miércoles, 18 de noviembre de 2015

La guerra de Malvinas por los Excombatientes

Comparto un comentario de Carlos Gamerro publicado hace un tiempo respecto a los diálogos que se dan entre los Veteranos de Guerra y quienes no lo son, cuando se toca el tema de la guerra.

Me pareció muy bueno porque sintetiza en muy pocas líneas el sentimiento y la realidad de "esos hilos invisibles" (a decir de Cortázar) que nos unen a los ex combatientes de Malvinas.

... Cuando estaba escribiendo Las Islas, que trata, entre otras cosas, de la Guerra de Malvinas, quise entrevistar a los soldados que habían participado en ella. 


En su ensayo Experiencia y pobreza, Walter Benjamin dijo que durante la Gran Guerra los hombres
“volvían mudos del campo de batalla” y, agregaba, “no enriquecidos sino más pobres en cuanto a experiencia comunicable”

De eso que había pasado en las trincheras, los soldados que volvían no podían hablar, eso que habían vivido nunca había pasado antes.

Jorge Luis Borges nos recuerda, una y otra vez, que el lenguaje, para comunicar, requiere de experiencias compartidas. 

Palabras como “rojo”, “verde” o “violeta” nada pueden decirle a un ciego de nacimiento; ciegos también, y sordos, eran los oyentes de los soldados que volvían de las trincheras, educados por tres milenios de literatura épica y relatos orales a concebir la guerra como el terreno privilegiado donde se desplegaban valores como el honor, la gloria o la hombría.

Mi descubrimiento personal fue que los soldados volvían de Malvinas
no mudos sino lacónicos

Me miraban como si supieran de antemano que yo no iba a entender, que las mismas palabras significarían, para nosotros, cosas diferentes. 

Entre ellos, en cambio, se entendían perfectamente.

Cada palabra que usaban, como “frío”, “pozo de zorro”, “balas trazadoras”, “bombardeo naval”, desbordaba de paisajes, situaciones y vivencias definidas y precisas, infinitamente ricas y sugerentes, aterradoras, intolerablemente vívidas. Uno de ellos las pronunciaba; los otros asentían, generalmente mudos. 

Para hablar conmigo, todas las palabras parecían insuficientes.

Para comunicarse entre ellos, las palabras eran casi innecesarias: lo mismo valían los silencios y los gestos...


¿Será quizás por algo de todo esto que muchos ex combatientes preferimos "(no) hablar" de Malvinas solo cuando estamos entre Veteranos de Guerra?
CCH 2010

domingo, 30 de agosto de 2015

"Malvinizar" - Sentimiento Popular y Nacional


Escribo estas líneas como soldado de la guerra de Malvinas en el '82.
Entre aquel 16 de abril y el 20 de junio del 82, f
ui en soldado, combatiente, prisionero de guerra, nuevamente soldado, ex combatiente, y me tocó tener que vivir y hacer cosas que no se olvidan, durante y después de los combates.
Y siempre busqué encontrarle y darle un sentido a esas vivencias, por eso trataré de transmitir qué significado debería tener (para mi) la acción tan comentada de "Malvinizar".

Se habla mucho de "Malvinizar" sobre todo cerca de "los 2 de abril"Queda bien. Está bueno. "Garpa". Juntarse con veteranos de guerra, escucharlos contar detalles de sus vivencias en los combates, ver un desfile, poner la bandera, usar la escarapela y en general, escuchar y comentar "cosas de la guerra": del frío, del hambre, de los hechos heroicos de algunos combates, de los hechos vergonzoso de otros, y un poco esa cosa del David contra el Goliat que significó pelearle -en algunos momentos de igual a igual- a la OTAN.

"Malvinizar" - Sentimiento Popular y Nacional

"Malvinizar" es un término que se ha utilizado de diversas maneras desde su nacimiento en 1982, y es a menudo y en general asociado a la guerra, a los veteranos de guerra y a los actos de combate. Pero la guerra fue solo una parte del conflicto histórico por Malvinas, y “Malvinizar” debe tener para los argentinos una interpretación más amplia y significativa.

"Malvinizar" debe ser un llamado a la acción colectiva y consciente, una invitación para reflexionar sobre nuestra historia, para fortalecer nuestra identidad nacional utilizando la causa Malvinas como una bandera de unidad y de compromiso soberano hacia el futuro.

“Malvinizar" debe contribuir al proceso de construcción de conciencia nacional y popular en torno a la causa de las Islas Malvinas, identificándonos como pueblo y en defensa de temas comunes a todos que van mas allá de las banderías políticas y los gobiernos de turno.

  • No centrarse en la guerra: "Malvinizar" no debe limitarse solamente a recordar enfrentamientos bélicos o detalles técnicos de la contienda.
    Debe enfocarnos en el análisis crítico de cómo se llegó a este conflicto histórico, quienes son los actores reales de ese conflicto, sus motivos, que decisiones se tomaron y cuando, que lecciones aprendimos. Debe promover la comprensión del verdadero conflicto para evitar repetir errores del pasado y corregir nuestros actos del presente.

  • Reconocer el sentimiento de unidad nacional y pertenencia: Rescatar y reconocer el espíritu de unidad y solidaridad que despierta Malvinas y emergió espontaneamente durante la guerra (hasta sin medir consecuencias). Desde quienes tejieron bufandas hasta quienes donaron bienes, todos participaron con un sentido de causa común, demostrando que la defensa de lo propio puede manifestarse de múltiples formas, no solo en el campo de batalla.

  • Construcción de conciencia soberana: "Malvinizar" implica educar y sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de las Islas Malvinas, y de la soberania política, fomentando un sentimiento de pertenencia y compromiso con la Patria. Esto se logra mediante la difusión de información veraz y la promoción de un diálogo abierto que incluya diversas perspectivas y experiencias.

  • Transformación del discurso social: Superar las asociaciones negativas que vinculan las Malvinas exclusivamente con la dictadura, la represión o la derrota, apoyando intereses colonialistas externos fundamentalmente de EEUU o Reino Unido. El objetivo es reconfigurar el imaginario colectivo hacia una visión que reconozca la movilización popular, el apoyo masivo y la participación ciudadana como pilares fundamentales en la reivindicación de la soberanía y los lazos sociales.

Malvinizar: Un Sentir que Nos Une

"Malvinizar" no es una efeméride, ni quedarse pegado al recuerdo de los combates, de las acciones y las condiciones durante los mismos. Es, ante todo, entender que la causa Malvinas es del pueblo, no de los gobiernos ni de los intereses que la usaron para tapar otras miserias. Es entender “de que hablamos cuando hablamos de Malvinas”. Es mirarnos de frente en el espejo de nuestra historia, sin evitar ver lo que duele, pero también con orgullo por lo que nos une.

Porque cuando hablamos de Malvinas, no hablamos solo de soldados o de una guerra. Hablamos de nosotros los argentinos, del despojo colonialista y la connivencia de intereses locales de unos pocos, hablamos de nuestra historia, de nuestros sentimientos. Y si hablamos de la guerra no hablamos solo de los soldados, hablamos de señoras tejiendo bufandas, de pibes escribiendo cartas a los combatientes, de familias enteras colaborando con lo que tenía, de miles de inscriptos como voluntarios para defender la soberanía del Pais. Hablamos de un país que, por un momento, se sintió uno solo. Y eso es lo que tenemos que recuperar.

Malvinizar es hacer memoria, pero una memoria activa. No alcanza con nombrar a los héroes si no entendemos por qué fueron, cómo fueron, qué pasó después. No alcanza con ponerse la escarapela el 2 de abril, si despues repetimos los discursos armados de los que nos entregaron o traicionaron. Malvinizar es preguntar, cuestionar, contar, compartir. Es llevar la causa a la escuela, al trabajo, a la cancha, a la plaza.

También es desarmar ese discurso que nos quiere hacer creer que Malvinas es un símbolo de la dictadura, del horror, del fracaso. No. Las Malvinas son nuestras desde mucho antes y los avances diplomáticos que se lograron a través de años fueron el fruto de la constancia y la presentación y defensa de los antecedentes que sostienen nuestro reclamo en los foros internacionales, con el apoyo y el entendimiento de la comunidad internacional, no con la guerra.
Recordar a los caídos y a los que fuimos a defender la recuperación de Malvinas, está bien, pero no debemos limitarnos solamente a eso.

Malvinas tiene en la guerra la coincidencia temporal y espacial de dictadores y patriotas, pero ninguna acción y responsabilidad debe tapar o paliar a la otra. Justamente por eso hay que hablarlo, reconocerlo, decirlo, escribirlo, difundirlo.

Malvinizar es construir soberanía desde abajo. No hace falta ser experto ni veterano. Basta con sentir que esa tierra es parte de lo que somos, que Malvinas es un símbolo de lo que somos, y actuar en consecuencia. Es educar, es luchar por la memoria de nuestros orígenes, es sentir y defender esa rebelión, esa insubordinación contra la opresión, que nos identifica como pueblo y nos movilizó ya en 1806 y 1807 en las invasiones inglesas y en 1810.

Es asumir las responsabilidades que todos tenemos en el conflicto de Malvinas desde 1833, es no rendirse ante el olvido ni ante el colonialismo que todavía hoy sigue entre nosotros, disfrazado de diplomacia, acuerdos comerciales y grandes negocios para pocos, y en Malvinas con la presencia militar de la OTAN.

Porque Malvinas no es pasado, es presente. Y también es futuro. Es una bandera que no se baja, porque no representa solo una guerra, sino un sentimiento popular y nacional, y una idea de país: justo, solidario, independiente. Un pueblo y un país que no se vende ni se entrega, que no olvida a sus hijos que pelean por lo que legítimamente sienten y reconocen que es suyo. Eso, en definitiva, debe ser Malvinizar: recuperar el sentimiento, el gesto colectivo, el abrazo de una sociedad que, en esta causa, se siente unida.

Y esa es una tarea de todos. Es rescatar y mantener el sentimiento y la reacción del pueblo en su conjunto, mostrando la capacidad de unirnos y de focalizarnos en la defensa de aquello que nos une como argentinos, de un bien común. La posibilidad de movilizarnos tras un sentimiento o una necesidad colectiva que identificamos y sentimos como propia.

Malvinizar, para que sirva, debe ser hablar de nosotros, de los Argentinos y lo que podríamos lograr dejando de lado intereses personales o sectoriales.

CCH (Mayo 2001 - Revisión Mayo 2025)

jueves, 2 de julio de 2015

Los corchazos



El soldado no piensa, el soldado ejecuta.

Ya lo dije varias veces, me parece una de las frases mas oscuras, hipócritas y despiadadas con las que en el ámbito militar se justifica la destrucción psicológica (y física) de los soldados. Y también con la que se deja al descubierto el menosprecio hacia los mismos. Evidencia la nula importancia que se le da al soldado dentro y fuera del ámbito militar. Esa frase encierra el concepto que los soldados son reemplazables, insignificantes, que a nadie le importa su integridad. No son personas. (Quizás eso sería lo ideal, ........pero hablamos de personas).


La parte “pensante” del poder, de la sociedad, de la guerra, la que lleva al soldado al combate, lo menosprecia y estupidiza buscando que actúe de manera similar a la de un autómata, para que responda ciega y rápidamente a cualquier orden.
El soldado es para ellos una "barata herramienta" del combate, en donde el objetivo principal es matar para sobrevivir y no importa entonces el daño que se haga a la “herramienta” con tal que la misma permita alcanzar el objetivo.


El soldado no piensa, el soldado ejecuta.


De esa manera no evalúa las consecuencias de los actos que realiza: No piensa ni en los daños que provoca en los otros (que son los mas fáciles de ver), pero sobre todo no piensa, no toma conciencia de los daños que se realiza a sí mismo.


Cuando se combate, se actúa en equipo, en un entorno sin reglas claras (pero sí con ciertos códigos), en el que no hay leyes, ni Dioses, ni Diablos muy presentes, ya que en pos de preservar la vida: “todo está bien”. “Todo vale”.
Un entorno violento que justifica cualquier acción y en el que “no pensar” en lo que se hace, hace que uno no se sienta responsable, ni tome conciencia de lo que está sucediendo.


El problema, ya se ha dicho muchas veces, se manifiesta en la posguerra. 

Cuando el ámbito cambia, cuando el medio en el que vuelve a vivir la persona (el soldado) es un entorno más “normal”, con leyes, Dioses y demonios mas claros y presentes.
Porque cu
ando las balas dejan de silbar, cuando pasa el tiempo y vuelve la calma, "el soldado ...... piensa”.  

Y eso es un problema.


Cuando el soldado apoya su cabeza en la almohada, y se queda solo con sus pensamientos, solo con su conciencia, solo con Dios como juez y como testigo.....los pensamientos aparecen.


Cuando solo se desea dormir y descansar y los recuerdos de esos terribles días de combate, se hacen presentes 
en la mente cada noche, sin pedir permiso y no dan descanso....... se piensa.

Cuando ya no se está bajo el “amparo” del combate, cuando la paz deja momentos para pensar y para tomar conciencia. Cuando se busca la paz y las cosas se recuerdan y analizan “más allá de uno”, aparecen los análisis, las dudas.......y se piensa.


Cuando la persona después de lo vivido, toma conciencia que el enemigo a quien mató era al fin y al cabo alguien tan humano e inmerso en la misma caótica y violenta situación que él mismo. Es difícil sacar conclusiones objetivas, y ....se piensa.

Cuando la cruda realidad pone de manifiesto que no era verdad -y que a pocos le importa realmente- todo eso por lo que se justificó tener que ir al combate. Cuando se cae en la cuenta que no era verdad lo de la lucha justa y lo del perdón divino...... se piensa (y mucho).


Cuando se está sin el apoyo de los compañeros de combate que lo protegían, sin los “superiores” que ordenaban lo que hacer y lo que no se debía "pensar"...... se piensa. Y se piensa en que habría que replantear muchas cosas.


Cuando los recuerdos de los gritos, los bombardeos, los helicópteros, los aviones, los muertos, aparecen en los sueños y hacen vivir una y otra vez el horror del combate.
Cuando se desea mas que nada poder dejar de lado los fantasmas de la guerra y ocuparse de otras cosas mas importantes. 

Cuando la sociedad pensando en proteger o reconocer a esa persona lo sigue identificando con su rol de combate, forzándolo a vivir así con una identidad y en un tiempo que ya no existen........ se piensa y aparecen en la mente muchas preguntas sin respuesta.

Cuando se quisiera con todas las fuerzas no pensar, y poder hacer realidad esa mentira tan grande tantas veces escuchada: "el soldado no piensa". 
Cuando se quisiera no vivir de una pensión y tener un rol y un empleo digno que identifique a esa persona en la paz y no ser visto solo como un “ex combatiente”.

Cuando las fuerzas flaquean en un entorno adverso en el que se requiere atención y contención para seguir adelante, para superar los fantasmas del combate y sepultar -sin olvidar- todo lo relacionado al ámbito militar, al horror de la guerra, sin quedar por eso "pegado" a la sensación de haber sido usado y descartado como un preservativo........ es ahí cuando muchos deciden poner fin al problema de "pensar" del modo que mas conocen: ............ de un corchazo.

CCH2007  (Junio 2009)

sábado, 23 de mayo de 2015

Los desechos de las guerras

Los seres vivos reaccionan ante una agresión externa (por ejemplo ante una infección) poniendo en marcha un mecanismo de defensa (como los glóbulos blancos) que procura devolver al organismo el equilibrio y la normalidad para su correcto funcionamiento, mientras el cuerpo todo se adapta para hacer frente a ese evento, cada parte cumpliendo con su función.  
Al finalizar la agresión el propio cuerpo se encarga de expulsar fuera de su seno todos los "residuos" o resultados de ese ataque que pudieran haber quedado; y volverá poco a poco a funcionar como lo venía haciendo, con o sin alguna lesión o cicatriz temporal o permanente. Pero lo que se vió afectado por la lucha contra el agente externo, ya no forma parte del mismo (células, humores, etc.). 

La sociedad como "ser vivo" que es, debe disponer también de herramientas de defensa ante ataques (externos o internos) que pongan en riesgo su integridad o salud. Para eso cuenta con fuerzas armadas, desarrolladas y equipadas de manera tal que puedan responder ante los ataques o amenazas de las hipótesis de conflicto que los escenarios de cada momento político definan. 
Y puede o no incorporar temporal y voluntariamente a esas fuerzas armadas ciudadanos cuyo interés no sea formar parte de ese ejército -por no tener la vocación militar como guía de sus vidas-, pero que estén convencidos de la necesidad de estar preparados para defender a su patria en caso de ser necesario. 

Lo que no poseen las sociedades es el mecanismo mencionado de los seres vivos para expulsar de su seno los "residuos", los "despojos", los "resultados" de sus enfrentamientos, de sus guerras. 
Y como no puede eliminarlos, expulsándolos fuera de si, entonces los aisla, los esconde, los separa, para que sean lo menos visibles ante el resto.

El verdadero problema de las guerras, está en las posguerras. No hay muchas opciones de "que hacer" con los muertos del combate, pero no está tan claro, ni es fácil definir "que hacer" con los que sobreviven al mismo.

La sociedad sabe cuando envía a parte de sus integrantes a una guerra, que está comprando un problema a futuro con los sobrevivientes, pero los envía igual, pues considera que es mas importante librar esas batallas, que el problema posterior de que hacer con las vidas destrozadas o afectadas por las guerras. 

La historia demuestra que son mas importantes los intereses políticos, estratégicos, religiosos y/o económicos que las vidas humanas que se verán afectadas por las guerras. Nunca se midieron -ni medirán- esos intereses políticos, estratégicos, religiosos y/o económicos en función de los cadáveres que provocan.

Por eso se vende tanto y con tan buen marketing la idea de ir a una guerra, de ser soldado, de defender el bien común,  pero nunca se menciona lo que pasa al finalizar la guerra, cuando ya no se forma parte de esa "élite" que combate, cuando se está solo, cuando ya no se usa el casco y se deja de portar el fusil. Cuando la sociedad vuelve a su funcionamiento "normal".

No se cuenta, ni difunde lo que le pasa a tantas personas cuando la sociedad que los envío a la guerra, ya no necesita que combatan por ella, y ante la imposibilidad de expulsarlas, las aísla. De diversas formas, por ejemplo identificándolas como combatientes (o ex combatientes), no dándoles lugar a re insertarse en funciones productivas, forzándolas a vivir en el pasado y de una pensión que esa misma sociedad se encarga de brindarle como compensación a ese aislamiento. O utilizando otra "etiqueta" y llamando héroe al ex soldado, para utilizarlo en alguna celebración patria haciéndolo desfilar como si fuese militar (que no es, ni tampoco es reconocido asi por las fuerzas armadas en las que prestó servicio).
Imponiendo a la persona un nuevo rol, justificando su etiqueta y aislamiento. 

Ese es en última instancia, el mecanismo de "expulsión" que tienen las sociedades para las "células" que se vieron afectadas en su defensa y sobrevivieron.

CCH2007



domingo, 3 de mayo de 2015

1 de Mayo de 1982: Bautismo de Fuego

Hasta ese primero de mayo los días transcurrían con expectativas, con dudas, con interrogantes respecto a como viviríamos esa experiencia que a grandes rasgos definíamos como "Malvinas" y que sería el participar de combates armados en una guerra.

La caída de las primeras bombas inglesas esa madrugada, nos dieron la certeza de que empezaba una etapa totalmente distinta en nuestras vidas.

Recuerdo que estando en los pozos comenté con mis compañeros que ya ninguno de nosotros “volvería”.  

No me refería concretamente a morir en cualquiera de los momentos que sobrevendrían desde ese 1° de Mayo hasta pasado el 20 de Junio (día en que finalmente abandonamos las islas como prisioneros de guerra), si no a que la experiencia del combate armado nos iba seguramente a transformar en otras personas muy distintas a las que habíamos sido hasta ese momento. 

Nadie vuelve de una guerra.

Era el momento de nuestro "Bautismo de Fuego"..........

"Bautismo": un concepto tan relacionado a lo espiritual, a la purificación, a la esencia, a lo religioso, a la limpieza del alma, a un nuevo comienzo, .............. utilizado en este caso para definir la "iniciación" de una persona en lo relacionado a las armas, a la muerte, a la destrucción, a la fase mas " animal" si se quiere del ser humano que es la que aflora en la guerra.


"Bautismo" utilizado para conmemorar el momento en que se empieza justamente a contradecir y a ir en contra de los mandamientos y de lo que como fin último profesan todas las religiones del hombre, que es respetar y honrar la vida de uno y la de sus semejantes.

"Bautismo" todo lo contrario a lo que el bautismo -religioso- representa.

Quizas utilizado porque de alguna forma hay que consensuar y recordarle al combatiente el aval que le dá la sociedad para matar a otros y que luego no se sienta culpable. 

Que mejor que celebrando su "bautismo de fuego".

"Bautismo"..... "de fuego"........ Que buen marketing el de la guerra.