viernes, 3 de junio de 2022

La guerra en tres fechas - 3 de Junio de 1982

El 3 de junio de madrugada, un avión Vulcan inglés disparó un misil antiradar sobre Puerto Argentino, impactando directamente sobre uno de los directores de tiro de la batería A del GADA 601, con ese impacto murieron el sargento René Pascual Blanco (con quien hice todo mi servicio militar durante el año 1981), el teniente Alejandro Dachary y los soldados Oscar Daniel Diarte y Jorge Alberto Llamas.

En ese momento me encontraba de guardia en la radio, haciendo la ronda de contactos con las piezas de artillería de nuestro grupo, atento a las novedades ya que estábamos en alerta por la incursión aérea inglesa -fuera del alcance de nuestros cañones-, cuando se escuchó un impacto cercano y la comunicación con la posición de Dachary se perdió.




Hablamos entonces con el teniente primero Enrique Pio Rey del Castillo a cargo del radar y el mas cercano a la zona del impacto (a los cañones a cargo de Dachary) para enviar una patrulla que confirme que había sucedido. El teniente coronel Arias dormía.

Unos minutos después, ya confirmado el impacto y la destrucción del director de tiro de la posición alcanzada, desperté al teniente coronel para darle la mala noticia.

Inmediatamente me ordenó preparar todo y despertar al chofer del jeep para ir hasta la posición que había recibido el fuego enemigo. Salimos los tres cuanto antes y al llegar el panorama fue desolador.

Una imagen tremenda que aun no logro olvidar, un olor a carne humana quemada que aún no puedo dejar de sentir en determinados e involuntarios momentos. Nos sumamos a la tarea de separar, identificar y recuperar los restos, de compañeros, de armas, de elementos desparramados en el lugar. Todo confuso, sucio, humeante.


Esa tarde se daría entierro a los restos de los caídos en el ataque, me tocó nuevamente escribir los nombres de cada uno en las cruces de madera, y dado que ya había presenciado varios entierros, y que me sentía bastante mal, decidí y pedí no presenciar el entierro.

Me quedé entonces de guardia en la radio del puesto comando con quien era en ese entonces "mi mayor" (Carlos Esteban Pla). 

Sin mucho que hacer, atentos a las novedades de la radio que informaba incursiones aéreas lejanas o gran altura, intercambiamos mates con el mayor, y en la confianza de haber compartido todo el año 1981 con él (hice el servicio militar en su oficina de "Operaciones e Inteligencia" del GADA 601 en Mar del Plata), me preguntó sin relación alguna con lo que veníamos hablando y para mi enorme sorpresa "si conocía Uruguay".

No entendí el porqué de la pregunta, le contesté que sí, que muy poco, que había viajado una vez a Colonia ida y vuelta en el día, y le pregunté del porqué de su consulta.

Y fué en ese momento que me dijo que "él suponía que allí nos llevarían los ingleses luego de tomarnos prisioneros cuando los combates acabasen, porque seguramente no iban a querer amarrar en un puerto Argentino".

Me quedé helado sin entender bien que o porque me decía eso. Sin saber que decir. Dudé que fuese un mal chiste. Dudé del porque me decía semejante barbaridad en ese momento. Pensé que quizás me "probaba" para ver mi reacción, y simplemente atiné a decir algo así como "pero mi mayor porque vamos a perder si le estamos dando pelea, le volteamos varios Harriers, le hundimos varios barcos, somos mas, ....".

Me miró y me dijo "esto queda entre nosotros", y que no debía nunca hablar con nadie de esa charla, y a su modo, se sinceró -a su modo- diciéndome que la guerra era imposible ganarla, y me habló de desinteligencias entre nuestras fuerzas, y dentro de las propias fuerzas, y me habló de problemas de logística, y del aislamiento del continente, y de inconsistencias del plan de defensa, y del poder de la OTAN, y de problemas e intereses políticos que estaban por encima del combate, y de limitaciones varias y cosas por el estilo.
Y me dijo que él esperaba que la guerra finalizase en pocos días, y que si por él fuese preferiría estar ya en su casa con su pequeña hija y su pareja (había sido padre a fines de 1981) pero que ésas eran decisiones que se tomaban a otro nivel y que nosotros debíamos seguir combatiendo hasta donde pudiésemos, y esperar y tratar de estar vivos al final.

Fué un baldazo de agua helada. Un shock de realidad inesperada. No supe como reaccionar. Tampoco entendía del todo, o en su total magnitud, lo que me decía. Él era el segundo en mando dentro de nuestro grupo de artillería antiaérea y estaba dando por perdida la guerra. Me sentí como mareado por semejante sinceramiento, sin saber que hacer o decir.
Solo atiné a comentar algo así como "pero entonces, si la guerra ya estaba perdida, porqué seguir, porque permitir que sigan matando compañeros". 
No recuerdo bien su última respuesta como para reproducirla, pero estaba en línea con lo anterior, y la realidad era que yo ya no quería escuchar mas nada. 

Desde luego para mi, los días que siguieron, la continuación de los combates y por supuesto el final de la guerra, ya no serían lo mismo. Destruyó en mi toda esperanza o ilusión.
Fue algo que jamás comenté en Malvinas con mis compañeros, ni con el teniente coronel, y fue algo de lo que recién pude hablar o contar en un foro cuando ya habían pasado veinte años del final de la guerra. 

Antes de hacer pública la historia, había escrito a modo de denuncia unos versos que reproduzco nuevamente ahora:

Dedicado a "mi mayor" producto de la charla mantenida el 3 de Junio de 1982 en Malvinas, mientras se daba  entierro a los caídos de ese día.


Aquella noche en Malvinas
habían muerto compañeros
la muerte robó artilleros,
.... tras el manto de neblinas.

Nos quedamos en el puesto
atentos a los combates
Vos y yo, tomando mate.
Un recuerdo que detesto.

Te respeté hasta ese día
como a un recto militar.
no se me ocurrió indagar
tu historial de policía (*).

Vos llegaste a las Malvinas
a cargo del “juguetito”:
el Roland (misil maldito)
de la defensa Argentina.

Sin embargo en esos días 
de combates y de muerte
tu mente corría otra suerte:
Combatir ….. ya no querías. 

 Tras el manto de neblinas,
un “ascenso” posterior,
era tu anhelo interior.
Nunca te importó "Malvinas".

¿Conoces Montevideo?
Tiraste, ….. “sin vaselina”.
Tu consulta repentina
Fue peor que un bombardeo.

Mi cabeza no paraba
tratando de comprender 
¿qué debía Yo entender
en la duda que planteabas?

Y explicaste sin moral,
que a Uruguay nos llevarían,
cautivos en pocos días 
por ser un puerto “neutral”. 

Te c#gabas en Malvinas,
solo querías “volver, 
con tu hijita, tu mujer, 
tus rutinas de oficina”.

Eso usaste de “pantalla”
Cuando al fin te pregunté
"¿Por qué vamos a perder,
si estamos dando batalla?"

Y me hablaste de las Fuerzas….,
de desinteligencia argentinas….,
de voluntades mezquinas….
de situaciones adversas…. 

Destruiste mi esperanza,
con tu “rollo” delator,
Dejaste de ser “mi mayor”.
Pisoteaste mi confianza,

Dabas todo por perdido,
pensabas ser prisionero, 
y desde un puerto extranjero
volver, ….. y ser ascendido.

Terrible hijo de mil p#tas:
Eras "mayor militar" 
Tu deber era luchar, 
y dar ejemplo al recluta.

Tremendo hijo de mil p#tas:
Eras "mayor militar" 
Tu deber era pelear, 
al frente de tus reclutas.

Y tal como vos querías,
habrás vuelto a algún cuartel,
y a teniente coronel
te habrán ascendido un día.

Atrás ya quedó la guerra,
pero tu historia “puntana”
de represión ciudadana,
esa historia … no se cierra.


(*) Carlos Esteban Pla (Mayor del Ejercito en Malvinas) fué Jefe de Policía en San Luis durante la dictadura militar y fue condenado a prisión perpetua como autor de crímenes de lesa humanidad y autor material del asesinato de Graciela Fiochetti, y las desapariciones de Pedro Ledezma y Sandro Alcaraz.