jueves, 2 de julio de 2015

Los corchazos



El soldado no piensa, el soldado ejecuta.

Ya lo dije varias veces, me parece una de las frases mas oscuras, hipócritas y despiadadas con las que en el ámbito militar se justifica la destrucción psicológica (y física) de los soldados. Y también con la que se deja al descubierto el menosprecio hacia los mismos. Evidencia la nula importancia que se le da al soldado dentro y fuera del ámbito militar. Esa frase encierra el concepto que los soldados son reemplazables, insignificantes, que a nadie le importa su integridad. No son personas. (Quizás eso sería lo ideal, ........pero hablamos de personas).


La parte “pensante” del poder, de la sociedad, de la guerra, la que lleva al soldado al combate, lo menosprecia y estupidiza buscando que actúe de manera similar a la de un autómata, para que responda ciega y rápidamente a cualquier orden.
El soldado es para ellos una "barata herramienta" del combate, en donde el objetivo principal es matar para sobrevivir y no importa entonces el daño que se haga a la “herramienta” con tal que la misma permita alcanzar el objetivo.


El soldado no piensa, el soldado ejecuta.


De esa manera no evalúa las consecuencias de los actos que realiza: No piensa ni en los daños que provoca en los otros (que son los mas fáciles de ver), pero sobre todo no piensa, no toma conciencia de los daños que se realiza a sí mismo.


Cuando se combate, se actúa en equipo, en un entorno sin reglas claras (pero sí con ciertos códigos), en el que no hay leyes, ni Dioses, ni Diablos muy presentes, ya que en pos de preservar la vida: “todo está bien”. “Todo vale”.
Un entorno violento que justifica cualquier acción y en el que “no pensar” en lo que se hace, hace que uno no se sienta responsable, ni tome conciencia de lo que está sucediendo.


El problema, ya se ha dicho muchas veces, se manifiesta en la posguerra. 

Cuando el ámbito cambia, cuando el medio en el que vuelve a vivir la persona (el soldado) es un entorno más “normal”, con leyes, Dioses y demonios mas claros y presentes.
Porque cu
ando las balas dejan de silbar, cuando pasa el tiempo y vuelve la calma, "el soldado ...... piensa”.  

Y eso es un problema.


Cuando el soldado apoya su cabeza en la almohada, y se queda solo con sus pensamientos, solo con su conciencia, solo con Dios como juez y como testigo.....los pensamientos aparecen.


Cuando solo se desea dormir y descansar y los recuerdos de esos terribles días de combate, se hacen presentes 
en la mente cada noche, sin pedir permiso y no dan descanso....... se piensa.

Cuando ya no se está bajo el “amparo” del combate, cuando la paz deja momentos para pensar y para tomar conciencia. Cuando se busca la paz y las cosas se recuerdan y analizan “más allá de uno”, aparecen los análisis, las dudas.......y se piensa.


Cuando la persona después de lo vivido, toma conciencia que el enemigo a quien mató era al fin y al cabo alguien tan humano e inmerso en la misma caótica y violenta situación que él mismo. Es difícil sacar conclusiones objetivas, y ....se piensa.

Cuando la cruda realidad pone de manifiesto que no era verdad -y que a pocos le importa realmente- todo eso por lo que se justificó tener que ir al combate. Cuando se cae en la cuenta que no era verdad lo de la lucha justa y lo del perdón divino...... se piensa (y mucho).


Cuando se está sin el apoyo de los compañeros de combate que lo protegían, sin los “superiores” que ordenaban lo que hacer y lo que no se debía "pensar"...... se piensa. Y se piensa en que habría que replantear muchas cosas.


Cuando los recuerdos de los gritos, los bombardeos, los helicópteros, los aviones, los muertos, aparecen en los sueños y hacen vivir una y otra vez el horror del combate.
Cuando se desea mas que nada poder dejar de lado los fantasmas de la guerra y ocuparse de otras cosas mas importantes. 

Cuando la sociedad pensando en proteger o reconocer a esa persona lo sigue identificando con su rol de combate, forzándolo a vivir así con una identidad y en un tiempo que ya no existen........ se piensa y aparecen en la mente muchas preguntas sin respuesta.

Cuando se quisiera con todas las fuerzas no pensar, y poder hacer realidad esa mentira tan grande tantas veces escuchada: "el soldado no piensa". 
Cuando se quisiera no vivir de una pensión y tener un rol y un empleo digno que identifique a esa persona en la paz y no ser visto solo como un “ex combatiente”.

Cuando las fuerzas flaquean en un entorno adverso en el que se requiere atención y contención para seguir adelante, para superar los fantasmas del combate y sepultar -sin olvidar- todo lo relacionado al ámbito militar, al horror de la guerra, sin quedar por eso "pegado" a la sensación de haber sido usado y descartado como un preservativo........ es ahí cuando muchos deciden poner fin al problema de "pensar" del modo que mas conocen: ............ de un corchazo.

CCH2007  (Junio 2009)

sábado, 23 de mayo de 2015

Los desechos de las guerras

Los seres vivos reaccionan ante una agresión externa (por ejemplo ante una infección) poniendo en marcha un mecanismo de defensa (como los glóbulos blancos) que procura devolver al organismo el equilibrio y la normalidad para su correcto funcionamiento, mientras el cuerpo todo se adapta para hacer frente a ese evento, cada parte cumpliendo con su función.  
Al finalizar la agresión el propio cuerpo se encarga de expulsar fuera de su seno todos los "residuos" o resultados de ese ataque que pudieran haber quedado; y volverá poco a poco a funcionar como lo venía haciendo, con o sin alguna lesión o cicatriz temporal o permanente. Pero lo que se vió afectado por la lucha contra el agente externo, ya no forma parte del mismo (células, humores, etc.). 

La sociedad como "ser vivo" que es, debe disponer también de herramientas de defensa ante ataques (externos o internos) que pongan en riesgo su integridad o salud. Para eso cuenta con fuerzas armadas, desarrolladas y equipadas de manera tal que puedan responder ante los ataques o amenazas de las hipótesis de conflicto que los escenarios de cada momento político definan. 
Y puede o no incorporar temporal y voluntariamente a esas fuerzas armadas ciudadanos cuyo interés no sea formar parte de ese ejército -por no tener la vocación militar como guía de sus vidas-, pero que estén convencidos de la necesidad de estar preparados para defender a su patria en caso de ser necesario. 

Lo que no poseen las sociedades es el mecanismo mencionado de los seres vivos para expulsar de su seno los "residuos", los "despojos", los "resultados" de sus enfrentamientos, de sus guerras. 
Y como no puede eliminarlos, expulsándolos fuera de si, entonces los aisla, los esconde, los separa, para que sean lo menos visibles ante el resto.

El verdadero problema de las guerras, está en las posguerras. No hay muchas opciones de "que hacer" con los muertos del combate, pero no está tan claro, ni es fácil definir "que hacer" con los que sobreviven al mismo.

La sociedad sabe cuando envía a parte de sus integrantes a una guerra, que está comprando un problema a futuro con los sobrevivientes, pero los envía igual, pues considera que es mas importante librar esas batallas, que el problema posterior de que hacer con las vidas destrozadas o afectadas por las guerras. 

La historia demuestra que son mas importantes los intereses políticos, estratégicos, religiosos y/o económicos que las vidas humanas que se verán afectadas por las guerras. Nunca se midieron -ni medirán- esos intereses políticos, estratégicos, religiosos y/o económicos en función de los cadáveres que provocan.

Por eso se vende tanto y con tan buen marketing la idea de ir a una guerra, de ser soldado, de defender el bien común,  pero nunca se menciona lo que pasa al finalizar la guerra, cuando ya no se forma parte de esa "élite" que combate, cuando se está solo, cuando ya no se usa el casco y se deja de portar el fusil. Cuando la sociedad vuelve a su funcionamiento "normal".

No se cuenta, ni difunde lo que le pasa a tantas personas cuando la sociedad que los envío a la guerra, ya no necesita que combatan por ella, y ante la imposibilidad de expulsarlas, las aísla. De diversas formas, por ejemplo identificándolas como combatientes (o ex combatientes), no dándoles lugar a re insertarse en funciones productivas, forzándolas a vivir en el pasado y de una pensión que esa misma sociedad se encarga de brindarle como compensación a ese aislamiento. O utilizando otra "etiqueta" y llamando héroe al ex soldado, para utilizarlo en alguna celebración patria haciéndolo desfilar como si fuese militar (que no es, ni tampoco es reconocido asi por las fuerzas armadas en las que prestó servicio).
Imponiendo a la persona un nuevo rol, justificando su etiqueta y aislamiento. 

Ese es en última instancia, el mecanismo de "expulsión" que tienen las sociedades para las "células" que se vieron afectadas en su defensa y sobrevivieron.

CCH2007



domingo, 3 de mayo de 2015

1 de Mayo de 1982: Bautismo de Fuego

Hasta ese primero de mayo los días transcurrían con expectativas, con dudas, con interrogantes respecto a como viviríamos esa experiencia que a grandes rasgos definíamos como "Malvinas" y que sería el participar de combates armados en una guerra.

La caída de las primeras bombas inglesas esa madrugada, nos dieron la certeza de que empezaba una etapa totalmente distinta en nuestras vidas.

Recuerdo que estando en los pozos comenté con mis compañeros que ya ninguno de nosotros “volvería”.  

No me refería concretamente a morir en cualquiera de los momentos que sobrevendrían desde ese 1° de Mayo hasta pasado el 20 de Junio (día en que finalmente abandonamos las islas como prisioneros de guerra), si no a que la experiencia del combate armado nos iba seguramente a transformar en otras personas muy distintas a las que habíamos sido hasta ese momento. 

Nadie vuelve de una guerra.

Era el momento de nuestro "Bautismo de Fuego"..........

"Bautismo": un concepto tan relacionado a lo espiritual, a la purificación, a la esencia, a lo religioso, a la limpieza del alma, a un nuevo comienzo, .............. utilizado en este caso para definir la "iniciación" de una persona en lo relacionado a las armas, a la muerte, a la destrucción, a la fase mas " animal" si se quiere del ser humano que es la que aflora en la guerra.


"Bautismo" utilizado para conmemorar el momento en que se empieza justamente a contradecir y a ir en contra de los mandamientos y de lo que como fin último profesan todas las religiones del hombre, que es respetar y honrar la vida de uno y la de sus semejantes.

"Bautismo" todo lo contrario a lo que el bautismo -religioso- representa.

Quizas utilizado porque de alguna forma hay que consensuar y recordarle al combatiente el aval que le dá la sociedad para matar a otros y que luego no se sienta culpable. 

Que mejor que celebrando su "bautismo de fuego".

"Bautismo"..... "de fuego"........ Que buen marketing el de la guerra.

sábado, 25 de abril de 2015

Que se piensa al disparar ?

Me preguntaron hace un tiempo, sobre lo difícil que debe ser ese momento en el que uno toma conciencia que va a matar. Sobre lo angustiante que debe ser “apretar el gatillo” sabiendo el daño que provocará ese proyectil que uno dispara al impactar sobre otra persona.

Para nada. Es facilísimo. No hay análisis. No se piensa en el daño que ese proyectil generará. Al contrario se dispara y se desea es que ese proyectil “genere” daño.

Apretar el gatillo es lo mas simple y elemental del mundo en esas circunstancias (Cuando se está bajo fuego enemigo y con riesgo de vida, no es momento de filosofar).
En esos momentos simplemente se dispara (con lo que uno tenga a mano, sea el arma que fuere, y se le dispara a lo que se ponga “enfrente de uno”), sabiendo que el que está enfrentándonos también desea quitarnos la vida o hacernos el mayor daño posible.

Solo cuenta el riesgo de vida. Solo cuenta que el que dispare primero y acierte, tendrá mas posibilidades de seguir vivo.

Quizás en esto se base el “lema” del servicio militar de que el soldado no piensa, el soldado obedece.

Y ese “lema” aplicado a estos casos, se sostiene a sabiendas de que lo difícil, lo complejo para el que dispara vendrá después, cuando ya los combates hayan pasado, cuando la “guerra” haya terminado (si es que acaso existiese un final de una guerra para los que combaten en ellas).

Pues el daño que esos proyectiles generan se manifiestan a ambos lados de la boca del fusil. Hay daños desde luego en quienes recibirán ese proyectil, pero también habrá secuelas y daños en quienes los dispararon. Nadie vuelve (sano) de una guerra. 

El objetivo de ese “lema” creo es justamente que no se piense (al disparar por ejemplo) sobre todo en el daño que "uno mismo se está haciendo". Y a su vez en que mas adelante se evite analizar lo realizado.
Puede ser difícil vivir tomando consciencia de los daños realizados; si fuese fácil, no sería tan alto el índice de suicidios entre ex combatientes.

También el hecho de los aplausos y la "glorificación" de la guerra, el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, la búsqueda de reconocimiento por lo realizado en pos de "intereses superiores", se hace para que sea mas llevadero todo ese "bagaje de cosas" con el que uno se carga en la guerra y que se llevará consigo de por vida. Ya que desde luego ese "bagaje de cosas" no encaja en general con lo que se era, se creía y se aceptaba como correcto en la vida civil. Ámbito en el que luego de disparar uno debe volver a re-insertarse para continuar con su vida, lejos de las armas.

Si en el frente de combate se piensa y analiza lo que se está haciendo, puede suceder que se llegue a conclusiones que no convengan a los intereses en juego en ese momento, y que se descubra que no todos los del otro lado merezcan la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas tampoco merezcan el sufrimiento. 

Hecho que queda demostrado cuando en la posguerra se realizan encuentros de ex combatientes de ambos bandos y surge la camaradería al reconocerse ambos como personas que debieron pasar por el mismo horror pero desde distintos lados de la boca del fusil que se empuña. 

El soldado no piensa, el soldado obedece: obedece el mandato que la sociedad le impone a sabiendas del daño que se le está provocando (y por eso se le exige al soldado que no piense).

CCH


domingo, 5 de abril de 2015

No somos héroes

Yo no elegí ir a Malvinas para defenderlas en una guerra; no decidí ni pretendí asumir el rol de representar a la voluntad popular empuñando y disparando un arma contra los ingleses. Pero simplemente me tocó, y lo hice (o hice lo mejor que pude).

No quise, no deseaba, no fue mi propia elección, pasar los que fueron 67 días de los más terribles de mi vida. Pero no me arrepiento de haberlos pasado.

No deseé sinceramente hacer las cosas que tuve que hacer, jamás hubiese elegido pasar por lo que pasé, sentir lo que sentí. No quise perder los amigos que perdí. Pero lo enfrenté con entereza, con dolor, y no aflojé. No había realmente muchas opciones.

No quise tentar a la muerte de esa forma. No "elegí" estar allí, nunca lo hubiese hecho. Pero entendí que era necesario, que era lo que en ese momento debía hacer y se esperaba de mi. 
Y fuí, y me quedé, y sumé mis manos, mis ganas, mis broncas, y compartí miedos, y ansiedades, y llantos, y risas, y angustias, y dolores.

No estaba dispuesto a dar mi vida a cambio de nada. Lo que mas deseaba era salir de allí vivo cuanto antes, lograr el objetivo y volver lo mas entero posible.

No soy un héroe, solo viví una experiencia difícil, dolorosa que como tal hay que analizarla una vez superada.

Y una guerra, como un gran desafío, es siempre a la distancia más sorteable de lo que parece desde afuera. Hay una gran cuota de azar en ello. 

En la guerra el contacto sostenido con la muerte, la destrucción y el dolor, la incertidumbre de seguir vivo al minuto siguiente, el estar luchando por la vida, el recuerdo de los seres queridos; hace valorar y añorar las cosas más simples y elementales.

Cuando no se está ni siquiera en la base de la pirámide de las necesidades (de Maslow), se valora el estar vivo, se añora hacer las cosas de todos los días, sentirse sano, estar a salvo, tener cerca a sus afectos, compartir los sentimientos con ellos. Uno toma conciencia de lo que realmente tiene valor.  Dormir, reír, comer, un beso, una caricia, una voz amiga de aliento y contención, la familia, la amistad, un deporte, una película, una canción, son en esos momentos “lujos”, “sueños”, “deseos” inalcanzables y que solo un milagro podría devolver a uno. 

Y en estas competencias difíciles, duras, tremendas, se aprende que casi siempre es mas valioso el camino recorrido, que el objetivo que estaba al final del mismo. 
Y que desde luego está bueno alcanzar objetivos, pero que lo que realmente nos transforma, y nos mejora (ya que toda competencia es en realidad con uno mismo, buscamos alcanzar y superar los límites que uno se propone) es la preparación, y el camino que transitamos para alcanzarlos.

Y como en toda competencia en la que uno se dispone a participar, la guerra se supera cuando se actúa convencido de que lo que se está haciendo es lo correcto. 
Cuando se actúa siguiendo el corazón y la intuición, aportando el mejor esfuerzo; "dejando todo" por la meta planteada, el resultado o el objetivo es importante pero no es todo.

Y se hace carne que siempre vale esfuerzo realizado cuando lo que nos mueve es un sentimiento genuino, aun cuando no se llegue al objetivo planteado; o cuando el mismo parezca imposible o inalcanzable. 
Porque el verdadero valor, el beneficio real, de la competencia no está en el objetivo es sí mismo (es muy bueno y gratificante lograrlo –desde luego-), porque "lo valioso que nos queda" luego de competir no es el objetivo, si no nuestra propia superación. 
El objetivo en tal caso solo nos recuerda que "pudimos".

No somos héroes, somos personas que hicimos lo que cualquier otra hubiese hecho en esa misma situación.

Pudimos superar una prueba difícil que se nos puso en el camino, aunque no hayamos alcanzado el objetivo. Estamos de vuelta.
Y al mirar hacia atrás, podemos decir que todo valió la pena, porque hoy tenemos mas o menos todo aquello que tanto añorábamos hace 33 años y que parecían imposibles: amigos, amores, afectos, estamos vivos, tenemos salud, una casa, una familia y tenemos las ganas y la convicción para seguir adelante. Aprendimos.

Tenemos hoy las cosas que realmente se siente que tienen valor cuando no se tiene nada, y cuando se puede perder lo mas valioso que uno tiene que es la vida. 
Tenemos las cosas que nos llevaremos cuando tengamos que dejar este mundo. 
Tenemos el honor y el orgullo de haber vivido aquellos terribles 65 días y la vivencia de haberlo hecho con valor y en equipo, de haber estado a la altura de las circunstancias.
Tenemos mucho por delante, pasamos por muchas cosas, nadie sabe que sucederá mañana, preocupémonos por el hoy. 

CCH