmemora en Argentina el Día de la Soberanía Nacional en recuerdo de la batalla de la Vuelta de Obligado.

Se toma este hito como modelo y ejemplo por la participación decisiva que tuvo la población argentina en esa batalla cuando se vió amenazado el territorio nacional.

Podemos encontrar muchos paralelismos entre la Guerra de Malvinas de 1982 y la Batalla de la Vuelta de Obligado, (por los ingleses, porque perdimos, por la participación de la gente...).


Sin embargo, es notoria la voluntad sobre- todo desde los medios- de no rescatar, o incluso disimular, la decisiva participación que tuvo todo el pueblo argentino en la consecución y en el desarrollo de la Guerra de Malvinas.

Es evidente que se pretende hacer recordar esta guerra como el producto de una desacertada "última jugada" de un presidente de facto un tanto beodo, y no se la liga a un hecho histórico que tuvo el aval, la participación y el apoyo de toda la sociedad. Condenándola así, a la larga, al rechazo y al olvido.

Conozco muchos ex soldados que -como yo- al momento de empuñar un arma en la guerra del 82, lo hicimos porque estábamos convencidos de ser los referentes (o los portadores) del mandato de toda esa multitud que salió a las calles apoyando y vivando la recuperación violenta de Malvinas, movidos por el sentimiento de luchar por lo que es nuestro.
Teníamos detrás el respaldo de toda la sociedad unida por una causa común y nacional (la gente, los medios, los empresarios, los sindicatos, la iglesia, etc.).

En ningún momento usamos las armas pensando en Galtieri.

Por eso, si no asumimos la guerra de Malvinas como el hecho social que realmente fué, no quedará reflejada en la historia como un acontecimiento nacional.

Y si eso pasa, las muertes de Malvinas carecerán del sentido patriótico que realmente tuvieron.

CCH (Noviembre 2011)

sábado, 2 de marzo de 2019

Y se viene otro 2 de Abril....

La guerra es un hecho colectivo que afecta a toda una Nación, y a la que se llega por un interés concreto de un gobierno determinado que busca un rédito o una ganancia específica (de tipo comercial, territorial, política, estratégica o similar) en un momento y escenario político concreto. 
Para obtener ese rédito o ganancia el grupo de personas que integran el gobierno necesita del apoyo colectivo, del consentimiento, de la aprobación de la sociedad que se verá involucrada en esa guerra y acompañará esa decisión. 

Para tener ese aval, ese apoyo, el gobierno utilizará a su favor el sentimiento nacionalista y patriota de la población para alcanzar el objetivo buscado (otras veces se encargará de fomentar y aprovechar los miedos, el fanatismo, el odio creando un enemigo). 
De esa forma la gente permitirá encarar/apoyar la lucha armada, en pos de un "beneficio colectivo" para toda la sociedad.

La "gente común" (esa que se levanta todos los días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, enviar a sus hijos al colegio, etc.) movida desde "lo colectivo", desde el "bien común", y/o por sentimientos de miedo, odio, o fanatismo, no evaluará a conciencia las consecuencias "individuales" que esa guerra "colectiva" les traerá a muchos de sus integrantes. 
Prevalece en general -no inocentemente- el "beneficio colectivo" por sobre las consecuencias individuales con las que muchos de los miembros de esa sociedad deberán convivir de por vida. Y que desde luego nadie expone -ni aclara- a la hora de fomentar un hecho armado de esas características. 




La mayoría de la "gente común" seguirá con sus vidas y leerá sobre los efectos de la guerra como una estadística (con sus decenas, cientos o miles de muertos "desconocidos", ignotos) y sus resultados en términos de pérdidas y ganancias según sea analizado el bando de los contrincantes
Mayoría de gente común que no tendrá un hijo, un padre, un hermano, un familiar muerto por haber participado en la guerra. "Gente común"  que no deberá convivir luego con las secuelas irreversibles producto de los combates. 
Que verá esa guerra como "historia", ajena, lejana en sus afectos y sentimientos personales. 
Que leerá, hablará y se interesará por la guerra en relación a las acciones de combate, a los aviones y barcos derribados, a los ataques y al número de muertos de un bando y del otro, naturalizando la muerte y la destrucción por no verse afectados de manera directa por las consecuencias de la guerra

Gente que seguirá con su vida  sin grandes cambios, se levantará todos los días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, enviar a sus hijos al colegio, etc., y seguramente leerán alguna vez algunos nombres desconocidos de los muertos de la guerra en una lápida, en un monumento, en un cenotafio. 

Y habrá también otro grupo más chico "de gente común" -en esa misma sociedad- que después de la guerra también se levantará todos los días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, criar a sus hijos, etc. Pero que lo hará con un gusto bastante mas amargo, coexistiendo con el dolor, con las ausencias, con las heridas "individuales", concretas y directas, que les dejó la guerra 

Es esa "gente común" que convivirá desde la época de la guerra con un hueco en la mesa familiar, con habitaciones cerradas devenidas en templos, con alguna foto de un pibe/joven vestido de colimba -o de "milico"- como último recuerdo de ese ser querido que ya no está con ellos.

Gente que vivirá y sentirá la guerra como una tragedia, como un hecho desgraciado y fatal, que trajo a sus familias, a sus casas, consecuencias que tienen "nombre y apellido"; ausencias, angustias, dolores y heridas que sangrarán de por vida

Gente que no tiene mucho que celebrar en esas fechas en que la sociedad rememora las guerras, y que merecería de parte del resto de la sociedad, todo el respeto y todo el acompañamiento en su dolor.  

Ese grupo merece que aunque sea una vez -una sola vez-, el resto de la sociedad haga el esfuerzo de ponerse realmente por unos minutos -solo por unos minutos- en su lugar y desde ahí trate de comprender ¿de qué forma un acto en un cuartel militar, un desfile, el título de "héroe" para el caído , una placa, una calle con su nombre, una medalla, un discurso emotivo, .... podrían compensar el dolor, la ausencia, el vacío, de ese hijo, de ese padre, de ese afecto que ya no está por haber muerto en combate? 

Quizás este 2 de abril sea una buena oportunidad para hacerlo, y dejar de hablar de "logros" militares para empezar a hablar seriamente de las consecuencias individuales que tienen las guerras en las personas, en las familias, en el vecino de al lado, y quizás así, tratar de evitarlas/rechazarlas en un futuro en el mismo momento de ser planteadas.  

Porque una guerra no es algo que valga la pena "conmemorar o evocar" salvo que sea para prevenir futuras guerras, y para honrar realmente a los caídos

Al ver a los Veteranos se ve a quienes tuvimos la suerte de volver del frente, pero no se ve a los caídos. 
Habría que tratar de ver a los que no están, y pensar en las familias de los caídos que conviven en la posguerra, con el dolor, las ausencias, las muertes despiadadas, que generan las guerras en las personas de carne y hueso. 

Pensar y ponerse por rato en el lugar de toda en esa " gente común" anónima, que a pesar del dolor y las ausencias se levanta todos los  días para ir a trabajar, cortar el pasto, ir al supermercado, labrar la tierra, y llorar en silencio a sus hijos y familiares que ya no tiene a su lado como consecuencia de la guerra



CCH ex combatiente (Marzo de 1998)

domingo, 24 de junio de 2018

11 de Junio 2018

Video realizado con motivo de la segunda celebración del Día del Héroe de Malvinas Banfileño, con muchas fotos de mi viaje a Malvinas en Marzo de este año y toda la onda y el laburo de la gente de Soy de Banfield.

Gracias Rodo !!!


viernes, 16 de junio de 2017

11 de Junio Día del Héroe de Malvinas Banfileño

El 14 de junio de 1982 terminaba la guerra de Malvinas con su tendal de caídos, heridos, y sobrevivientes, ese día comenzaba también la posguerra. A partir de ese día y con el tiempo, muchos de esos caídos, heridos y/o sobrevivientes serían reconocidos como héroes.

El tema es que en general 
se destaca con ese "honorable título" a quienes contribuyeron con sus acciones de combate a matar o generar daños considerables al enemigo.  
Y la duda es -ya que es la sociedad la que usa ese titulo para reconocer a quien quiera- ¿que tipo de héroes queremos tener en Argentina, o mas localmente, en Banfield ?.  

Creo que en el ámbito militar puede tener cierto sentido el distinguir aquellas personas y acciones que provocan daño, destrucción y muerte, pero en un entorno más “civil” considero que lo que debe aprovecharse y destacarse de las guerras son aquellos hechos y acciones que sirvan a la comunidad, que tengan aplicación en la vida diaria. 



Hechos que sirvan de ejemplo, que puedan ser replicados, que sumen al día a día, que muestren la entrega, el compañerismo, la abnegación, la solidaridad que surgen cuando se está unido y luchando por un ideal justo, cuando existe cohesión y apoyo en los grupos y se avanza en pos de lograr un objetivo común.

Se “va a la guerra” para defender intereses “comunes”, “superiores” (¿?) que nos inculcan desde chicos como muy importantes, pero cuando “se está en la guerra” nadie se acuerda de ellos, y por lo que se lucha es por la propia vida y por la de los compañeros. No existe otra cosa. 
Y es ahí cuando surgen la entrega, el compañerismo, la “abnegación” de los que yo creo son los verdaderos y rescatables “héroes”.

Estos héroes no son temibles gladiadores, ni eximios guerreros. No son “rambos o terminators”. Son seres “tremendamente humanos” a los que no les importa arriesgar o llegar incluso a perder su vida por salvar a otros, por apoyar a sus compañeros, por no abandonarlos. Personas que jamás traicionarían sus principios y creencias, convencidas de que lo que buscan es para el bien de todos. 

Eso creo es lo que debiera ser reconocido por la sociedad ("civil"). 

Los militares que alaben su armamento, y la destrucción y la muerte que pueden lograr con ellos. Para eso están despues de todo. 

Creo que desde la “civilidad” debemos destacar otras cosas, otros valores que sirvan para construir, para unir, para crecer, para ser mejores.

Por eso, el caso de Marcelo Daniel Massad debe ser reconocido y recordado siempre, porque él cayó en la noche del 11 de junio de 1982 cuando por su propia iniciativa, por sus creencias, por sus valores, prefirió ir a avisar a un grupo de compañeros que no habían escuchado la voz de replegarse ante la fuerte y feroz ofensiva enemiga. 

No era una opción para Marcelo Daniel Massad, en esos días soldado, salvarse él y abandonar a su suerte a parte de su equipo.

Marcelo fue alcanzado esa noche por fuego enemigo cuando se disponía a seguir a sus compañeros, a los que había ido a buscar arriesgando su vida para que ellos también se pudiesen replegar y salvarse. Ellos pudieron hacerlo, él no tuvo esa suerte.

Por eso considero tan importante la movida realizada este domingo para instaurar el 11 de Junio como Día del Héroe de Malvinas Banfileño en memoria del soldado Marcelo Daniel Massad.

La propuesta (100 % "civil" y bien alejada de los cuarteles) fue impulsada por la agrupación Soy de Banfield y promovida por varias organizaciones culturales del barrio, tuvo el apoyo y participación de múltiples grupos sociales.  

Durante la jornada se realizaron cuadros y murales que quedarán expuestos en la estación de trenes del Ferrocarril Roca de Banfield, y en la terminal de transferencia de pasajeros adjunta a la misma. 

Participaron en las pintadas artistas locales entre los que se destacan Jorge Gionco y Checho Perrone, y varias agrupaciones Banfileñas como Solo Banfield y Banfileños del Roca.

Se realizó también la proyección de la película “Locos de la Bandera” de Julio Cardoso, y el especial “MP3, Islas Malvinas” producido por Cesar Canessa. 

La jornada contó con la cobertura radial completa por parte de la radio “Ecos de Malvinas”, de la Secundaria 3 “Héroes de Malvinas” que trabaja constantemente en la memoria sobre el tema Malvinas. 

Se llevó a cabo un taller de barriletes para que participen los más chicos, con motivos banfileños y malvineros y pinturas alusivas a la paz y a Malvinas. 

Y desde luego no faltaron choripanes para todos para acompañar la jornada.







“Papi, andá hablar al club, deciles que me guarden el puesto de arquero, cuando vuelva quiero defender los colores del club así como ahora estoy defendiendo la patria” había escrito unos días antes de caer en Malvinas Marcelo en una carta a sus padres. 
Un ejemplo.


CCH




domingo, 3 de julio de 2016

Como nos cuesta Malvinas

Ninguna guerra es buena, se gane o se pierda.  Y ya sabemos que si hablamos de personas, todas pierden con la guerra.

Y si de por sí ya es difícil de hablar de las guerras, tanto mas cuesta hablar de ellas cuando el resultado no es o fue favorable. Y ni hablar de lo que representa hablar de estas cosas en nuestra bendita y “triunfalista” Argentina.
Ya sea que hablemos de deportes, de elecciones, de guerras, o de lo que se trate, no nos es fácil aceptar defectos, nos duele no sentirnos los numero uno, no reconocemos nuestras metida de pata, buscamos justificaciones permanentemente para aceptar aquellas cosas que no nos fueron favorables. No reconocemos segundos puestos.

Preferimos no hablar ni analizar “los porque” de una derrota antes que hacer una autocrítica. Preferimos buscar un responsable que nos libre de culpas, antes que asumir y reconocer nuestras propias responsabilidades y errores. Nos resistimos a aprender de nuestros desaciertos.

En el caso de la Guerra de Malvinas necesitamos buscar héroes y actos heroicos para poder hablar de ella. Necesitamos encontrar algo que nos muestre (o nos permita fantasear con) “lo grande que somos”. Nos cuesta analizar Malvinas desde la posición, acción y responsabilidades de cada uno. 
Nos resistimos a hablar en serio de la guerra, o de Malvinas, o de la guerra de Malvinas, como algo real, concreto, que nos pasó y que nos pasa a todos los argentinos. Y mas aún de la posguerra con la que conviviremos durante muchos años mas.

La Guerra de Malvinas se perdió, "¿y que?"  
Muchos países en el mundo perdieron guerras (tantos o mas de los que las ganaron). Eso no los hace peores, ni mejores. 
Los que aprendieron de esos hechos, hoy son grandes sociedades. Acá en Argentina parece que nadie quisiera hacerse responsable de eso (ni de la guerra en si, ni de la derrota, ni de las consecuencias que aun sigue y seguirá habiendo entre nosotros como resultado de ella, ni siquiera de la pérdida de la Islas hace ya cientos de años).

Cuando se recuerdan hechos y actitudes de combate destacables por su valor, todos se interesan y se sienten parte de “Malvinas”.
Cuando surgen los errores y las consecuencias de la guerra, “Malvinas” se analiza como si en ella no hubiera estado involucrada toda la sociedad, como si la guerra fuese algo “externo” a ella“Malvinas” pasa a ser un hecho “que decidieron unos milicos borrachos y que sufrimos los excombatientes”.




Cuando todos sabemos que los días de abril y mayo de 1982 transcurrieron derrochando patriotismo y apoyo por parte de toda la población.
Galtieri decía “si quieren venir, que vengan” y millones de argentinos lo vivaban, alentaban y apoyaban. Los poderes económicos, empresarios, religiosos, de comunicación, corporativos, políticos, estaban todos alineados con “la Guerra de Malvinas”.
Se respiraba ese triunfalismo tan contagioso y común en estas tierras (mientras se aceptaba el “vamos ganado”)  ¿O no?  

Casi de veinte años después, pocos quieren recordarlo, pareciera que avergüenza haber estado de acuerdo y apoyado el combate. 
Paradójicamente, el mismo sentimiento “patriótico” que enaltece la entrega y el comportamiento que tuvimos los soldados en la guerra, parece ser vergonzoso reconocerlo en el resto de la sociedad civil.

Nadie quiere “sentirse usado” (como si esa elección de apoyo que se tomó en su momento fuese algo que se le impuso a la sociedad, como si el sentimiento patriótico que nos movió a muchos a empuñar un arma para luchar por lo que se reconoce como propio, fuese algo vergonzante). No estuvo mal, "Malvinas es un sentimiento" y como tal explotó, ¿porque negarlo?

Pareciera ser que Malvinas se ubica entre el “superior” deber patriótico y el “humano” rechazo a la guerra. 

Entre el "engaño" de la junta, y el “genuino sentimiento” de recuperación de nuestro territorio. 
Visión bastante “billikenniana” (si se me permite el término), en la que el excombatiente y Malvinas quedan presos entre la exaltación, la admiración, y el rechazo.

Exaltación, admiración: a la entrega, al deber patriótico de los soldados, al reconocimiento de ese territorio ocupado históricamente por los ingleses, a la voluntad de lucha por un bien común. 
Y rechazo al engaño, a la  muerte, a aceptar las consecuencias de los hechos dolorosos de los combates, a haber formado parte y haber aceptado ir a un combate sin medir ni analizar muy bien las consecuencias. A subirse y a aceptar semejante decisión sin un plan concreto, solo con las ganas y sin medir los costos de esa acción.

Es como si Malvinas "era algo que había que hacer, pero que mejor no lo hubiéramos hecho”, algo en que estuvimos todos de acuerdo, pero mejor no acordarnos.

Las Islas Malvinas se convirtieron en un símbolo de “patria”, de “soberanía violada”, de "deuda histórica", de “interés superior nacional”, de “recuperación de lo propio”.
La dictadura militar que gobernaba en esos años, es por el contrario un símbolo de sometimiento del país, de engaño, de mentira, de vergüenza, de corrupción, de torturas y muerte, de violaciones a los derechos humanos.

Y la “Guerra de Malvinas” una rara mezcla de ambos símbolos. 
Y pareciera que es difícil para nuestra sociedad, poder aceptar esa dualidad, es como que ahora lo correcto es tomar partido por una u otra "posición".

Y lo simbólico desdibuja, tapa lo real, lo deja de lado, lo hace ajeno, lo hace lejano, lo hace “impropio”.

Y en medio de este berenjenal de contradicciones simbólicas está el ex combatiente que es visto por un lado como símbolo de la guerra, ligado a lo militar (cuando por definición y experiencia vivida debiera ser un ícono contra las guerras); y por otro lado identificado como una víctima de la dictadura militar, prácticamente ligado a las víctimas del terrorismo de estado.
Ni una cosa ni la otra, convengamos que el excombatiente o el veterano de guerra no es símbolo de nada. Los que combatimos como soldados en Malvinas, somos seres humanos reales, personas de carne y hueso de casi 40 años que soportamos como pudimos la guerra y soportamos como podemos la posguerra.

Tenemos que asumir que Malvinas es responsabilidad de toda la sociedad argentina, esa misma sociedad que apoyó la guerra el 2 de abril y que luego en Junio prefirió ver el Mundial.

Tenemos que asumir que pudimos haber metido la pata, y que Malvinas es una historia de todos. Y que si metimos la pata fué por no tener experiencia, por negligencia quizás, o por inocencia, pero si lo discutimos y lo analizamos podemos aprender todos de esta aventura común que se llama Malvinas.

Si la seguimos viendo como ajena, con indiferencia, como algo “de los milicos hdp” y de “los pobres ex combatientes”, de poco sirvió todo.


CCH2007                                                                (Abril de 2001)

jueves, 14 de abril de 2016

La Operación "Tenaza"

Espero no cometer violación de la confidencialidad de la información de guerra, ni ventilar estrategias o tácticas que tienen que ver con la resolución de conflictos en períodos de lucha, en los que sabido es, se debe actuar por sobre las urgencias que se dan en el combate y mas allá de las reglas establecidas.

Luego de 27 años de silencio me animo a hacer pública la que recuerdo como "la última operación llevada a cabo en servicio por personal de la Batería Comando del GADA 601, iniciada en territorio Malvinense horas antes de recibir la orden de alto el fuego, y concluida con éxito hacia fines de junio ya en territorio continental". La misma no fue detectada, ni registrada y superó las pesquisas y controles efectuados por los ingleses en ese momento, recién hoy verá la luz al ser compartida en este foro.

Pocos excombatientes conocen el desarrollo de las acciones que esta acción secreta contempló, muy pocos estaban al tanto de los aprestos que tuvo en sus inicios, y casi ninguno supo (hasta ahora) el desenlace exitoso en el que derivó la misma.

Puede decirse hoy sin exagerar ni faltar a la verdad que el éxito de esta acción, pergeñada y llevada a cabo en el anonimato por un soldado de la Batería Comando del GADA 601, fue posible gracias a la logística (precaria pero efectiva) provista por nuestro Ejército y que le permitió salir airoso frente a un doble enemigo.

Paso a relatar los hechos, con el visto bueno de mi ex Jefe de Batería (Enrique Pio Rey del Castillo) quien me autorizó en estos días a hacer publica y revelar estas acciones, y sepan que estarán siendo de los primeros argentinos en tomar conocimiento de la "Operación Tenaza":

Corrían ya los que serían los últimos días de fines de guerra, la alimentación de la tropa no era de la mejor (ni de la peor, ....... en realidad, era lo que era, en general una porquería), el frío al que estábamos expuestos normalmente, la falta de sueño, el cansancio físico, el fragor y el stress de los combates se hacían sentir a través de diversas sintomatologías. 

Esta conjunción de elementos y situaciones, sumados a los temores y angustias con los que se vivía, generaba frecuentemente en no pocos, la manifestación de extraños comportamientos e irregularidades que repercutían frecuentemente en la salud y en el equilibrio físico, psíquico y emocional.

Se avecinaban con el alto el fuego ya declarado, días complejos que nos pondrían a los soldados en situaciones nunca antes vividas, ya como prisioneros de guerra de los británicos.

Sumado a este complicado escenario general y entorpeciendo la situación, se daba en mi caso particular, que desde hacía unos días convivía con momentos de fiebre y varios desarreglos digestivo-intestinales con presencia de fuertes retorcijones y dolores que atentaban contra mi salud que en ese momento y ante la coyuntura y situación en que nos encontrábamos quedaban en un plano totalmente secundario y salvo en contados y extremos momentos se les podía poner atención.

Días antes del alto el fuego, durante alguna de las "incursiones clandestinas" a casas ya no habitadas y o depósitos abandonados que nos dábamos el lujo de hacer en las cercanías de Puerto Argentino buscando alimentos o elementos útiles que nos sirviesen para la defensa o para el combate (ya sea del fuego enemigo o del frío); el amigazo Fernando Miqueles se apareció con casi una horma de queso de rallar (de dudoso estado de conservación y procedencia), capturada en buena ley, y dispuesto a compartirla con este ex dragoneante y otros soldados.  
Una lata de morrones medio abollada -encontrada por quien escribe entre los pastizales amarillos de los alrededores de Puerto Argentino y que aún conservaba (aparentemente intacto) su contenido- haría de acompañamiento al queso en lo que a esas alturas sería sin lugar a dudas un manjar. 

El hambre se hacía sentir en esos días y la realidad fué que nos comimos la lata de los morrones y casi una horma de queso de rallar entre cuatro, en escasos minutos. El tiempo demostraría que algunas consecuencias de esta  ingesta se iban a prolongar en los días subsiguientes.

Mi estado de salud como ya conté no era el mejor,  con la presencia de fiebre y desarreglos intestinales varios que obligaban -a pesar del desgaste de los días de combate, del frío y de la precaria alimentación-, a conservar cierto estado atlético ya que no eran pocos los casos en que "había que correr".  Ya comenté alguna vez lo problemático que resulta en plena guerra el poder atender como corresponde los llamados y avisos que nos manifiesta el cuerpo; y también se habló en este foro sobre la premura que se requería muchas veces para concretar ciertas deposiciones. Haciendo honor a la verdad, lo cierto es que no todas las veces en que en estos casos había que correr, era uno el que llegaba primero (por lo visto el intestino también se conservaba en forma cuando de velocidad se trataba).




Es justamente en este escenario en el que mas por necesidad y urgencia que por estrategia y objetivos surge la "Operación Tenaza

La situación pintaba complicada. Por un lado los británicos (el enemigo exterior) ponían "toda la carne al asador" en sus embestidas finales y avanzaban sobre Puerto Argentino dispuestos a matar o morir (seguramente mas a matar que a morir). En el flanco "interno" aparecía cada vez con mas presencia y fuerza otro “enemigo” que también avanzaba en mi interior sin detenerse y sin miramientos de tiempo y lugar. Eran situaciones en las que había que actuar y decidir muy rápidamente.

La situación externa estaba bajo el control de nuestros jefes militares quienes nos ordenaban las acciones a seguir cumpliendo la estrategia de defensa y repliegue. La situación interna debía ser contenida y controlada con otra estrategia diferente y lo antes posible.

Considerando los medios disponibles me pareció que la única y mas rápida alternativa para detener los avances del enemigo y neutralizarlo, era realizar un doble ataque algo asi como lo que Napoleón definió alguna vez como estrategia de Tenaza, cercando por un lado su salida empleando lo que podría llamarse elementos químico/bacteriológicos, y por otro lado interrumpiendo su cadena de aprovisionamiento cortándole toda posibilidad de alimentación o reaprovisionamiento. 
Así fue que me dediqué a conseguir todas las pastillas de carbón que pude, que según recuerdo fueron cuatro o cinco "CarboSan" (como se denominaban en la farmacología del ejército) las cuales fueron ingeridas raudamente a fin de dar por terminadas las carreras y poder concentrarme como debía en el "enemigo externo" que también avanzaba sobre nuestras posiciones.

Pasaron los días, llegó el alto el fuego, los desplazamientos, la entrega de armas, trabajos varios de ordenamiento en Puerto Argentino como prisioneros de guerra de los ingleses, etc, etc . El "enemigo interno" estaba contenido. El "externo" nos trataba como POW, pero con respeto.
La conjunción de las pastillas de carbón con el exceso de queso ingerido, la alimentación llevada a su mínima expresión, cumplían con excelencia el objetivo de detener al "enemigo", la Operacion Tenaza era un éxito, y ni me acordaba por aquellos días de la existencia del intestino y sus manifestaciones.

Fué recién a bordo del Northland, entre el 20 y el 21 de junio, que el "enemigo interno" hizo sentir su nuevamente su presencia pero de manera muy distinta a la que me tenia acostumbrado. Quizás la ingesta de algo de comida que nos dieron los ingleses en el barco (volví a probar carne de vaca y rodajas de pan "fresco" después de meses) permitió que el enemigo tomase nuevas fuerzas o quizás buscase reacomodarse en sus posiciones. 

Lo cierto es el enemigo interno hizo notar su presencia demostrando esta vez  que si bien "sus tropas" habían sentido el ataque y perdido la velocidad y fluidez que mostraron en Malvinas, ahora su estrategia parecía ser "arrasar con todo" mediante avances lentos pero firmes, ininterrumpidos y fuertes manifestando nueva vitalidad y volumen. “La tropa” enemiga ya no avanzaría alocadamente y ocupando cuanto lugar se le presentara, sino que lo hacía ahora en una forma mucho mas “cohesionada” y "ordenada" como si fuesen un solo bloque dispuesto a aplastar y “arrasar” a cuanto obstáculo se le interpusiese en el camino.

Pedí permiso y rogue varias (muchas) veces, para ir -medio doblado del dolor- a los baños del barco , a los que nos llevaban los soldados ingleses que nos custodiaban. Pensé en algún momento aceptar el ofrecimiento de atención sanitaria que varias veces nos ofrecieron los ingleses para aquellos prisioneros que tuviesen problemas de salud, pero si bien no sabía cuanto duraría el viaje y esta situación en la que me encontraba, el orgullo pudo mas, y seguí aguantando. Fueron vanos los intentos por despedir "al enemigo", (en su totalidad o en parte), lo único que deseaba con toda mi alma era alivianar la presión que éste ejercía, ya que parecía se había afianzado en su posición y desde la misma buscaba avanzar a toda costa, cuando no había físicamente forma de hacer pasar toda esa “tropa” por un sendero tan estrecho. 

El joven soldado inglés que me custodiaba y acompañaba (había que estar con la puerta abierta en el baño del barco mientras garcabas) se apiadó varias veces de quien relata permitiéndome continuar en esa "dura negociación" durante interminables, eternos minutos. Se nota que lo conmovía el ver el sacrificio y el tesón que uno ponía en esa acción desesperada para dejar de sufrir. Transpirando, mareado, rojo el rostro por el inútil esfuerzo, muchos fueron los minutos que pasaron sin éxito alguno.

La Operación Tenaza había tomado vida propiaseguía en pie cumpliendo a rajatabla su objetivo, ya no respondía a los mandos que la habían puesto en marcha quienes ahora planteaban la necesidad de darla por finalizada. Acordar un “alto el fuego”. Llegar a una paz negociada. Capitular si fuese necesario. Nada. Todo fue inútil. Solo dolor y nuevamente algunos grados de fiebre.

Terminó el viaje de regreso, pasó Madryn rápidamente y sin novedad, demás está decirlo con deterioro de la salud, me sentía como el tujes, dolorido, afiebrado, hinchado, no podía caminar con normalidad.




Pasó Campo de Mayo, y en este último sitio tuve que recurrir a refuerzos y alianzas, y develé la "Operación Tenaza" a un sargento enfermero que nos atendía en nuestra recuperación, quien con buen tino optó por un laxante "marca cañon". Esta acción permitió que el último día en este cuartel, el enemigo bajase la guardia y se viera obligado a permitir la "retirada" de un par de "pelotones" de lo que se presentía una enorme tropa, sin por eso dejar de mantener y defender a rajatabla las posiciones ocupadas desde ya hacia tantos días, negándose a retirarse o capitular.

Pasó el viaje a Mar del Plata, la recepción en la estación de trenes, la noche en la casa del en ese momento ya ex compañero “el negro” Cufré, la vuelta al cuartel al otro día, la licencia y el retirarnos del GADA ……… y nada. Las tropas "enemigas" (recuerdos de Malvinas) seguían en su mayoría apertrechadas en su posición.

Regresaba ya esa noche hacia la estación Retiro, tratando de dormir en la ruta 2, a bordo de un micro de la empresa Micromar, deseoso de llegar a mi Banfield natal que no pisaba desde el los primeros días de abril, ver a mi familia a quien hacia tanto no veía, olvidarme de la guerra cuanto antes, relajarme y descansar. Quería que ese viaje fuese un oasis de paz antes del reencuentro con "mi vida". 

Lo cierto es que a unos cien kilómetros de abandonada la “ciudad feliz”, el enemigo dijo presente nuevamente, y se me empezó a dificultar la permanencia en el asiento. El micro casi vacío. La oscuridad del viaje. No había forma de apaciguar tan sencillamente los retorcijones intestinales. Evitando entrar en pánico y no habiendo baño en el micro, intenté dormir, o relajarme, sin éxito.

Algunos kilómetros mas adelante, y sintiendo que literalmente "explotaba", me levanté a duras penas y atravesando el pasillo, tomé contacto con el conductor del vehículo, a quien intenté explicarle la situación lo mas moderada pero gráficamente posible: “Loco, me estoy garcando, frená que no aguanto más, ......me muero; .......no garco desde Malvinas”

A lo que muy cortésmente el conductor me responde, "Aguantá un poquito que paro en Dolores, ¿podés?" 

La vergüenza seguramente hizo que asintiera y preguntase si faltaba mucho. “Unos minutitos” mandó el "fercho".

Los “minutitos” se transformaron rápidamente en "siglos", no había forma de “atenazar” al enemigo que volvía galopante en su ataque ya despiadado. Dándome vueltas en el asiento (había poca gente en el bondi) pegándome en el abdomen, cruzando las piernas desenfrenadamente, subiéndolas al asiento, estirándolas después, mordiendo la manga de la chaquetilla, el tiempo parecía haberse detenido, no así la actividad de mis tripas.

Nuevamente tomé posición del pasillo y ya llegando al conductor, éste me dice cuando yo aún estaba en el pasillo y en un tono de voz nada discreto: “Flaco aguantá que ya llegamos” evitando toda duda respecto a detenerse. Viendo un cartel que indicaba “Dolores 30” (o algo así no recuerdo exactamente) volví algo esperanzado y me senté mas cerca de la puerta y el conductor en otro asiento.

Llegamos a duras penas a Dolores, y ....................... pasó de largo.

La desesperación se apoderó de mí, no daba mas, y nuevamente encaré al chofer, esta vez ya dispuesto a garcar en el bondi si el turro no paraba. No me importaba nada, era imposible detener por mas tiempo al enemigo. Estaba dispuesto a la capitulación y la entrega. Nada ya tenia sentido. Era inútil luchar.

“Ya llegamos, ya llegamos” me dice el chabón, cuando le grité "Frená, por favor", y agregando "Pasando Dolores esta el parador".

Me “petrifiqué” al lado de la puerta con las piernas retorcidas, doblado, mareado, y ambas manos sosteniéndome el abdomen, a la espera que llegase, estacionase y abriese la puerta. Estaba desfigurado, blanco, no me bancaba mas. Explotaba. El chofer me miraa re reojo, con lastima y sorpresa.

La cuestión es que aún en maniobras de estacionamiento del micro y a través de los primeros centímetros de apertura de la puerta, me lancé al andén y de allí corriendo como podía hacia el baño. Atrás quedaban el micro, los retorcijones, el bolsito, el casquete, algunas cartas, papeles de Malvinas, y algo mas, tirados en el asiento. Nada importaba ya.

Concretado el hecho, agitado, con palpitaciones, y algún mareo, pero infinitamente mas relajado, con una cierta alegría y una paz que no sentía desde hacia meses, ....... tal cual indica la canción de Hugo Varela ............. "descubro con terror que no hay papel"

Recordé entonces el bolsito en el micro, ......... tanteé los bolsillos, ..... miré alrededor, ...... nada ........ ninguna canilla cerca, .......vergüenza para pedir ayuda desde esa posición a los gritos, ....... no sabía en realidad si había alguien mas en el baño, ....... estaba solo en esta, .......debía encontrar una solución rápidamente.

Pensé entonces en que el Ejército no podía abandonar así a sus soldados, y que alguna herramienta debía haber previsto para casos de emergencia. Analizando nuevamente la situación, revisé mis bolsillos en busca del milagro, y ahí me dí cuenta que así era: el Ejército ponía a mi alcance una solución. Sacrifiqué los cuatro bolsillos de la chaquetilla de salida y el pañuelo provisto, dando así fin y un cierre digno a la "Operación Tenaza".

Luego volví al bondi, me relajé, con el sabor del deber cumplido, y creo que dormí hasta la llegada a Retiro en donde me esperaba mi familia. 

La chaquetilla sería entregada días después nuevamente al ejército como mudo testigo de la Operación Tenaza.

CCH2007   - Agosto 2009

sábado, 12 de marzo de 2016

La guerra en tres fechas: 14 (y 21) de Junio de 1982

14 de Junio de 1982 -- El cese el fuego

Junio había comenzado complicado, en esos primeros diez días eran corrientes y no pocas las noticias de bajas. Se olía muerte. Los ataques de artillería británica ya eran una constante. El repliegue de tropas hacia la ciudad parte del paisaje. El estado de ánimo de los replegados y su estado físico eran desmoralizantes, y si bien la intención, la energía, y las ganas seguían en alto, aquello ya no era lo que había sido en los días anteriores de mayo.

La estimación de un final a los combates era algo que se escuchaba seguido entre algunos oficiales y suboficiales. 
Impedimentos y complicaciones en la logística, desaciertos e incongruencias entre los despliegues y órdenes de las distintas armas hacían difícil avanzar con las tareas planificadas. 
La espera de un “ataque final” sobre Puerto Argentino era tema de todos los días. 
El retroceso de soldados en grupos y dispersos (heridos, agotados) generaba desazón y bronca.

La madrugada de esa eterna e interminable noche, trajo consigo (luego de horas y horas de bombardeos sostenidos y avances de tropas inglesas) una "tensa calma" durante la que se esperaban inminentes novedades o definiciones. Sobre el final, de madrugada ya, hubo de pronto un cese en el hostigamiento y en el ataque de la artillería inglesa, un silencio sepulcral fue extendiéndose sobre Puerto Argentino.
Un largo y cerrado silencio que no se correspondía con lo que se venía viviendo hasta ese momento y en ese lugar, luego del cual recibimos finalmente la orden de "cese el fuego".

La orden nos llegó desde luego por radio -que en esos momentos yo operaba- estando con el Teniente Coronel en las afueras de la ciudad, alejados de los pozos y del resto del grupo.
Era parte de su costumbre el ir hacia donde se sabía habría ataques y estar con la tropa cuando y donde había peligro:
-....“para ver mejor los avances y los ataques", y "observar el cielo con nuestros propios ojos para constatar lo que informan los radares (nuestro objetivo era mantener la zona libre de Harriers y aviones enemigos).

Ante la noticia del cese el fuego, el “teco” miró hacia abajo, se quitó el casco, y se pasó la mano por la cabeza......muy d
espacio. 
Se veía en su cara dolor, agotamiento, y también quizás impotencia, y bronca, mucha bronca. (Días antes, en varios de los momentos de los tantos en que hablábamos y comentábamos cosas del día a día, se quejaba diciendo cosas como:

-“me atan las manos" o "no me dejan operar” 

haciendo referencia a las órdenes que recibía de sus superiores. Varias veces lo había visto y  escuchado discutir y “plantarse” en reuniones con referentes de otras armas, por temas como la ubicación de las piezas y posiciones de la artillería antiaérea de la que era responsable, y muchas otras veces por la logística y los insumos que solicitaba y no recibía).

Después de pedir re confirmar la orden por radio y con los ojos un poco "inundados” y cansados 
 (se le "piantó un  lagrimón" podría decir un tanguero) , el "teco" me miró y me dijo en un tono tranquilo y pausado:

- "Gracias Chafer,.... gracias por todo. ……. 
Deje el arma acá, apague la radio. …….Vaya y comuníquele al resto de la tropa que se acabó todo".

Me levanté entonces y fui corriendo hacia los pozos para cumplir la orden y dar la noticia. 

Llegué a los pozos, allí esperaban mis compañeros y el resto del equipo. Ansiosos de noticias o novedades.
Pero también me esperaba allí, en los pozos, una nueva e inesperada “sorpresa” que terminó de arruinarme aún mas el final de la guerra.

Cuando notifiqué la noticia del cese el fuego, un par de oficiales y suboficiales (Pla, Sosa, Lupion, Palacios, algunos de los que aún hoy -con pena y lástima, o asco- recuerdo) saltaban y se abrazaban entre sonrisas y gritos como si estuviesen festejando el gol del triunfo hecho en el minuto de descuento, en una final de un 
campeonato mundial  fútbol frente a Brasil. 

Una locura. Un asco.

Y al mismo tiempo algunos soldados compañeros (Miqui, Jardon, entre otros) diciendo:

 -“no, no puede ser", ….."me estas jodiendo”, …….“yo no me rindo”, ….. “nos escapamos con la MAG y los reventamos cuando lleguen” y frases por el estilo.

Es comprensible -somos seres humanos-, que en una situación tan extrema como es el combate armado, saber que "se termina el riesgo de muerte"….. genera cierto alivio. 

Es al fin y al cabo una certeza entre tanta incertidumbre, es "el fin de la locura" que se vive durante los combates.
Aunque desde luego, en este caso dolía doble, y carcomía por dentro, por no haber alcanzado el objetivo.

Pero personas que eligieron la carrera militar, que se formaron toda su vida preparándose para la guerra, que inculcaban a los soldados que morir en combate era un orgullo, ....... no podían festejar de semejante manera lo que era  una “derrota militar”. 


Menos que menos frente a "sus subordinados" (nosotros los soldados). 
Esos imbéciles, transformaron automáticamente en “basura y mentira” todo lo que nos habían dicho e hicieron creer durante mas de un año de instrucción militar y en los meses de combates en Malvinas.

Aun me pregunto: ¿¿ Qué carajo festejaban ?? Que me expliquen por favor: ¿¿Que celebraban?? eran militares !!


Esa última imagen de la guerra, me alejó definitivamente de todo lo relativo al “ámbito militar” y sumó una gran cuota de “gusto amargo” al haber pasado por esa experiencia.

Por suerte hubo otros militares, muchos, e incluyo 
en esta calificación a innumerable cantidad de soldados, que sí estuvieron a la altura de la situación que se vivía, y que hicieron que "Malvinas", ...las acciones, ...lo compartido y nuestra participación en la guerra, ... tuviesen alguna razón de ser.


Mi respeto eterno a los caídos.
 

Un cariño enorme, eterno, mi permanente recuerdo y mis mas grandes GRACIAS para el “viejo” Lubin, Enrique, el “flaco” Risso, “Miqui”, el “Play”, el “gordo Garoto”, “Germán”, mi tocayo Spinelli, el "Cara de espíritu" (con quien le robábamos el azúcar al principal Sosa), a "Dani", "al Gallego", al "Gato", y a tantos otros con quienes compartimos “Malvinas” y que hicieron y contribuyeron a que aquella dura experiencia haya tenido sentido.



21 de Junio de 1982 -- El regreso a casa

El 21 de Junio del 82 llegábamos como prisioneros de guerra ("P.O.W.") de los ingleses a bordo del Northland a Puerto Madryn.


Volvíamos de Malvinas. No regresábamos todos los que habíamos idoNo éramos quienes habíamos partido. Volvíamos siendo otros muy distintos de los que habíamos viajado hacia las islas hacia solo un par de meses.

Volvíamos con dolor, y (en mayor o menor medida) golpeados, heridos, marcados por las experiencias vividas en esos días. 
Heridas físicas, emocionales o psíquicas que nunca se borrarían, y con las cuales debíamos aprender a convivir y a sobrellevar.

Regresábamos porque el azar de la guerra nos lo había permitido.

Nuestros comportamientos cambiaron, nuestras escalas de valores cambiaron, nuestros sentidos cambiaron. Palabras como honor, dignidad, respeto, hermandad, honradez, sacrificio, dolor, orgullo, etc. tomaron un sentido muy distinto para quienes vivimos el combate. Palabras cuyos significados se nos fijaron con sangre y se nos hicieron carne. 

Ese 21 de Junio, cosa extraña, regresábamos a nuestro país sin haber salido nunca del mismo. "Volvíamos" sin haber abandonado nunca nuestro territorio.

Ese mismo 21 de Junio recibíamos un golpecito más: el ejército argentino nos ocultaba de la sociedad y evitaba que tomásemos contacto con ella. 

Otra locura. 

Aquel ejército con, por, y en el que, días antes exponíamos nuestras vidas, nos decía que nos escondía para "preservarnos" porque habíamos perdido la guerra, porque la sociedad estaba "enojada" con nosotros.
 

Ese mismo día, representantes de aquel mismo ejército que días atrás nos hablaban del orgullo de estar combatiendo contra los británicos, nos aconsejaba (y ordenaba en realidad) que no hablásemos de lo que habíamos vivido en Malvinas. 
Nos amenazaban y ordenaban guardar silencio porque "lo que había pasado en Malvinas debía quedar en Malvinas", sumandonos caos al despelote que ya teníamos en la cabeza.

Ese día empezaba la posguerra, empezaba la gran y verdadera batalla.



La sociedad miraría 
hacia otro lado, al principio y por un prolongado lapso de tiempo. 
El ejército nos cerraría sus puertas en la cara negándonos contención y asistencia porque no éramos militares. 
Se dificultaría obtener un trabajo y cobertura médica. 
Arrancaban los tiempos de los "locos de la guerra".
Nadie sabía qué hacer con los excombatientes.
Malvinas y sus veteranos de guerra pasaban a ser temas de los que era preferible no hablar, no recordar, no hacerse cargo. 
Y poco a poco fuimos callando, hasta llegar a ni siquiera tocar el tema durante muchos, muchos, demasiados años.

Fue complejo lo vivido en Malvinas, ninguna duda. Pero la posguerra no fue, ni es, fácil.

No es fácil cuando por haber vivido una experiencia distinta, fuerte, extraordinaria, se etiqueta a las personas, y se le ponen barreras. 

No es fácil sobreponerse a lo vivido en combate. Tampoco es fácil comprender a un excombatiente.
No somos héroes, ni víctimas, ni sobrevivientesSomos ciudadanos comunes a los que nos tocó en suerte vivir un acontecimiento histórico distinto, tremendo. 
Y que a pesar de todo, pudimos -la mayoría- sobreponernos y estar orgullosos de haber vivido “Malvinas”. Tenemos, en el mejor de los casos, "algo" de experiencia en haber vivido en primera persona un combate armado, por eso nos dicen “veteranos de guerra”, esa es la única diferencia.

No fueron -ni son- necesarios el aplauso, o el elogio, o la aprobación de la sociedad hacia sus veteranos de guerra. Menos aún el reconocimiento por lo hechoLo que hicimos, lo hicimos porque era nuestro deber, y por eso obramos como obramos (con aciertos y con falencias), desde el sentimiento que nos movía. Por Malvinas.

Sí, en cambio hubiese sido necesario al regresar, que no se castigue a quien tuvo que luchar en Malvinas cerrándole puertas y oportunidades con prejuicios. 


Sí, en cambio hubiese sido necesaria, la asistencia y la contención para aquellos que no pudieron sobreponerse al dolor, a las heridas, a los recuerdos. 

Sí, en cambio hubiese sido necesario, no darle la espalda a aquellos cuyas heridas (de cualquier tipo) le impidieron competir en igualdad de condiciones con otros ciudadanos e insertarse nuevamente en sociedad.

Pero de todo eso, ya pasó mucho tiempo, muchos años y las heridas (en su mayoría) ya se cerraron, o se van cerrando
Queda la experiencia, quedan los recuerdos, ...... quedaron los caídos. A ellos no los olvidemos.

                                                                                                                     (Escrito en Julio 2009)
CCH2007