jueves, 3 de diciembre de 2015
"Movilizados": coincidencias y diferencias.
- Coincidimos en que los padrones de ex combatientes contienen algunos agentes “anexados” que hay que depurar.
- Coincidimos en que los "truchos" que hoy figuran en esos padrones deshonran Malvinas y representan una estafa para la sociedad y el estado, realizada mediante algún artilugio legal con el que fueron incorporados.
- Coincidimos con algunos Movilizados en que lo justo es reconocer a cada quien lo que le corresponde y no meter a todos en una misma bolsa (que paradójicamente es lo que se pretende realizar con la mayoría de los proyectos de ley que en danza que impulsan).
- No coincidimos cuando pretenden “extender” a los soldados “movilizados a determinadas zonas del continente”, los mismos reconocimientos y beneficios otorgados por ley a los ex soldados combatientes que estuvimos en combate en Malvinas.
Aceptar esto es desconocer y dejar de lado las (enormes) diferencias que representan el lugar y las condiciones en las que se prestaron servicios durante la guerra. Diferencias que por otro lado, sí reconocen y no aceptan (los propios Movilizados) cuando se trata de extender esos mismos beneficios y reconocimientos que reclaman, hacia quienes estuvieron también bajo servicio pero en “otras zonas más alejadas del continente".
- No coincidimos cuando manifiestan que no son reconocidos, porque sí se les reconoce su labor, y sí se los reconoce con el título de soldados “Movilizados”.
Pues no son de manera alguna ex combatientes (o siquiera Veteranos de Guerra).
- Estoy en desacuerdo cuando -despectivamente y con muy mala intencionalidad- plantean estar en igualdad de condiciones con "algunos soldados que estuvieron en las islas, y no tuvieron la necesidad / oportunidad de disparar sus armas".
Nuevamente eso es desconocer las condiciones que se viven cuando se está en combate bajo fuego enemigo (o conocerlas pero igual plantear lo dicho para descalificar, "embarrar la cancha" para sacar provecho de semejante falacia).
- No comparto cuando los soldados “continentales” pretenden y alegan que quienes no dispararon sus armas en Malvinas (por no haber tenido la oportunidad de enfrentar cara a cara al enemigo, o por haber desempeñado tareas de apoyo y logística en combate) no deberían ser reconocidos como ex combatientes o veteranos de guerra.
Pero sí pretenden ser reconocidos ellos como veteranos de guerra porque "cumplieron con la logística y el apoyo desde el continente" (¿?)
Quieren entonces ser incluidos en lo que (mal) consideran una inconsistencia, falencia de una ley, o injusticia hacia ellos ¿?
- No coincidimos desde luego cuando manifiestan que la experiencia durante la guerra fue similar en el continente y en las islas; y con muy mala intención exponen que la presión psicológica, o el frío, o el hambre, generan los mismos estragos físicos y psicológicos que el haber estado en combate.
Es cuanto menos innoble validar el pasar hambre o frío como únicos justificativos de “experiencias de guerra”. Quien eso afirma no tiene la menor idea de lo que es haber combatido, ni lo que es ser prisionero de guerra.
- No estoy de acuerdo con quienes eligen victimizarse fundamentando su situación en que el trato (o el maltrato) de los oficiales, fue similar al que se daba a los prisioneros en los centros clandestinos de detención tortura y exterminio del proceso y por eso debieran ser reconocidos como víctimas de la dictadura.
Sí, estoy de acuerdo en que los represores o abusadores (que los hubo), hayan estado donde hayan estado, sean juzgados, condenados y que paguen. Que vayan a la justicia.
Un hijo de puta, militar o no, que haya estado en Malvinas no deja de ser un hijo de puta y merece ser castigado y condenado.
- No estoy de acuerdo en tener que recurrir a formas legales rebuscadas, ni a tratados, ni a acuerdos o a derechos internacionales, para recién así poder intentar justificar el haber participado en la guerra.
Si es necesario recurrir a esos vericuetos e interpretaciones legales para justificar que se estuvo en combate es porque se estuvo en otro lado.
- No estoy de acuerdo con aquellos Movilizados que piensan que en los Ex Combatientes hay “miedo a perder algún privilegio” si masifican la cualidad de Veterano a todo el resto y por eso hay oposición a su reconocimiento.
Soy Ex-combatiente con o sin ellos, con o sin medalla, con o sin reconocimiento. Simplemente estoy en contra de nivelar hacia abajo. Siempre.
Sobrevivimos con mucho dolor una guerra, estuvimos prisioneros, la remamos en la posguerra, solos, fuimos despreciados, ............ palabras como honor, dignidad, respeto, hermandad, honradez, sacrificio, compañero, dolor, orgullo, etc. etc., toman un valor totalmente diferente para quienes vivimos y compartimos una situación de riesgo de vida como la que se dá en un combate armado.
Valor que probablemente nunca entenderán quienes no las vivieron. Conceptos que aprendimos con sangre, que se nos hicieron carne, y que nunca nadie nos va a poder sacar.
Eso es lo que nos diferencia.
Por eso los ex combatientes hablamos y planteamos el tema Malvinas desde esos términos; y los "movilizados" lo plantean apuntando a un reconocimiento monetario (y tener luego un cierto aval “legal” para contarles a sus hijos una historia que no fué).
CCH2007. Escrito en Mayo de 2008
martes, 24 de noviembre de 2015
Que tendrá que ver Dios con las guerras.
Cuando los seres humanos pretendemos asumir esa potestad y decidimos nosotros la continuidad o no de la vida de uno, cientos, o miles de personas (desde luego con acciones y decisiones humanas, que cuidan y velan por intereses humanos), no tiene sustento alguno el atribuir a los dioses o a intereses divinos la justificación de esas decisiones y acciones.
La guerra se vende con un marketing muy bien preparado y aceptado, para que los soldados a los que les toca ir al combate, no sólo no se rebelen, sino que además crean y estén convencidos que vale la pena matar y morir por las causas que sean hayan desencadenado esa guerra. Y a veces nos quieren hacer creer que esas causas tienen el aval de las divinidades.
De hecho, es normal que se bendigan las armas antes de ser utilizadas en el combate, y la presencia de ministros religiosos (que mas allá de dar soporte espiritual al combatiente) pareciera dar una justificación, o un aval, a las causas que desataron el conflicto.
Es cuanto menos cuestionable (o sería realmente preocupante) que a los dioses les importe -o peor ....que avalen- que se le quite la vida (por ellos creada) a una persona o a miles, justificando esa acción en causas de límites geopolíticos, o intereses económicos o creencias religiosas, ya que el mundo fue creado -en principio por ellos mismos- sin países, ni gobiernos, ni religiones.
Para justificar entonces que alguien pueda matar a un semejante, se usa por un lado el marketing de la guerra, y por otro se crea un ámbito de desesperación y acorralamiento en el que sumerge a la persona para que en el combate pueda asesinar sin remordimientos a quien se considere que represente una amenaza para su vida y la de sus compañeros.
Porque si nos alejamos de los intereses humanos (de ninguna manera "divinos") con los que se trata de justificar esas muertes; estamos frente a acciones que en otras circunstancias serían calificadas directamente como homicidios (o asesinatos según fuesen los intereses en juego). Pero las muertes en los casos de guerra se califican o consideran como gloriosas, pues como dijimos se realizan en cuidado de intereses políticos, económicos, religiosos, etc. (humanos, todos ellos muy humanos).
En la vida en sociedad este tipo de acciones (matar a otro) no reciben “condena” legal cuando se puede demostrar que fueron en legítima defensa, o para evitar un mal mayor, o porque se estaba cumpliendo una orden (La guerra encaja perfectamente en estas acepciones). En el combate armado tampoco, es mas.... se las fomenta y se las aplaude.
Pero que “legalmente” no se reciba condena no significa que la persona no sea “responsable” (¿culpable?) del hecho material, de esa muerte.
No se va preso por la muerte provocada en esas "determinadas" circunstancias, pero quien la llevó a cabo, está identificado y llevará por siempre el peso de esa muerte en sus espaldas.
¿Entenderán los dioses estas “Justificaciones” legales?
¿Aceptarán los dioses los motivos por los que se le quita la vida a un semejante?
¿Qué le preguntarán los dioses a esas personas que mataron a otros cuando llegue la hora de enfrentarse a ellos y ya no existan, ni tengan sentido alguno, los límites geográficos, los intereses políticos, e incluso las diferencias religiosas?
¿Habrá premio o castigo?
¿O habrá que arrepentirse primero?
Pero ¿porque arrepentirse si nos habían dicho que era algo bueno ir a la guerra? ¿no era algo que ennoblecía? ¿Dios no estaba de nuestro lado?
CCH2007
miércoles, 18 de noviembre de 2015
La guerra de Malvinas por los Excombatientes
Me pareció muy bueno porque sintetiza en muy pocas líneas el sentimiento y la realidad de "esos hilos invisibles" (a decir de Cortázar) que nos unen a los ex combatientes de Malvinas.
... Cuando estaba escribiendo Las Islas, que trata, entre otras cosas, de la Guerra de Malvinas, quise entrevistar a los soldados que habían participado en ella.
En su ensayo Experiencia y pobreza, Walter Benjamin dijo que durante la Gran Guerra los hombres “volvían mudos del campo de batalla” y, agregaba, “no enriquecidos sino más pobres en cuanto a experiencia comunicable”.
De eso que había pasado en las trincheras, los soldados que volvían no podían hablar, eso que habían vivido nunca había pasado antes.
Jorge Luis Borges nos recuerda, una y otra vez, que el lenguaje, para comunicar, requiere de experiencias compartidas.
Palabras como “rojo”, “verde” o “violeta” nada pueden decirle a un ciego de nacimiento; ciegos también, y sordos, eran los oyentes de los soldados que volvían de las trincheras, educados por tres milenios de literatura épica y relatos orales a concebir la guerra como el terreno privilegiado donde se desplegaban valores como el honor, la gloria o la hombría.
Mi descubrimiento personal fue que los soldados volvían de Malvinas no mudos sino lacónicos.
Me miraban como si supieran de antemano que yo no iba a entender, que las mismas palabras significarían, para nosotros, cosas diferentes.
Entre ellos, en cambio, se entendían perfectamente.
Cada palabra que usaban, como “frío”, “pozo de zorro”, “balas trazadoras”, “bombardeo naval”, desbordaba de paisajes, situaciones y vivencias definidas y precisas, infinitamente ricas y sugerentes, aterradoras, intolerablemente vívidas. Uno de ellos las pronunciaba; los otros asentían, generalmente mudos.
Para hablar conmigo, todas las palabras parecían insuficientes.
¿Será quizás por algo de todo esto que muchos ex combatientes preferimos "(no) hablar" de Malvinas solo cuando estamos entre Veteranos de Guerra?
domingo, 30 de agosto de 2015
"Malvinizar" - Sentimiento Popular y Nacional
Entre aquel 16 de abril y el 20 de junio del 82, fui en soldado, combatiente, prisionero de guerra, nuevamente soldado, ex combatiente, y me tocó tener que vivir y hacer cosas que no se olvidan, durante y después de los combates.
Y siempre busqué encontrarle y darle un sentido a esas vivencias, por eso trataré de transmitir qué significado debería tener (para mi) la acción tan comentada de "Malvinizar".
Se habla mucho de "Malvinizar" sobre todo cerca de "los 2 de abril". Queda bien. Está bueno. "Garpa". Juntarse con veteranos de guerra, escucharlos contar detalles de sus vivencias en los combates, ver un desfile, poner la bandera, usar la escarapela y en general, escuchar y comentar "cosas de la guerra": del frío, del hambre, de los hechos heroicos de algunos combates, de los hechos vergonzoso de otros, y un poco esa cosa del David contra el Goliat que significó pelearle -en algunos momentos de igual a igual- a la OTAN.
"Malvinizar" - Sentimiento Popular y Nacional
"Malvinizar" es un término que se ha utilizado de diversas maneras desde su nacimiento en 1982, y es a menudo y en general asociado a la guerra, a los veteranos de guerra y a los actos de combate. Pero la guerra fue solo una parte del conflicto histórico por Malvinas, y “Malvinizar” debe tener para los argentinos una interpretación más amplia y significativa.
"Malvinizar" debe ser un llamado a la acción colectiva y consciente, una invitación para reflexionar sobre nuestra historia, para fortalecer nuestra identidad nacional utilizando la causa Malvinas como una bandera de unidad y de compromiso soberano hacia el futuro.
“Malvinizar" debe contribuir al proceso de construcción de conciencia nacional y popular en torno a la causa de las Islas Malvinas, identificándonos como pueblo y en defensa de temas comunes a todos que van mas allá de las banderías políticas y los gobiernos de turno.
No centrarse en la guerra: "Malvinizar" no debe limitarse solamente a recordar enfrentamientos bélicos o detalles técnicos de la contienda.
Debe enfocarnos en el análisis crítico de cómo se llegó a este conflicto histórico, quienes son los actores reales de ese conflicto, sus motivos, que decisiones se tomaron y cuando, que lecciones aprendimos. Debe promover la comprensión del verdadero conflicto para evitar repetir errores del pasado y corregir nuestros actos del presente.Reconocer el sentimiento de unidad nacional y pertenencia: Rescatar y reconocer el espíritu de unidad y solidaridad que despierta Malvinas y emergió espontaneamente durante la guerra (hasta sin medir consecuencias). Desde quienes tejieron bufandas hasta quienes donaron bienes, todos participaron con un sentido de causa común, demostrando que la defensa de lo propio puede manifestarse de múltiples formas, no solo en el campo de batalla.
Construcción de conciencia soberana: "Malvinizar" implica educar y sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de las Islas Malvinas, y de la soberania política, fomentando un sentimiento de pertenencia y compromiso con la Patria. Esto se logra mediante la difusión de información veraz y la promoción de un diálogo abierto que incluya diversas perspectivas y experiencias.
Transformación del discurso social: Superar las asociaciones negativas que vinculan las Malvinas exclusivamente con la dictadura, la represión o la derrota, apoyando intereses colonialistas externos fundamentalmente de EEUU o Reino Unido. El objetivo es reconfigurar el imaginario colectivo hacia una visión que reconozca la movilización popular, el apoyo masivo y la participación ciudadana como pilares fundamentales en la reivindicación de la soberanía y los lazos sociales.
Malvinizar: Un Sentir que Nos Une
"Malvinizar" no es una efeméride, ni quedarse pegado al recuerdo de los combates, de las acciones y las condiciones durante los mismos. Es, ante todo, entender que la causa Malvinas es del pueblo, no de los gobiernos ni de los intereses que la usaron para tapar otras miserias. Es entender “de que hablamos cuando hablamos de Malvinas”. Es mirarnos de frente en el espejo de nuestra historia, sin evitar ver lo que duele, pero también con orgullo por lo que nos une.
Porque cuando hablamos de Malvinas, no hablamos solo de soldados o de una guerra. Hablamos de nosotros los argentinos, del despojo colonialista y la connivencia de intereses locales de unos pocos, hablamos de nuestra historia, de nuestros sentimientos. Y si hablamos de la guerra no hablamos solo de los soldados, hablamos de señoras tejiendo bufandas, de pibes escribiendo cartas a los combatientes, de familias enteras colaborando con lo que tenía, de miles de inscriptos como voluntarios para defender la soberanía del Pais. Hablamos de un país que, por un momento, se sintió uno solo. Y eso es lo que tenemos que recuperar.
Malvinizar es hacer memoria, pero una memoria activa. No alcanza con nombrar a los héroes si no entendemos por qué fueron, cómo fueron, qué pasó después. No alcanza con ponerse la escarapela el 2 de abril, si despues repetimos los discursos armados de los que nos entregaron o traicionaron. Malvinizar es preguntar, cuestionar, contar, compartir. Es llevar la causa a la escuela, al trabajo, a la cancha, a la plaza.
También es desarmar ese discurso que nos quiere hacer creer que
Malvinas es un símbolo de la dictadura, del horror, del fracaso. No.
Las Malvinas son nuestras desde mucho antes y los avances
diplomáticos que se lograron a través de años fueron el fruto de la constancia y la presentación y defensa de los antecedentes
que sostienen nuestro reclamo en los foros internacionales, con el
apoyo y el entendimiento de la comunidad internacional, no con la
guerra.
Recordar a los caídos y a los que fuimos a defender la
recuperación de Malvinas, está bien, pero no debemos limitarnos
solamente a eso.
Malvinas tiene en la guerra la coincidencia
temporal y espacial de dictadores y patriotas, pero ninguna acción y
responsabilidad debe tapar o paliar a la otra. Justamente por eso hay
que hablarlo, reconocerlo, decirlo, escribirlo, difundirlo.
Malvinizar es construir soberanía desde abajo. No hace falta ser experto ni veterano. Basta con sentir que esa tierra es parte de lo que somos, que Malvinas es un símbolo de lo que somos, y actuar en consecuencia. Es educar, es luchar por la memoria de nuestros orígenes, es sentir y defender esa rebelión, esa insubordinación contra la opresión, que nos identifica como pueblo y nos movilizó ya en 1806 y 1807 en las invasiones inglesas y en 1810.
Es asumir las responsabilidades que todos tenemos en el conflicto de Malvinas desde 1833, es no rendirse ante el olvido ni ante el colonialismo que todavía hoy sigue entre nosotros, disfrazado de diplomacia, acuerdos comerciales y grandes negocios para pocos, y en Malvinas con la presencia militar de la OTAN.
Porque Malvinas no es pasado, es presente. Y también es futuro. Es una bandera que no se baja, porque no representa solo una guerra, sino un sentimiento popular y nacional, y una idea de país: justo, solidario, independiente. Un pueblo y un país que no se vende ni se entrega, que no olvida a sus hijos que pelean por lo que legítimamente sienten y reconocen que es suyo. Eso, en definitiva, debe ser Malvinizar: recuperar el sentimiento, el gesto colectivo, el abrazo de una sociedad que, en esta causa, se siente unida.
Y esa es una tarea de todos. Es rescatar y mantener el sentimiento y la reacción del pueblo en su conjunto, mostrando la capacidad de unirnos y de focalizarnos en la defensa de aquello que nos une como argentinos, de un bien común. La posibilidad de movilizarnos tras un sentimiento o una necesidad colectiva que identificamos y sentimos como propia.
jueves, 2 de julio de 2015
Los corchazos
El soldado no piensa, el soldado ejecuta.
Ya lo dije varias veces, me parece una de las frases mas oscuras, hipócritas y despiadadas con las que en el ámbito militar se justifica la destrucción psicológica (y física) de los soldados. Y también con la que se deja al descubierto el menosprecio hacia los mismos. Evidencia la nula importancia que se le da al soldado dentro y fuera del ámbito militar. Esa frase encierra el concepto que los soldados son reemplazables, insignificantes, que a nadie le importa su integridad. No son personas. (Quizás eso sería lo ideal, ........pero hablamos de personas).
La parte “pensante” del poder, de la sociedad, de la guerra, la que lleva al soldado al combate, lo menosprecia y estupidiza buscando que actúe de manera similar a la de un autómata, para que responda ciega y rápidamente a cualquier orden.
El soldado es para ellos una "barata herramienta" del combate, en donde el objetivo principal es matar para sobrevivir y no importa entonces el daño que se haga a la “herramienta” con tal que la misma permita alcanzar el objetivo.
El soldado no piensa, el soldado ejecuta.
De esa manera no evalúa las consecuencias de los actos que realiza: No piensa ni en los daños que provoca en los otros (que son los mas fáciles de ver), pero sobre todo no piensa, no toma conciencia de los daños que se realiza a sí mismo.
Cuando se combate, se actúa en equipo, en un entorno sin reglas claras (pero sí con ciertos códigos), en el que no hay leyes, ni Dioses, ni Diablos muy presentes, ya que en pos de preservar la vida: “todo está bien”. “Todo vale”.
Un entorno violento que justifica cualquier acción y en el que “no pensar” en lo que se hace, hace que uno no se sienta responsable, ni tome conciencia de lo que está sucediendo.
El problema, ya se ha dicho muchas veces, se manifiesta en la posguerra.
Cuando el ámbito cambia, cuando el medio en el que vuelve a vivir la persona (el soldado) es un entorno más “normal”, con leyes, Dioses y demonios mas claros y presentes.
Porque cuando las balas dejan de silbar, cuando pasa el tiempo y vuelve la calma, "el soldado ...... piensa”.
Y eso es un problema.
Cuando el soldado apoya su cabeza en la almohada, y se queda solo con sus pensamientos, solo con su conciencia, solo con Dios como juez y como testigo.....los pensamientos aparecen.
Cuando solo se desea dormir y descansar y los recuerdos de esos terribles días de combate, se hacen presentes en la mente cada noche, sin pedir permiso y no dan descanso....... se piensa.
Cuando ya no se está bajo el “amparo” del combate, cuando la paz deja momentos para pensar y para tomar conciencia. Cuando se busca la paz y las cosas se recuerdan y analizan “más allá de uno”, aparecen los análisis, las dudas.......y se piensa.
Cuando la persona después de lo vivido, toma conciencia que el enemigo a quien mató era al fin y al cabo alguien tan humano e inmerso en la misma caótica y violenta situación que él mismo. Es difícil sacar conclusiones objetivas, y ....se piensa.
Cuando la cruda realidad pone de manifiesto que no era verdad -y que a pocos le importa realmente- todo eso por lo que se justificó tener que ir al combate. Cuando se cae en la cuenta que no era verdad lo de la lucha justa y lo del perdón divino...... se piensa (y mucho).
Cuando se está sin el apoyo de los compañeros de combate que lo protegían, sin los “superiores” que ordenaban lo que hacer y lo que no se debía "pensar"...... se piensa. Y se piensa en que habría que replantear muchas cosas.
Cuando los recuerdos de los gritos, los bombardeos, los helicópteros, los aviones, los muertos, aparecen en los sueños y hacen vivir una y otra vez el horror del combate.
Cuando se desea mas que nada poder dejar de lado los fantasmas de la guerra y ocuparse de otras cosas mas importantes.
Cuando la sociedad pensando en proteger o reconocer a esa persona lo sigue identificando con su rol de combate, forzándolo a vivir así con una identidad y en un tiempo que ya no existen........ se piensa y aparecen en la mente muchas preguntas sin respuesta.
Cuando se quisiera con todas las fuerzas no pensar, y poder hacer realidad esa mentira tan grande tantas veces escuchada: "el soldado no piensa".
Cuando se quisiera no vivir de una pensión y tener un rol y un empleo digno que identifique a esa persona en la paz y no ser visto solo como un “ex combatiente”.
Cuando las fuerzas flaquean en un entorno adverso en el que se requiere atención y contención para seguir adelante, para superar los fantasmas del combate y sepultar -sin olvidar- todo lo relacionado al ámbito militar, al horror de la guerra, sin quedar por eso "pegado" a la sensación de haber sido usado y descartado como un preservativo........ es ahí cuando muchos deciden poner fin al problema de "pensar" del modo que mas conocen: ............ de un corchazo.
CCH2007 (Junio 2009)