viernes, 22 de enero de 2016

La guerra en tres fechas: 2 de Abril de 1982.

El 1 de Abril del 82 a la tarde, por primera -y unica- vez en mi SMO, me había "fugado" del cuartel.

Si bien tenía permiso “verbal” del jefe de la unidad para irme por haber trabajado durante la noche anterior; el resto de los jefes intermedios, y solo por ese “ánimo militar” de hacer sufrir al soldado, me negaban la salida. Así que esperé un tiempo –a mi criterio- prudencial, intenté y solicité varias veces me dejasen salir, y ante la negativa constante y el tiempo que inexorablemente corría y corría, simplemente agarre mis cosas, y me fui.
Viajé (colado desde luego) en el tren Roca desde Mar del Plata a Constitución, y entre idas y vueltas por las demoras para salir, llegué a mi casa muy tarde sobre la medianoche. Ingresé y me fui a dormir directamente sin despertar a mis padres.

Mi 2 de Abril del 82, comenzó muy temprano cuando me despertó mi “vieja” llorando a los pies de mi cama, y agradeciendo a Dios que me "habían dejado salir" del cuartel. Mi padre estaba más atrás de pie, en la puerta de mi habitación, sin decir nada, y con una inocultable cara de preocupación y ojos llorosos.


Yo no entendía nada. Pensé en la posibilidad que la Policía Militar me hubiese venido a buscar por haberme "fugado", y sin comprender que era lo que estaba sucediendo, medio dormido, pregunté varias veces “que pasaba”, ...... ninguno de los dos me respondía.

Entre las lágrimas de mi vieja, mi papá, creyendo informarme, me dijo a secas y a media voz que "tomaron las Malvinas” (así en “tercera persona del plural”). Silencio.

Entre lo dormido que estaba, y la escena incomprensible que estaba viviendo, no entendía nada, no comprendía “quienes” las podían haber tomado; ..... los chilenos,  .......los rusos,.. No se me ocurría en ese momento que podía estar pasando, ni por asomo sospechar que Argentina hubiese dado ese paso.

Pregunté incorporándome, “¿quién, tomó Malvinas?”, “no entiendo ¿qué pasa?” ya un poco más nervioso.

Mi madre dijo: “entonces no sabés nada, .....no te dijeron nada” (lo cual me puso más nervioso, aún), hizo un silencio y agregó: “el ejército,…. recuperamos las Malvinas....lo están diciendo por la radio y la televisión”.

Sentí como si me hubiesen tirado un enorme baldazo de agua helada, una especie de mareo. Quería sin éxito acomodar las ideas, no entendía si esto era real o no. 
No entendía nada. Quería, pero no lo podía creer.
Sobrevinieron una serie y mezcla de sensaciones, que en ningún caso eran de felicidad o alegría, más vale algo así como un vacío en el estómago y la sensación de caer por un precipicio sin fin. 
Me terminé de parar y pase entre mis padres directo al baño a lavarme la cara. 

Sabía que mi baja del Servicio Militar Obligatorio estaba prevista para el 14 de abril. Solo faltaban unos pocos días. Era 2 de Abril. No podía tener esa “suerte”.

Ya había aprobado el examen de ingreso a la universidad y esperaba la baja para reincorporarme a la vida “civil”, dejar de lado la estupidez de ese año perdido en un cuartel........ir a la facultad, tratar de conseguir un trabajo (que un conocido me había mencionado podría llegarse a dar a principios de Mayo), volver a juntarme con los amigos, ir a la cancha, etc. Nada del otro mundo.
Y tuve la sensación de que todos, todos, absolutamente todos, mis planes y sueños se desdibujaban y desaparecían en esos segundos.

Mi primer reacción fue putear, y puteé como loco, luego de levantarme, puteé, recontra puteé, y recontrarequeteremilreputeé a Galtieri, a la junta, a los ingleses, a la gente que vivaba en la plaza, a los periodistas que decían cualquier cosa, y alguno que otro más. La puteada (una de las mas largas de mi vida)  empezó tempranito y ya para las tres, cuatro de la tarde fué amainando.

Mientras puteaba y trataba de poner orden a las ideas, por televisión y por radio, veía y escuchaba como miles y miles de argentinos apoyaban la toma de Malvinas. Dirigientes de todo tipo, periodistas, la gente en la calle, todo era Malvinas.

Sabía internamente (pero me resistía a aceptarlo) que mi destino estaba sellado: era soldado (viejo), estaba en defensa aérea, en la unidad más moderna del ejército: iba a ir a Malvinas sin lugar a dudas. 

La baja y mi regreso a la vida “civil”, se perdían en la nebulosa, y quedaban muy, muy, muy lejos.

Por un lado comprendía que era una locura lo que se avecinaba en mi vida, y dudaba de mi preparación para afrontar semejante hecho; pero aceptaba que sin dudas yo iba a estar en el medio de sea lo que fuese, se avecinaba. 
Veía la reacción que Malvinas provocaba en la gente, semejante apoyo, y me daba cierta alegría, cierta fortaleza. Pero no podía dejar de pensar el hecho desde “lo militar” de la reacción de Inglaterra y la casi segura confrontación bélica que se avecinaba; y no entendía como tanta gente apoyaba una guerra con Inglaterra sin plantear las consecuencias que tendría.

Miles de ideas iban y venían por mi cabeza, tratando de ver la situación positivamente e incluso bromeando con ella para sacarle peso. Llamadas de la familia para conocer mi condición, vecinos, amigos sumaban caos a la casa. Ver la angustia que sentían -mi vieja sobre todo-, pensar en cómo todos mis planes se iban a la basura, me produjo un extraño malestar, una sensación de desamparo. Seguramente angustia. Pensé en volver ese mismo día la cuartel, temía que los milicos me encarcelaran por ser desertor en tiempos de guerra y me tildaran de traición a la patria, en esos momentos: calabozo de por vida.

Traté de calmarme y  calmar a mis viejos. Y viendo las reacciones de la gente, pensé y sentí durante todo ese fin de semana que realmente Malvinas movilizaba a la sociedad, que Malvinas realmente era una cuestión nacional, que Malvinas era un sentimiento tan fuerte que generaba una auténtica y justificada cohesión social, que Malvinas transformaría a la sociedad y al país, y que entonces estaba bueno ser parte de todo eso.
Pensé entonces que el destino me tenía guardada esta "sorpresa" de tener el privilegio de "poder escribir aunque sea una coma" en esta página de historia que se estaba escribiendo. Seguramente estaba tratando de justificar y darle algún sentido a semejante locura. 

Pero esta visión terminó por convencerme, de aceptar y "digerir" la jugarreta que el destino tenía reservada para mí ese 2 de Abril.

Así que, aspiré hondo, fui apretando los dientes, y asumiendo la responsabilidad que me cabía como soldado (y que como argentino) tenía en ese momento. 
Fuí aceptando que iba a ser parte de un hecho histórico, que iba a ser parte de la historia del país, y me propuse poner lo mejor de mí, sea lo que fuese que se avecinase y sea lo que fuese que me tocase realizar.

"Tragué el sapo" y me prometí ponerle el hombro a la situación, con lo que pudiese. Traté desde luego de dar fuerza y quitarle peso a mis viejos, mostrando una entereza que muy dentro mío estaba sembrada de dudas.

Luego vino lo que vino y pasó lo que pasó.

El lunes (5 de Abril), volví al cuartel, mi “fuga” no había pasado desapercibida y me esperaba un castigo y calabozo, pero por Malvinas quedaba “sin efecto” (solo tuve que realizar varios ejercicios físicos como “pena”). Durante esa semana todos los trabajos de "Operaciones" pasaron por elaborar  planos, carpetas, registros, de las zonas de Malvinas en las que se preveía íbamos a dar defensa aérea, y desde luego información y reproducción para nuestro  reconocimiento e identificación de la flota aérea de los ingleses (aviones, helicópteros, etc.).

El otro fin de semana (10 y 11 de abril) y ya sabiendo que nuestro destino era Malvinas, nos dejaron volver a casa para despedirnos de la familia. 

De esos días solo recuerdo la partida de mi casa ese domingo: Mis viejos querían venir a la estación Constitución a despedirme, les rogué que no, que se quedasen en casa, no iba a ser un momento "fácil". A ellos les había jurado que iríamos a dar defensa aérea a Bahía Blanca o como mucho a Comodoro Rivadavia sabiendo ya que nuestro destino era Malvinas (cosa que desde luego no creyeron, pero en la sana y doble hipocresía del momento no objetaron).
Así que me fui solo a tomar el colectivo 51 hasta Hipolito  Yrigoyen, para llegar a Constitución y tomar desde allí el tren a Mar del Plata. Recuerdo que el chofer me cobró el boleto a pesar de estar vestido de soldado y que internamente pensé que ese podía ser el último boleto que sacase, y el último viaje en colectivo. 

Luego ya en Constitución recuerdo ver a los soldados, subidos al tren, asomados por las ventanillas, golpeando los vagones y coreando el famoso "los vamo'a reventá, los vamo'a reventá" y pensé, o estaba casi seguro, (y así lo comentamos con mi amigo y compañero Sergio) que no teníamos verdadera conciencia de lo que se venía.

Pero estábamos en el baile y teníamos que bailar.

CCH2007

viernes, 15 de enero de 2016

Relatos de Malvinas

No comparto -o no me parecen correctas- las “formas” de los relatos que a menudo se hacen cuando se trata de hechos bélicos de la Guerra de Malvinas.

Aclaro que para nada reniego, ni niego (por el contrario, respeto mucho) lo actuado por muchos soldados y cuadros durante la guerra. Es un motivo de orgullo haber participado en los combates por Malvinas en el 82 y haber compartido con muchos VG vivencias y acciones inolvidables.


No comparto cuando esos relatos se hacen cuasi “novelándolos”, con descripciones retóricas dignas de ser incluidas en la revista Billiken, donde parece que se cuentan las acciones de guerra como si fuesen algo "casi deseable", hasta con ciertos visos de "romanticismo"; o cuando hacen parecer que San Martín y Belgrano quedan a la altura de un poroto ante la valentía y abnegación que muchos dicen haber tenido.

Simplemente porque no se condice con lo que yo ví -y viví- en los sesenta y pico de días que estuve en Malvinas (y durante los combates).

No “siento” como real cuando se presentan los hechos tan “idílicamente”, cuando se “maquilla” tanto la situación.

En lugar de: 
……"esa fría mañana, algunas gaviotas sobrevolaban nuestras posiciones, el cielo plomizo y el helado aire de Malvinas endurecían aún más nuestros rostros, y sentíamos en la sangre el impulso sanmartiniano ante el vil invasor......."
Considero que se acerca más o que describe mejor el estado de ánimo y la situación que se vivía: 
...." estábamos con el barro hasta las pel#tas, se nos agotaban las municiones, y le tirábamos a lo que se ponía enfrente (y si era inglés …..mejor)”,……o “no sentíamos si hacia frio o calor, no dábamos mas, pero seguíamos poniendo el hombro, teníamos miedo y nos dábamos fuerza y ánimo entre todos, ...".

Tampoco la descripción que hace ver a los VGM como eximios guerreros, o que pareciera que se estaba a gusto con la batalla, y no sentía miedo o temor en esos momentos.
Miedo -según la real academia española- es una sensación de alerta y angustia por la presencia de un peligro o mal, sea real o imaginario.
Quien diga que no sintió miedo en la guerra, en los combates, en los bombardeos,……. con todo mis respetos: “No le creo”.

Todos tuvimos miedo, pero ahí estuvimos, nos quedamos, desde luego cada quien con diferentes grados de temor e incertidumbre; pero "apretamos los dientes", e hicimos lo que pudimos, supimos y consideramos que debíamos hacer,...... y fuimos para adelante.

Es decir, reitero, respeto 100 % lo actuado, vivido y sentido por el grueso de los VG, pero creo que “maquillar” los relatos no los hace más creíbles o memorables. 


CCH2007

lunes, 11 de enero de 2016

Lo difícil de la guerra

Muchos nos consultan, sobre lo difícil que debe ser el momento en el que uno toma conciencia que va a matar, sobre lo angustiante que debe ser “apretar el gatillo” sabiendo que ese proyectil que uno dispara, probablemente se llevará consigo una o más vidas.

Apretar el gatillo es realmente muy simple, y más aún cuando se está bajo fuego enemigo.

Las "consecuencias", lo "pesado" viene después, cuando ya no hay disparos (como dice una conocida letra de Pink Floyd: Las llamas se apagaron, pero el dolor persiste.)

Porque el daño de la munición, no solo se hace "en los del otro lado", ese mismo proyectil que se dispara, termina hiriendo, termina impactando en mayor o menor grado en quien aprieta el gatillo.

De eso se habla cuando se dice que nadie vuelve (ileso, sano) de una guerra.

Es decir, no se sabe cuánto daño se hace al apretar un gatillo, pero tampoco cuanto daño "se está uno haciendo". No se toma conciencia y se actúa.

Se supone (o se hace creer) que existe una causa que es más valiosa que las vidas humanas en juego en ese momento. Y en definitiva más importante que las vidas humanas que se verán afectadas con posterioridad a la guerra.

En el combate la idea es que se actúe pero no se piense. Otros “piensan” por los soldados y les dicen que deben hacer, …………….. y les dicen que disparen.

Pasado el combate, el problema será del soldado que deberá aprender a vivir con “sus muertos” en la consciencia. Quizás de ahí se desprende el alto el índice de suicidios entre excombatientes (en el mundo).

Los “aplausos”, la "glorificación de la guerra", el llamar "héroe" al Veterano de Guerra, y demás acciones "política y socialmente correctas" para los que vuelven del combate, se dan para que le sea más llevadero al soldado todo ese bagaje de cosas que se traen de la guerra y que se deberán llevar sobre las espaldas a partir de entonces.

Se dan para seguir convenciendo al (ex) soldado que haber defendido los intereses que defendió en la guerra valió la pena, aún a costa de su bienestar futuro (en realidad para disfrazar que su bienestar a pocos le importa frente a los intereses defendidos en la guerra).

Es necesario convencer a la persona de que es un héroe, y que está muy bien lo que hizo. Que los enemigos definidos en ese entorno merecían la muerte o la mutilación, y que sus familias lejanas -y ajenas a la guerra- también merecían sufrir.

Porque si se empieza a analizar de manera más macro, se puede llegar a conclusiones que atentan contra lo actuado, pues el conflicto es temporal (como los enemigos del momento) pero los daños son en la mayoría de los casos permanentes.

En el mismo acto de apretar el gatillo, está la condena a cumplir: el tener que vivir después con eso encima.

En la sociedad hay un mecanismo de castigo (o compensación) para quienes quitan una vida. En la guerra no.



CCH2007

martes, 22 de diciembre de 2015

Los "sentidos"

Me preguntaron hace unos días si el haber estado en combate "agudiza los sentidos".

Y sí, efectivamente, ante la situación de "peligro de muerte inminente", se agudizan los sentidos. 


No dudo que a todos los que estuvimos en esa situación nos pasó, (la vista, el oído, el "ver" de noche, el "oir" dormido, etc. etc.) y que mantuvimos esa "sensibilidad" mas allá del 82.

En mayor o menor tiempo cada quien, ya que en la medida que transcurre el tiempo y que se van viviendo situaciones mas "normales" -como todo animal ciudadano-, deja de ser necesario esa agudeza de sentidos para (sobre)vivir.

Llegando a los casos extremos de no ver una vaca a dos metros, ni a distinguir una bocina de un maullido de un gato.

Y creo que el tiempo que uno "prolonga" ese estado de "vigilia permanente" que se necesita durante el tiempo de combate, tiene que ver con el grado de superación e integración que cada uno logra en la posguerra.


Es decir está relacionado a cuanto pudo o no, el ex soldado "desprenderse" y "sobrellevar" el "efecto de la guerra" (de Malvinas en este caso) en su vida de posguerra. Con lograr el estar "aqui y ahora" y no seguir "pegado" en su rol de combate del 82.

Eso no significa dejar de "usar", consciente o inconscientemente, esos "truquitos" que uno aprende y que se hacen carne, cuando las situaciones lo ameritan (quizás el "olfatear" el peligro antes que otro, el no sobresaltarse ante el ruido de un disparo o una explosión, el estar atento a las salidas de emergencia en sitios cerrados, el identificar  inconscientemente que persona o personas serán las primeras a socorrer en caso de peligro, o que lugares son los mejores disponibles para protegerse y proteger a quienes están con nosotros, etc., etc.).

Pero hay otro tipo de sentidos que creo no equivocarme, se desarrollan durante combate, (en nuestro caso durante  la "gesta de Malvinas"), que no hay que dejar de lado.
Y estos sí son sentidos que no se pierden con los años, sino que por el contrario se van consolidando y agrandando.

Hablo del sentido de la amistad, del compañerismo, del deber cumplido, de los valores, de jugarse por un compañero, del respeto por los caídos y por los demás, del sentido de "patria" (o nación no sé bien la diferencia), del sentido de una causa justa, del sentido de la entrega, y algunos otros que seguro dejo de lado en este rápido recuento.


CCH2007

jueves, 3 de diciembre de 2015

"Movilizados": coincidencias y diferencias.

Como Ex combatiente reconozco algunas coincidencias con algunos planteos de los llamados "Movilizados" y muchos otros puntos en los que estamos totalmente en desacuerdo.

- Coincidimos en que los padrones de ex combatientes contienen algunos agentes “anexados” que hay que depurar.

- Coincidimos en que los "truchos" que hoy figuran en esos padrones deshonran Malvinas y representan una estafa para la sociedad y el estado, realizada mediante algún artilugio legal con el que fueron incorporados.

- Coincidimos con algunos Movilizados en que lo justo es reconocer a cada quien lo que le corresponde y no meter a todos en una misma bolsa (que paradójicamente es lo que se pretende realizar con la mayoría de los proyectos de ley que en danza que impulsan).

- No coincidimos cuando pretenden “extender” a los soldados “movilizados a determinadas zonas del continente”, los mismos reconocimientos y beneficios otorgados por ley a los ex soldados combatientes que estuvimos en combate en Malvinas.

Aceptar esto es desconocer y dejar de lado las (enormes) diferencias que representan el lugar y las condiciones en las que se prestaron servicios durante la guerra. Diferencias que por otro lado, sí reconocen y no aceptan (los propios Movilizados) cuando se trata de extender esos mismos beneficios y reconocimientos que reclaman, hacia quienes estuvieron también bajo servicio pero en “otras zonas más alejadas  del continente".

- No coincidimos cuando manifiestan que no son reconocidos, porque sí se les reconoce su labor, y sí se los reconoce con el título de soldados “Movilizados”. 

Pues no son de manera alguna ex combatientes (o siquiera Veteranos de Guerra).

- Estoy en desacuerdo cuando -despectivamente y con muy mala intencionalidad- plantean estar en igualdad de condiciones con "algunos soldados que estuvieron en las islas, y no tuvieron la necesidad / oportunidad de disparar sus armas". 

Nuevamente eso es desconocer las condiciones que se viven cuando se está en combate bajo fuego enemigo (o conocerlas pero igual plantear lo dicho para descalificar, "embarrar la cancha" para sacar provecho de semejante falacia).

- No comparto cuando los soldados “continentales” pretenden y alegan que quienes no dispararon sus armas en Malvinas (por no haber tenido la oportunidad de enfrentar cara a cara al enemigo, o por haber desempeñado tareas de apoyo y logística en combate) no deberían ser reconocidos como ex combatientes o veteranos de guerra.

Pero sí pretenden ser reconocidos ellos como veteranos de guerra porque "cumplieron con la logística y el apoyo desde el continente" (¿?)
Quieren entonces ser incluidos en lo que (mal) consideran una inconsistencia, falencia de una ley, o injusticia hacia ellos ¿?

- No coincidimos desde luego cuando manifiestan que la experiencia durante la guerra fue similar en el continente y en las islas; y con muy mala intención exponen que la presión psicológica, o el frío, o el hambre, generan los mismos estragos físicos y psicológicos que el haber estado en combate. 

Es cuanto menos innoble validar el pasar hambre o frío como únicos justificativos de “experiencias de guerra”. Quien eso afirma no tiene la menor idea de lo que es haber combatido, ni lo que es ser prisionero de guerra.

- No estoy de acuerdo con quienes eligen victimizarse fundamentando su situación en que el trato (o el maltrato) de los oficiales, fue similar al que se daba a los prisioneros en los centros clandestinos de detención tortura y exterminio del proceso y por eso debieran ser reconocidos como víctimas de la dictadura. 
Sí, estoy de acuerdo en que los represores o abusadores (que los hubo), hayan estado donde hayan estado, sean juzgados, condenados y que paguen. Que vayan a la justicia.
Un hijo de puta, militar o no, que haya estado en Malvinas no deja de ser un hijo de puta y merece ser castigado y condenado.

- No estoy de acuerdo en tener que recurrir a formas legales rebuscadas, ni a tratados, ni a acuerdos o a derechos internacionales, para recién así poder intentar justificar el haber participado en la guerra. 

Si es necesario recurrir a esos vericuetos e interpretaciones legales para justificar que se estuvo en combate es porque se estuvo en otro lado.

- No estoy de acuerdo con aquellos Movilizados que piensan que en los Ex Combatientes hay “miedo a perder algún privilegio” si masifican la cualidad de Veterano a todo el resto y por eso hay oposición a su reconocimiento. 

Soy Ex-combatiente con o sin ellos, con o sin medalla, con o sin reconocimiento. Simplemente estoy en contra de nivelar hacia abajo. Siempre.

Sobrevivimos con mucho dolor una guerra, estuvimos prisioneros, la remamos en la posguerra, solos, fuimos despreciados, ............ palabras como honor, dignidad, respeto, hermandad, honradez, sacrificio, compañero, dolor, orgullo, etc. etc., toman un valor totalmente diferente para quienes vivimos y compartimos una situación de riesgo de vida como la que se dá en un combate armado.
Valor que probablemente nunca entenderán quienes no las vivieron. Conceptos que aprendimos con sangre, que se nos hicieron carne, y que nunca nadie nos va a poder sacar. 

Eso es lo que nos diferencia.

Por eso los ex combatientes hablamos y planteamos el tema Malvinas desde esos términos;  y los "movilizados" lo plantean apuntando a un reconocimiento monetario (y tener luego un cierto aval “legal” para contarles a sus hijos una historia que no fué).


CCH2007.           Escrito en Mayo de 2008